Capítulo 13; Con un cigarrillo entre los labios (Carter)

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HE VUELTO

Lean las notas finales porfa <3

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Una pareja de torcazas escogió la ventana de mi salón de último año para asentar su nido. Mientras una de ellas calentabas los tres huevos que tenían, la otra se iba en busca de ramitas o alguna otra cosa para fortalecer la estructura. Ladeé la cabeza, sin querer hacer ningún movimiento brusco que pudiera alarmarlas. Verlas ahí, desde el otro lado del sucio y descolorido vitral, se había convertido en mi pasatiempo favorito.

— Señor Estrada. — Llamó, quizá por tercera o cuarta vez, la voz de la profesora Nidia. — ¿Se puede saber qué es tan interesante?

Cerré los ojos y me froté ambos parpados con la yema de los dedos. Aún no me acostumbraba a estar sin las gafas puestas. Las lentillas se sentían extrañas.

— Perdone, ¿Qué decía?

La profesora Nidia, una mujer de aspecto fiero e imponente, usó su tan afamado ceño fruncido para desaprobar lo que sea que yo estuviera haciendo. Di una rápida ojeada alrededor, sorprendiéndome con que todos en el aula estaban de pie y con las manos cruzadas atrás de la espalda. No podía creerlo. Era la cuarta vez en que algo así me sucedía en la semana.

— Le preguntaba que qué era tan interesante como para no haberse levantado de la silla. —Replicó ella. Yo me la quedé mirando otro par de segundos.

— No lo sé ¿La vida supongo?

Mi pupitre estaba en una de las esquinas inferiores del salón. Si pasaba algo en ese sector, por mínimo que fuera, podías sentir cómo todas y cada una de las miradas se clavaban sobre ti. Pero yo había dejado de verlos hace mucho. Sabía que estaban allí, y que probablemente lo seguirían estando hasta que ellos o yo abandonáramos el lugar. Sin embargo, mi mente únicamente los procesaba como un mal enfoque de cámara.

Y mi lentilla estaba más borrosa que nunca.

— Señor Estrada, yo no sé a usted qué mosca le picó para que se comporte como un inadaptado. No sé ni me interesa saberlo. — Dijo, cerrando la biblia entre sus manos de un solo movimiento. — Pero a mí mi clase me la respeta. Ahórrenos el mal momento. Si yo le digo que se levante, se levanta. No es tan difícil.

— ¿Y si no quiero?

— ¿Qué dijo?

— Que no quiero, profesora. Usted misma lo dijo, esta es la oración matutina, y yo no quiero unirme. — Apoyé la cabeza en la pared que estaba atrás de mi puesto, tenía mucho sueño. — Así que no, no estoy irrespetando su clase, si es lo que le preocupa.

— Uy — Se le escapó a una chica de la primera fila.

— Allá adelante, silencio. — Regañó la profesora, alzando la voz un poco más de lo que usualmente hacía. — Estoy muy decepcionada de usted ¿Cómo se le ocurre decir eso? Tras de que ya ni entrega las actividades completas, resulta que ahora no le da la gana ni de mostrar respeto. Pero claro, ustedes los jóvenes se creen los dueños del mundo. No es sino que les pase algo malo para que vean que...-

— Espere, espere ¿Qué? — La interrumpí. — ¿Si se está escuchando? Usted no sabe qué es lo que nos ha pasado para que diga eso. Usted no sabe nada. — La voz no me tembló. — ¿Y habla de respeto? Yo la estoy respetando, estoy aquí sentado sin hacer nada. Sólo no me quiero unir a algo en lo que yo no creo. Y le pido, con la amabilidad que claramente usted no tiene, que me respete a mí también.

— Levántese.

— No. — La desafié. — Este es un país laico ¿Verdad? Usted no me puede obligar a hacer esto, ni a mí ni a nadie. — Me enderecé, mirando a los demás con decisión. — ¿Escucharon? A nadie.

Cuando El Sol No Brilla (Gay 🏳️‍🌈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora