— ¿Y cómo es que fue tu primer beso?
La voz de María resonó en mis oídos. Eché la cabeza hacía atrás y me quedé mirando el techo por un rato. A pesar de ser una pregunta inocente, yo me lo pensé un par de veces antes de siquiera transportarme hacia el recuerdo.
Al otro lado de la mesa, Emma sólo se limitaba a mirarme, con sus ojos rojos y cejas levantadas. No tuvo que hacer ningún gesto, ni decir nada en absoluto. Su silencio me confirmó que recordaba lo que le dije aquella vez. Y se me hizo raro, porque eso había sido hace bastante. Fueron partes de una confesión que solté al aire y no pensé que se quedarían en ningún lugar en particular.
Me mordí el interior de la mejilla derecha. No tenía por qué sentirme tan incomodo. Decirlo por los lados no me costaba nada. De todos modos, la coherencia y conexiones con los hechos no eran cosas que podríamos hilar en esos momentos ¿Qué más daba sólo decirlo y ya? No tenía que ser una charla en serio, no tenía pinta de ser una cosa que se recordara después.
Respiré hondo y parpadeé tres veces, intentando disipar la niebla que aparecía cada vez que su recuerdo estaba cerca. María volvió a codearme, incitando a que las palabras salieran.
— No es como si haya sido la gran cosa, ya ni me acuerdo bien. — Desvié la mirada. Quizá no mentía. — Tenía como unos doce o trece años cuando pasó eso. Realmente no lo tengo muy presente.
— ¿Y fue con un chico o una chica?
— Fue con una persona.
— Ay, Carter, no jodas. Cuéntame bien.
La mirada desorientada de María me escudriñó de nuevo. Alargué la mano y tomé una de las latas de cerveza que había sobre la mesa. De estar en otra situación, me hubiera abstenido sin pensarlo. El amargo del alcohol no me gustaba. Pero no sé, supongo que necesitaba que algo más me quemara la garganta.
Yo era consciente de que podía negarme a hablar si se me daba la gana. O que bien podía inventarme cualquier cosa. Pero no lo hice. Decidí echarme al agua, con todo y ropa.
Tal vez para ese momento el humo ya estaba haciendo estragos en mi cabeza.
— A ver ¿Tú qué crees? — María frunció el ceño y torció los labios. — Te doy dos opcione, no debe ser tan difícil.
Emma me quitó la lata de cerveza de la mano y le dio un sorbo rápido.
— ¿Puedo preguntar a qué viene ese repentino interés por la vida de Carter? — Interrumpió.
— A nada en particular. — Respondió María, apoyando su mejilla sobre la mesa. — Es que, bueno... Esto me está queriendo coger feo, así que necesito concentrarme en algo y hablar. Estoy empezando a sentirme rara. — Emma ahogó una risa y yo le quité a María lo que quedaba de porro antes de que lo dejara caer al suelo. — Pero no nos desviemos del tema. ¿Con quién fue al fin?
— Fue con un hombre, y su aliento era terrible. En serio, no miento cuando te digo que me daban ganas de vomitar. — Finalicé, reprimiendo lo que sea que me estuviera maltratando el estómago. María soltó una risita tonta. — Mujer ¿Cuál es tu berraca afición con dejar el filtro todo babeado? No es un chupetín.
— O el coso de tu novio.
Vi que María hizo el ademán de contestar algo, pero el timbre de su celular la distrajo. Se llevó la mano al bolsillo trasero del short y lo sacó. Pude ver el momento exacto en el que su rostro se contrajo en una mueca de terror. Con un gesto desesperado nos pidió guardar silencio. Tanto Emma como yo compartimos una mirada de confusión.
ESTÁS LEYENDO
Cuando El Sol No Brilla (Gay 🏳️🌈)
Genç KurguCarter escapó una tarde de diciembre, cuando el sol se ocultaba por el horizonte y su mente se perdía entre la niebla. No tenía planes, ni un rumbo fijo. Se marchó cargando consigo un corazón herido y no más de trescientos mil pesos en efectivo. Las...