Una Cita

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Estar con Luciana siempre ha sido un completo deleite, ella es una mujer maravillosa en todo sentido... Es hermosa, dulce, divertida, espontánea y sumamente romántica, podría derretir a cualquiera en cuestión de segundo y eso es algo de lo que nunca he dudado, pero desde que regrese pude notar fácilmente que ella si cambió a raíz de su separación de Carolina, sigue siento fabulosa... Pero dejo sentirse como si estuviera con la pelirroja y empezó a sentirse como si solo fuera Lucy.

Estoy en mi cita con la linda pelinegra, estábamos en un bar hasta hace unos segundos que todo de volvió un caos por culpa de un "accidente"

No puedo creer que le gritaras así -dije enteré risas-

¡Te tiro toda la bebida encima! ¡Y todavía dice que es tu culpa por ponerte en medio! -grito aún molesta con la mesera que me tiro una copa de vino encima-

Estaba molesta conmigo por qué no pudo coquetearte libremente -afirme mientras seguía tratando de quitar la mancha rojiza de mi camisa- oficialmente mi camisa está arruinada -resople-

Te llevaré a tu casa para que puedas cambiarte y luego haremos una cosa más -afirmo mientras abría mi puerta en su auto-

¿Una cosa más? -ella asintió antes de cerrar la puerta, luego rodeo el auto y subió de su lado- ¿Que más vamos a hacer?

Es una sorpresa, Angy -sonrio divertida-

¿Que sentido tiene que lo dejes en una sorpresa? -pregunte frustrada-

Será más divertido así -afirmo mientras ponía en marcha el auto-

¿Tengo que vestirme de alguna forma en especial? -la pelinegra lo pensó un momento-

Pues realmente me encantaría que no te pusieras nada de ropa... Pero no puedo pedirtelo, al menos no por ahora -dijo pensativa y luego se le escapó una sonrisa tímida-

Eso creo... -sonrei nerviosa-

La verdad es que yo también quisiera que me lo pidiera, pero eso no es justo para Cameron... ¿O realmente no importa? La verdad no sé... Jamás había estado en una situación parecida a esta y por eso se me dificulta saber que debo o que puedo hacer.

Pero hablando en serio, ponte muy muy linda -sonrio- te dejare y iré a arreglarme, regresaré por ti a las diez en punto, ¿De acuerdo?

De acuerdo -sonrei-

La pelinegra cumplió dejándome en la puerta de mi edificio, subí hasta mi departamento justamente cuando dieron las ocho y media de la noche; abrí las puertas de mi clóset y revise entre mi ropa algo para usar, no sé exactamente que vamos a hacer así que supongo que voy a usar algo no tan excesivo, tome un vestido color rosa que tiene mangas largas y me llega hasta arriba de la rodilla, unos tacones negros y ropa interior, deje todo sobre la cama y entre a la ducha para momentos después regresar a vestirme, me maquille mínimamente, cepille mi cabello y lo dejé caer sobre mis hombros; terminé minutos a tés de la hora que dictó Lucy para venir por mi, me mire en el espejo y sonreí al notar que realmente me veo bonita. Finalmente tome mi bolso, rocíe un poco de perfume en mi cuello y salí de la habitación justo a tiempo para escuchar el timbre, abrí la puerta y me quedé paralizada al verla... Imponente vestida con un traje negro, usa una blusa delgada de color rojo, usa zapatillas negras, sus labios del mismo color que su blusa, sus ojos remarcados con un delineado fuerte y su cabello suelto.

¿Nos vamos? -sonrio nerviosa-

Claro -sonrei de vuelta-

Cerré la puerta de mi departamento y salí detrás de la pelinegra, entramos al ascensor y un silencio profundo se instaló entre nosotras.

Luces preciosa... -dijo sin mirarme-

¿Tú crees? -ella asintió- la verdad no sabía exactamente que ponerme por qué no sé a dónde iremos...

Pues estás perfecta con lo que sea que uses -se volteo a verme y beso mi mejilla- y espero que te guste a dónde vamos...

Espero que si -sonrei-

Salimos de el ascensor y rápidamente ya estábamos dentro de su auto, el caminó fue largo y bastante silencioso lo cuál agradecí por qué a decir verdad ella me pone ansiosa... Más justo en este momento. Supongo que mis sentimientos por ella no son tan pequeños como yo creía, es obvio que la amo, pero creo que no me había dado cuenta de hasta que punto, ahora que la tengo aquí a mi lado demostrando que es maravillosa es como si todo se volviera muy evidente... Ella es la mujer que amo y tal vez es la mujer a la que amaré por el resto de mis días.

Finalmente nos detuvimos enfrente de un gran edificio, parece más bien una empresa y no sé que hacemos aquí. La pelinegra bajo del auto y yo la seguí, tomo mi mano y nos adentramos en el lugar sin ningún problema, subimos al ascensor y ella presionó el botón para el último piso, no pregunté nada por qué no sé me ocurrió la mejor manera de formular mi pregunta y todas ellas quedaron resueltas cuando las puertas del el cubículo se abrieron.

Resulta que es un hermoso y muy elegante restaurante con una vista magnífica de la cuidad donde vivimos

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Resulta que es un hermoso y muy elegante restaurante con una vista magnífica de la cuidad donde vivimos. Una mesera se nos acercó y sonrió amable.

Buenas noches, ¿Tienen reservación? -pregunto-

Si, reserve una mesa para dos a nombre de Luciana Morgan -declaro la pelinegra bajo mi atenta mirada-

Permítame -reviso algo en la tablet que traía entre sus manos- es correcto, señorita Morgan... Acompañenme, las llevare a su mesa -sin más empezó a caminar con nosotras detrás de ella-

Yo observé anonadada la vista tan hermosa mientras suena de fondo musica que no conozco. Llegamos a nuestra mesa que afortunadamente es una que está pegada a la pared de cristal que da la mejor vista, nos sentamos y no tardaron nada en venir a tomar nuestra orden y hasta después de dos fue cuando preste atención al resto de el restaurante, hay una pista de baile con tan solo un par de parejas en ella bailando, las paredes son negras en algunas partes y de el techo cuelgan bonitas luces en tonos ambar... Sin duda es un lugar que trámite elegancia pura.

Es un lugar hermoso -afirme con una sonrisa-

Me alegra que te esté gustando, fue todo un reto conseguir las reservaciones -admitio- pero valió la pena... -dijo mientras me observa embelesada-

¿Por qué lo dices? -pregunte nerviosa-

Por qué este paisaje queda perfecto contigo -tomo mi mano y depósito un beso en el dorso- ¿Te gustaría bailar conmigo?

¿Bailar? -sonrei- hace muchísimo tiempo que no bailamos...

Pues hay que hacerlo ahora -se puso de pie y me tendió la mano-

Nos dirigimos a la pista de baile, nadie nos dedicó ni una sola mirada, la pelinegra se acerco un poco a mi poniendo una de sus manos en mi cintura y la otra unida a la mía, y así empezamos a bailar al ritmo lento de la canción, finalmente ella acercó su rostro al mío hasta que nuestros labios casi se tocan y acarició mi mejilla con dulzura.

Quiero besarte... -susurro sin alejarse ni un centímetro de mi-

Házlo... -dije casi suplicante-

Finalmente sus labios impactaron con los mios y quise gritar de la emoción.

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