Capítulo 5; Just run away from here (Carter)

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— Aquí nada pasó. — Dijo Madeline, recogiendo las sabanas del suelo. — Pablo, ve a llevarle a doña Clara unas bolsas de leche que dejé en la cocina. Y saluda a Mariana, que el otro día andaba preguntando por ti.

Las palabras resonaron en la oscuridad de la habitación. No hubo ninguna respuesta, todo se resumió a un silencio sepulcral. Por el rabillo del ojo, pude ver cómo se acomodaba el pantalón y se iba sin más. Quise imitarlo, pero no pude. Tenía el cuerpo entumecido, en un estado más muerto que vivo. No podía moverlo de la posición en la que él lo había dejado. Sedado y consicente al mismo tiempo, traté de conectar con algo, lo que fuera. Las sensaciones eran lo único que me quedaba. Podía sentir mi respiración golpeandome el pecho, el piso frío bajo la piel, una ganas inmensas de vomitar. 

De expulsarlo todo. Absolutamente todo.

— Tía... — Alcancé a llamarla, aunque no sé muy bien por qué lo hice. El alarido herido simplemente salió. 

Ella volteó a verme. Su rostro no tenía ni una pizca de emoción.

— Carter, aquí no pasó nada ¿Entendiste? — De repente, Madeline parecía más grande, más amenazante. Un escalofrío me recorrió de arriba abajo. Ella ya lo sabía. — Aquí no pasó nada. Ahora, toma una de las camisas de Pablo y vete para tu casa. No te quiero ver por aquí hasta el próximo fin de semana.

El taconeo de ella, al igual que las pisadas de él, desaparecieron a través del umbral. 

El silencio me abrazó de nuevo. 

Entre el intento por levantarme y respirar con normalidad, hubo un intervalo de tiempo en el que la perspectiva del aquí y el ahora se esfumó casi por completo. Sentía como si todo el cuarto diera vueltas con agresividad. La cama desarreglada, las cortinas de lino blanco, unas manos pálidas. Tragué saliva, intentando así abrir un poco la garganta.

Me estaba sofocando. 

Aunque los recuerdos de lo que pasó ya para aquel entonces eran algo confusos, aún podía ver sus dedos amoratándome la piel. Intenté concentrarme en respirar, pero entonces el ritmo del mundo se aceleró de nuevo ¿Qué pasaría si se lo decía a mamá? ¿Nos echarían a la calle y volveríamos a estar a la deriva justo como cuando papá se fue? ¿Qué pasaría si no me creían? ¿Y si me convertía en otro problema para ambos? Miré al pequeño espejo del closet, ya no era yo quien devolvía la mirada. Pálido como un muerto, aquel extraño sujeto hizo una mueca que se distorsionó con la oscuridad. 

— Sí, señora. — Exclamó él, aunque supiera bien que ya no había nadie para escucharlo.

El extraño hizo todo lo posible por sacarnos de allí. Se levantó con ayuda de la pared, puso un pie delante del otro y salió de la casa sin cerrar la puerta después. Yo sólo estuve de vuelta en escena a las dos o tres cuadras de distancia, y la verdad, creo que aquella fue una de las peores cosas que pudo haberme pasado. 

La primera persona que supo lo mucho que yo disfrutaba correr fue mi papá. A los ocho años, él me inscribió en unas clases de futbol que daban en la cancha cercana a nuestra casa. Según decía, yo debía tomar un poco de aire fresco, así fuera de vez en cuando. La mayor parte del entrenamiento consistía en ganar estado físico. La entrenadora, que era una veinteañera demasiado estricta, nos ponía a hacer piques de un árbol a otro sin descanso. Al finalizar el calentamiento, la mayoría de nosotros siempre acababa tirada en el pasto, con los pulmones a medio reventar y la firme convicción de necesitar agua para sobrevivir. 

Si bien me quejé del entreno varias veces con papá, él siempre me devolvía las palabras diciendo que entonces yo debía de ser masoquista, porque a pesar de mis palabras, veía en mi cara que cada día parecía estarlo discrutando más. No pude creerle en ese momento. No obstante, años más tarde pude corroborar su teoría. Que al menos para mí, correr era como sumergirse en un vacío acogedor, pues una vez trazado el punto de partida, lo único que llenaba tu mente era el ardor de la adrenalina fundiéndose con el deseo de llegar a la meta.

Cuando El Sol No Brilla (Gay 🏳️‍🌈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora