Sólo concéntrate en respirar

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Para las 30 y pico de personas que siguen aquí, esto es para uds <3

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Emma


Desbloquea la pantalla de su celular y mira la hora por octava vez en cinco minutos. Está impaciente. Ha intentado comunicarse con Alex por WhatsApp, sin embargo, y para su mala suerte, el celular del chico parece estar apagado.

— Dios mío.

Sin quererlo, el olor a alcohol y guantes de látex se combinan y le golpean la nariz. La hacen sentir enferma, como anestesiada. Está segura de que vaciará su intestino en cualquier momento, que regará su alma en algún punto de esas baldosas blancas y nadie va a poder contenerla. Echa un vistazo de nuevo la hora, esta vez en el reloj de pared que se parece al que tenían en su salón de sexto grado. Mientras respira, se concentra en contar las sillas vacías que tiene en frente. Su mente trata de enderezar sus pensamientos y ponerla sobre la tierra, pero Emma sabe que no es muy buena evitando que caiga en picada hacía la desesperación.

De repente, el aparato que tiene entre sus manos vibra. Ella lo ve sin verlo de verdad y se da cuenta que aún le duele el hombro derecho por la fuerza que usó para tumbar el pestillo de la puerta de su apartamento. Para ser sincera, cree que eso fue más que todo una reacción del cuerpo. Quizá actuó por inercia, o quizá por culpa de algún colapso de energía que tenía desde antes. No lo sabe con certeza. Sus sentidos sólo se apagaron y lo único que le quedó fue el miedo. El miedo a que él hiciera algo terrible.

No se equivocaba.

Cuando entró al lugar sus sentidos le gritaron que se dirigiera al baño. Prácticamente corrió hasta ahí, enredándose en el camino con un brasier que ella misma había dejado tirado en la sala. Lo que encontró casi la hizo gritar. Él estaba tirado en el suelo, con una caja vacía de algún medicamento que empezaba con Z al lado y signos de que tal vez era demasiado tarde. A su lado, Felipe se agarró la cabeza a dos manos, sin parar de repetir una y otra vez "¿Pero qué hiciste?" como si eso fuera lo único que estuviera permitido decir en momentos así.

Y tal vez lo eran, porque ella tampoco podía quitarse la pregunta de la cabeza.

A diferencia de lo que Emma pensaba, actuó como una persona razonable debería. No se comió las uñas o se jaló el cabello. No golpeó la pared con su puño cerrado o se puso a caminar por todo el apartamento. No. Algo más tomó el control, algo que la empujó a arremangarse las mangas de la blusa y casi ordenarle a Felipe que llamara al 123 mientras ella luchaba por hacer que su amigo sacara lo que sea que se había metido en el estómago.

Lo logró al cuarto intento.

— ¡Vomitó! — Gritó, eufórica. Era mucho. En medio de su letargo, pensó que eso debía significar algo bueno.

Felipe se agachó hasta su altura y limpió la cara de Carter con una toalla. Su mano temblaba.

— La ambulancia ya viene en camino. No creo que se demoren, dijeron que estaban cerca.

Emma quiso medio sonreír con esperanza, pero terminó sintiendo cómo una agonía profunda le llenaba el cuerpo. Al no lograr que Carter volviera a vomitar, lo recostó sobre su pecho y trató de no perder la cordura al notar que su respiración casi ni parecía estar ahí. Al tiempo que lo mecía y escuchaba a Felipe salir para esperar a la ambulancia en la portería, empezó a cantar Stand By Me. No sabe muy bien por qué lo hizo. No sabe si fue porque era la canción que Carter solía ponerse a tararear en las mañanas cuando estaba preparando algo en la cocina, o porque buscaba calmarse a sí misma con una cosa completamente ajena a esa escena.

Cuando El Sol No Brilla (Gay 🏳️‍🌈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora