Yo sé como refrescarte

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Si la electricidad tarda mucho en venir, se van a derretir de todos modos. Por lo menos estará frío.

Ella se movió un poco, de modo que Vane ya no estaba atrapada entre la encimera y el cuerpo de ella.

-Sí. Hace años que no tomo un polo.

-Yo los compro cuando hace este calor. Son dulces y tienen menos calorías que los helados -abrió el congelador-. Estupendo. Siguen congelados. ¿Cereza, fresa o uva?

-Definitivamente, cereza.

Vanesa le pasó uno.

-También es mi favorito.

Desenvolvió el suyo y lo lamió despacio, primero por un lado y después por el otro.

-Hum.

Miró a Mónica, se metió el polo en la boca y chupó con fuerza. Lanzó un gemido.

Mónica la miraba apretando el suyo en la mano.

-No sé si puedo verte comer un polo sin tener un infarto -se apoyó en la encimera como si tampoco supiera si podían sostenerla las piernas.

Vanesa sonrió y mordisqueó la punta. Le encantaba ver cuánto la excitaba. Se bajó el top y liberó sus pechos.

-¿Qué te parece esto?

Pasó el polo por los pezones.

-¡Vaya! Esto te enfría con rapidez.

Mónica hizo un ruidito con la garganta.

-Vanesa...

Definitivamente, había una cascada activa en su pantalón.

-¿Quieres que nos llevemos esto al dormitorio? Me parece que estaremos más cómodas allí.

No tenía intención de hacer el amor delante de su perra. Tomó un tazón.

-Vamos -ella le tomó la mano y casi la arrastró por el pasillo hasta el dormitorio.

-Humm. Me gustan las personas entusiastas.

-Tu polo y tú han suscitado mi entusiasmo -repuso ella.

Ella levantó del suelo la toalla con la que había salido ella a por la perra, la extendió en la cama y se sentó en el borde.

Mónica intentó abrazarla, pero ella se escabulló.

-Una cosa es el entusiasmo y otra la impaciencia. Todavía no es hora. Acabamos de empezar a disfrutar del polo.

Volvió a pasarlo por los pezones y después por el vientre y por la parte de arriba de los muslos.

-Vanesa, por favor.

Se sentía una mujer perversa...Y le gustaba.

-Puedo decirte dónde necesito enfriarme un poco.

Se tumbó de espaldas, apoyada en un codo. Colocó un pie sobre la cama y se abrió, con lo que Mónica pudo ver claramente lo húmeda que estaba ya.

-Vanesa... -gimió.

El beso del hielo en la parte interior del muslo le provocó una sensación intensa. Acercó despacio el polo a los labios.

Se sentía perversa y muy excitada. Introdujo un poco el polo y lo movió.

-¡Oh!

Estaba helado y ella estaba caliente. Mónica se quitó la camiseta sin dejar de mirarla. Ella introducía y sacaba la punta del polo y se lamía los labios.

Mónica se acercó al borde de la cama.

-Chupa el mío.

Vanesa estaba tan cerca del orgasmo que podría haber explotado cuando oyó el tono erótico de ella. Mónica le rozó los labios con su polo y se lo introdujo en la boca.

SucederáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora