18. Enseñar

343 67 9
                                    

Todos los días era lo mismo. Subía al autobús y siempre tenía que buscar a través de la ventana al dueño de un revoltoso cabello verde y corbata mal puesta. Se le hizo costumbre observarlo. Y cuando no lo vio durante una semana, un extraño sentimiento se alojó en su pecho.

No es que le preocupara lo que pasara con ese chiquillo pero de alguna manera, quería saber que había sucedido y el porqué de su inasistencia. Se sentía intranquilo al respecto.

Después de esos días, lo volvió a ver.

Subió al autobús cuando éste estaba a punto de salir, con prisas y las mejillas sonrosadas del cansancio, tomó asiento justo a su lado. Tenko no pudo evitar mirar esas pecas con sumo cuidado y detenimiento, tratando de no ser descubierto, pero aparentemente, falló en su cometido.

-B-buenos días -le dijo con voz entrecortada y una sonrisa fatigada en los labios.

-Buenas -murmuró desviando la vista de vuelta a la ventana.

El camino a la escuela era de casi treinta minutos normalmente, pero ese día, comenzó a llover y el tráfico se hizo presente, anunciando que tardarían más.

No sabía porqué, pero quería preguntarle acerca de lo que hace unos momentos se cuestionaba a sí mismo, pero le sabía una cosa, ese hecho lo avergonzaría demasiado. Aún así, se atrevió.

-Hey, ya no te había visto por aquí -mencionó el pelinegro tratando de sonar casual y no parecer acosador.

El pecoso relajó los hombros distraído y soltó un largo y profundo suspiro.

-Me enfermé -respondió-. Y ahora creo que reprobaré química por eso.

Tenko no dijo nada, pero se mantuvo pensativo. Si no recordaba mal, ese chico era un año menor que él por lo que conocía perfectamente todo lo que éste apenas estaba aprendiendo. Era una buena oportunidad para... entrometerse.

-Puedo enseñarte lo que no entiendes -dijo en un vago intento de sonar desinteresado.

-¿En serio? -preguntó con una emoción desbordante en esos ojos verdes-. ¿De verdad puedes ayudarme?

-Por supuesto, no tengo nada mejor que hacer -mintió. Tenía cosas más importantes que hacer, pero por alguna extraña razón, quería ayudarlo. Estar con él.

-Sería para mí todo un honor si puedes enseñarme todo lo que sabes.

Shigaraki asintió con una débil mueca parecida a una sonrisa.

Cuando por fin llegaron a la escuela, ambos bajaron del autobús. Aún llovía, pero eran pequeñas gotas que pasaban casi desapercibidas.

-Mi nombre es Midoriya Izuku -dijo después de unos segundos con la emoción y pena notoria en su voz. Le extendió la mano en forma de presentación, y Tenko, sintiéndose más raro todavía, la tomó. Nunca había tocado una mano tan suave y cálida como la de Izuku.

-Tenko Shimura.

Ya había dejado de llover y los intensos rayos del sol fueron testigo de lo que sucedió.

Pecas y cicatrices | shigadeku • fictober 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora