009. Vampires

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«Nunca te adentres sola en la oscuridad- le habían dicho- Nunca cruces los callejones desiertos que no llevan a ningún lado, ni tampoco las calles solitarias cuando la luna se halla ocultado, y sea esa oscuridad lo único a tú alrededor»

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«Nunca te adentres sola en la oscuridad- le habían dicho- Nunca cruces los callejones desiertos que no llevan a ningún lado, ni tampoco las calles solitarias cuando la luna se halla ocultado, y sea esa oscuridad lo único a tú alrededor».

Parada frente al espejo empañado de su baño, tiritando con el cuerpo entero cubierto de sudor frío, la cabeza dando vueltas, y el cuello lleno de marcas rojizas; Willow Park deseaba haber prestado más atención a aquellas palabras.

Fue tan sólo 12 horas atrás...

Los alumnos habían abandonado las aulas de clases desde hacía dos horas, y en aquellos pasillos desiertos solo quedaban dos almas.

-¿Estás segura de que no deseas que me quede contigo?- cuestionó Luz, terminando de empacar sus últimas libretas de apuntes.

-Muy segura, Luz- le respondió Willow, aún inmersa en su proyecto de botánica. Quedan solo dos días para entregarlo, Alumnos. Escuchó decir a Mis. Lily en su cabeza.

-Como desees, Willow...- Se rindió Luz finalmente -... Pero ten cuidado al volver a casa ¿Sí?-. Willow le hizo un gesto de despedida con la mano sin siquiera mirarla y Luz, resignada, se fue.

La señorita Park continuó trabajando en su proyecto bajo la luz de la luna que se filtraba por la ventana, por al menos una hora más -o quizás dos- hasta que sintió el cansancio comenzar a roer sus huesos y adueñarse de su cabeza. Ella bostezo; estaba cansada y sabía que - aunque aún no había terminado- tenía que volver a casa.

Afuera, el cielo sobre ella resplandecia de un brillante color índigo -un manto de terciopelo al que llamaban noche- y en el no brillaban las estrellas ni la luna. El aire era mortalmente gélido a su alrededor, y las cortas de ráfagas de brisa que corrían traspasaban la gruesa tela de su abrigo, haciéndola estremecerse de frío.

Ella envolvió sus brazos a su alrededor, abrazándose a misma mientras caminaba silenciosamente por las calles desiertas, dónde las farolas titilaban sin terminar de encenderse nunca, y los opacos vitrales de las tiendas ya cerradas le devolvían el reflejo.

Jamás la habría visto llegar.

Y no tardó en darse cuenta de que en aquellas calles oscuras no había absolutamente nadie por ningún lugar. Era cómo sí caminase por los restos de una ciudad fantasma olvidada tiempo atrás.

-No debe ser tan tarde...- se dijo Willow a sí misma para aplacar los nervios que comenzaban a palpitar en sus venas. -... ¿o sí?- se cuestionó, viendo cómo su aliento se convertía en una débil nube de neblina blanca.

Tap tap... tap.

Se detuvo -o se congeló- en dónde estaba, incapaz de dar otro paso. ¿Acaso había...?

Enemies To Lovers - Boschlow & Lumity OneShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora