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Volkov abrió los ojos despacio, entrecerrandolos para acostumbrarse a la claridad de aquella habitación, comenzando a sentir un fuerte dolor de cabeza al instante. Sintió un peso leve en su hombro, miró de reojo a Horacio que se encontraba durmiendo arrecostado en este, recordó que fue a visitarle durante la noche, que también le pidió disculpas y demás, una pequeña sonrisa boba se formó en su rostro, sin embargo, se sentía como un completo imbécil al no saber el porqué, aunque también se sentía feliz de haberlo hecho. Se quedó ahí durante unos minutos, pensando en todo lo que había pasado y tratando de soportar el horrible dolor de cabeza que se tenía, escuchó unos cuantos quejidos por parte del moreno, le miró de reojo mientras despertaba, removiendo su cabeza en el hombro del comisario.

—Buenos días, Horacio— El menor se acomodó despacio al oír el saludo del más pálido, le sonrió tiernamente luego de devolverle el saludo y comenzó a tallar sus ojos con cuidado, Volkov lo observó, devolviéndole una sonrisa ladina —Pero no tenías sueño, eh.

—Es que su hombro es muy cómodo, Comisario Bombón— respondió guiñandole un ojo, haciendo que Volkov se echara una carcajada.

—Vale, yo creo que me iré ya, tengo que trabajar y tengo que ir a mi departamento...— mencionó el mayor luego de que pasaran unos minutos.

—Gracias, Volkov.

—Ten buen día, Horacio.

Los labios de Volkov formaron la misma sonrisa boba de antes al escuchar cuando Horacio le agradeció, finalmente agarró sus cosas y salió de aquella habitación, aún con la misma sonrisa. Al salir agarró su celular de la bolsa de su chaqueta para pedir un taxi por medio de este.

—Buen día, Comisario— escuchó a sus espaldas, lo cual hizo que girara para ver de quien se trataba.

—Ah, Hola Sloan.

—¿Qué hace por aquí tan temprano?— preguntó la chica, llevándose una mano hacia su cabello rojizo para acomodarlo, tratando de llamar la atención del apuesto comisario.

—Cosas de tra— hizo una leve pausa, pensando cada una de sus palabras. —cosas personales...

—Ya veo, comisario— la chica hablaba suave, de forma seductora a la vez, esperando que hiciera algún efecto en el peliplateado. —¿No quiere un poco de café?

—No, ya viene mi taxi, gracias— La pelirroja notó el desinterés por parte de Viktor, por lo que prefirió despedirse y adentrarse en el hospital, sin embargo, no hubo respuesta por parte del ruso.

Un rato más tarde ya se encontraba en su departamento, entraba en media hora, así que se apuró lo más que pudo para alistarse e irse en su vehículo hacia comisaría, llegando justo a tiempo para trabajar. Se adentró en el edificio, una vez que pasara su tarjeta para entrar en servicio se dirigió a los vestuarios, en los cuales se encontraba Greco.

—Privet— saludó con una pequeña sonrisa ladina, la cual el de barba notó.

—Buen día, Volkov, ¿a qué se debe esa pequeña sonrisa, mh?— Greco se acercó oara darle un pequeño golpe con el codo, solo para molestar al más alto.

—Eso no le incumbe, Comisario Greco— la sonrisa de Volkov había aumentado, junto con un tono rojizo en sus pálidas mejillas.

—¡Uy uy, anda alegre el ruso— habló con un tono más alto mientras se alejaba, ver a Volkov con una sonrisa no era algo que se veía siempre

Estuvo trabajando trabando todo el día, uno que otro atraco, persecuciones, soportando las bromas de Greco y Conway y más, y todo eso hacía que no lograra sacar a cierta persona de su mente. Aquella sonrisa, sus ojos de diferente color, su piel llena de lunares; era una tremenda obra maestra, pero por otro lado, le daba miedo todo lo que pasaba en su cabeza, no recordaba ni si quiera hace cuánto fue la última vez que se enamoró y eso le daba mucho de que pensar. Una vez llegó a su departamento se fue directo a su cama, dejándose caer en ella y dirigiendo su vista hacia el techo. Estaba cansado, no paraba de darle vueltas a las cosas, sus pensamientos cada vez se hacían más grandes, atormentado su día, sus miedos cada vez aumemtaban aún más y no quería hacer algo de lo que se terminara arrepintiendo, pero el miedo se lo carcomía cada vez más sin poder hacer nada al respecto, o sí pero no lo sabía.

—Maldita sea, Horacio, ¿por qué?— murmulló, llevando sus manos hacia su cara para taparla.

Volkov realmente tenía miedo de como se sentía con respecto a sus sentimientos, estos lo hundían hacia un agujero oscuro del que le costaría salir, a pesar de eso, también se sentía bien con esos sentimientos, se sentía lleno después de todo por lo que pasó en su pasado. Pasó casi una hora pensando en todo lo que le había pasado los últimos días, al igual en que si ir o no al hospital de nuevo, sabía que aunque fuera un poco estaría feliz, a pesar de todas esas cosas que le atormentaban. Agarró sus llaves, sus gafas, su chaqueta y entre otras cosas para salir y cerrar la puerta detrás suya, se dirigió al parking y manejó hasta el hospital, no sin antes pasar a comprar algo para Horacio, no sabía que llevarle por lo que compró un par de paquetitos de gomitas y un chocolate esperando que le gustaran, para él era imposible reconocerse, no sabía ni que estaba haciendo. Se adentró al hospital hasta la habitación del moreno, en la cual estaba él en la camilla de siempre, tocó la puerta dándole golpecitos suaves para esperar aprobación de Horacio y poder pasar.

—Privet, Horacio, volví— sus rojos labios mostraban una sonrisa mientras hablaba, mientras que sus mejillas se tornaban de un leve tono rosado.

—¡Volkov, hola!— saludó el menor, con un tono entusiasmado al ver al ruso.

Pasaron un gran rato de la noche hablando y riendo, hasta que lastimosamente una persona los interrumpió al entrar en la habitación.

—Disculpen caballeros, es que el comisario debe irse para dejar descansar al paciente— mencionó la chica pelirroja tratando de ocultar aquellos celos por el más alto.

—Oh no, no hace falta doctora— Horacio trató de excusarse mientras movía sus manos en forma de negación, pero para la enfermera no fue suficiente.

—Sí hace falta, señor Horacio.

—Sloan, ¿cuándo le dan de alta a Horacio?— la enfermera sintió sus mejillas arder luego de que Volkov le preguntara eso, al igual que sintió una leve presión en el pecho.

—No lo sé Comisario, seguramente en la mañana— trató de disimular sus celos nuevamente, después de todo ni si quiera eral algo.

—Vale, gracias. Ya me iré.

Ambos chicos vieron como la pelirroja salía de la habitación sin decir nada, a decir verdad era algo extraña para ambos, pero no le tomaron mucha importancia.

—Oiga Horacio, ¿le gustaría ir a mi departamento cuando salga de aquí— hizo una leve pausa aguantando sus nerviosismo, tragando saliva para continuar. —Me la paso de puta madre con usted

—Claro Volkov, usted aviseme

—Vale, lo veré cuando salga, Horacio.

—Igualmente, Comisario Bombón— se despidió el menor, guiñándole un ojo haciendo que el mencionado se riera por la acción para luego verlo salir de allí.

Ambos tenían una sonrisa, un tanto boba. Volkov se iba preguntando que fue lo que había hecho, mientras que Horacio trataba de asimilar lo que pasó hace unos minutos atrás.

Víktor se iba subiendo a su Audi cuando su teléfono comenzó a sonar unas siete veces, rápidamente lo sacó de su pantalón, abriendo el chat del cual provenían los mensajes, sus ojos se abrieron aún más, sintió un gran ardor en sus mejillas y su respiración agitarse. Le habían mandado fotos de él junto a Horacio, en la tienda, al salir del Hospital y en su vehículo; le habían estado siguiendo desde hace ratos y no se dio cuenta, trató de ver hasta donde podía, buscando ángulos de donde le pudieron haber tomado la última foto, sin embargo, no había nada ni nadie.

Dirigió su vista al escuchar un nuevo mensaje del mismo número, siento el miedo correr por sus venas al leerlo.

"Aléjate de Horacio sino quieres verlo muerto"

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Ola k tal

Si no actualizo más es porque me apuñaló mi gata, 1beso pa todos

Por cierto, voy a cambiar la descripción porque a decir verdad no tiene nada que ver con la historia lsjdls

𝐒𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐥𝐨 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨? - 𝐕𝐨𝐥𝐤𝐚𝐜𝐢𝐨♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora