13. Idioma

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El nuevo ciclo escolar había comenzado trayendo consigo aquella ansiedad del primer día, aunque existía Izuku, quien no dejaba espacio para nada más que la emoción. Quería ser optimista, la preparatoria sería la oportunidad perfecta para tener un nuevo comienzo. Lloró y se lamentó en silencio durante toda su vida escolar, pero esta vez no sería así, se esforzaría mucho para tener amigos y graduarse exitosamente. Durante meses elaboró un meticuloso plan para que todo resultara como debía ser.

Pero parecía que en esa ocasión, no sería su día de suerte, bueno... En realidad nunca tenía suerte, el destino siempre jugaba en su contra, pero esta vez era peor que otras veces. Frente a él estaba el único impedimento para que su plan funcionara, contempló cada posible obstáculo pero nunca imaginó que el único que dejó fuera de su proyecto estuviera ahí.

-No puedo creer que me sigas a todas partes, maldito nerd -expresó el rubio con desdén en voz baja, tomándolo con fuerza del brazo-. Quita tu horrible cara del camino si no quieres que te la rompa.

Se soltó del agarre en un movimiento brusco y temblando se alejó unos cuantos pasos de distancia.

Supongo que será hasta la universidad, pensó con tristeza.

Trató con todas sus fuerzas ignorar la mirada furiosa de Kacchan. Bien podría soportar que estuvieran en el mismo instituto, pero estar en la misma clase ¿cuánto lo odiaban los Dioses para maldecirlo de esa forma? En verdad quería ponerse a llorar ahí mismo, pero sería rendirse demasiado pronto ya que ni siquiera tendría la osadía de intentarlo.

Las únicas butacas vacías que estaban disponibles en el aula era la que estaba junto a Bakugo Katsuki y ni estando loco se sentaría ahí, está bien que podía ser un tanto... masoquista. Sin embargo, ahora valoraba suficiente su vida para saber que ese no era el lugar. La otra silla estaba justo al lado de un chico de cabello celeste, en la esquina del salón, hasta el fondo.
Maldijo en voz baja que los asientos fueran compartidos y forzosamente tenían que sentarse en parejas. Además, desde lejos veía que el chico no tenía pinta de ser amigable y emitía un aura atemorizante, esa tampoco era una opción. Pero sentarse con su adorado amigo de la infancia era lo peor que podría elegir, así que con las manos sudando y el corazón a punto de estallar, se acercó hasta su misterioso compañero.

-H-hola -saludó tratando de que su voz no saliera tan aguda y apuntó con su dedo índice el asiento observando con atención al chico-. ¿Puedo sentarme aquí?

¡Di que sí, di que sí, por favor!, imploró con desesperación para sí mismo. El muchacho solo se encogió de hombros y se movió un poco del asiento para dejarlo sentar. Midoriya dejó escapar un gran suspiro de alivio.

-M-mi nombre es Midoriya Izuku.

El chico tenía unas profundas ojeras y un peculiar iris, era casi como un zafiro y lucía cansado. Al ver que no le respondió y simplemente se limitó a ignorarlo, Izuku pensó que era alguien tímido, pero al notar sus facciones más de cerca, pudo darse cuenta de que parecía extranjero. Probablemente era un estudiante de intercambio y hablaba otro idioma.

No sabía que más decir porque no estaba seguro de sus suposiciones, así que solo guardó silencio. Después de unos segundos, el chico sacó una libreta y comenzó a garabatear en ella. A Izuku se le ocurrió una vez más hablar, esta vez preguntando por su nombre: -¿Cómo te llamas?

El aludido ni siquiera lo miró y siguió haciendo sabe que cosa en su libreta. Se dio cuenta de que tomaba el bolígrafo de una manera un tanto extraña, levantando el meñique y sin poner tanta presión en el trazo. En seguida, le pasó la libreta lila e Izuku la tomó con ligera sorpresa.

Leyó la desordenada caligrafía escrita con tinta morada y sonrió.

Shimura Tenko.

-Un placer conocerte, Shimura-kun -dijo en un vago intento de aminorar sus nervios. Éste lo miró con una interrogante dibujada en el rostro. Izuku pensó que también cabía la posibilidad de que su compañero tuviera algún tipo de discapacidad auditiva, pero al no ver algún dispositivo en su oído porque su largo y ondulado cabello cubría por completo sus orejas, consideraba irrespetuoso preguntar al respecto, así que le devolvió la nota.

Me alegro de conocerte, Shimura-kun :D

Lo mismo digo.

¿Puedo hacerte una pregunta?

Seguro.

¿Por qué escribes lo que quieres decir? Disculpa si parezco grosero :(

Le devolvió el cuaderno ligeramente nervioso, rezando para que Shimura-kun no se enfadara por la pregunta y lo mandara a la mierda, porque en ese caso, tendría que recoger la poca dignidad que le quedaba y se sentaría junto al rubio, quién todavía seguía observándolo. Sintió escalofríos y tragó en seco.

Pasaron los segundos y no parecía tener intenciones de responder, quizá se molestó. Pero después de ofreció la misma libreta, esta vez con una nota un poco más larga, le costó leerla porque la letra apenas era legible.

Acabo de mudarme y no hablo japonés, es decir, puedo escribirlo, pero me cuesta hablarlo y prefiero hacerlo de este modo.
Eh... Mi letra es terrible, también. Supongo que apenas se entiende, como sea, no es como si me importara mucho.

Oh, ya veo... Puedo entender tu letra, si me lo preguntas.
Está bien, podemos hablar así, claro, solo si tú quieres...

Tenko lo miró con el ceño fruncido al terminar de leer su nota y Midoriya desvió la vista de vuelta a Katsuki, éste con los ojos entrecerrados, no le quitaba la mirada de encima; eso lo puso más ansioso y asustadizo como un pequeño gatito. Le arrebató la libreta a Tenko y con prisa escribió:

Puedo ayudarte a practicar nuestro idioma.

¿Por qué harías eso?

Antes de venir a la escuela, tenía un plan, un plan que no echaría por la borda así como así. Tenko parecía bastante borde, pero tal vez era amable y se expresaba de esa forma por no poder comunicarse como el resto. Puede que se sintiera igual de nervioso y solitario que él y por esa razón se sentó hasta el fondo. Esta vez no se dejaría intimidar por nadie.

Porque podemos ser amigos, ¿no quieres? :(

Tenko relajó sus tensos hombros con notable tranquilidad en un suspiro que pasó desapercibido para Izuku.

-Me gustaría ser tu amigo -susurró con dificultad en japonés y esbozó una débil pero genuina sonrisa con un tenue rubor en las mejillas.

Y las clases dieron inicio.

Pecas y cicatrices | shigadeku • fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora