Capítulo IX: El Señor Sombra

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El plan sería el siguiente: no teníamos ningún plan.

La mejor manera de actuar era improvisando y vaya, somos un asco haciéndolo, así que Bert, esa misma tarde llamó al Señor Sombra, quedamos de ir a su departamento casi a las cuatro de la tarde el día domingo, justo ese día la tienda cerraba a las tres.

Entonces aquí estábamos, en el pasillo de un viejo edificio de ladrillos rojos, escaleras de madera que sonaba como las rodillas de mi padre y Bert buscando puerta por puerta la numeración, que por cierto, tardaba porqué la pintura de los números estaba completamente desgastada. Yo lo miraba jadeando desde las escaleras, subir tres pisos era agotador y en mi defensa: los escalones eran gigantescos.

– Es éste – escuché decir a Bert mientras achinaba sus ojos para agudizar su vista.

– ¿E-estás seguro? – dude, siempre dudo de Bert.

– Espera – Bert tomó una calada enorme de aire y luego la botó en un suspiro, cerrando sus ojos–. Estoy segurísimo, mueve esas nalgotas para acá.

Asentí y caminé hasta él, definitivamente debía pedirle ayuda a Matt, sobre todo con ejercicios. Caminar hasta donde Bert después de subir tres pisos me hacían sentir que era infinita la caminata para llegar donde él.

En la puerta había una manilla redonda con un huevo en medio, estaba bastante oxidada y la pintura celeste se había caído de ella. Bert la tomó y la caer tres veces sobre una placa del mismo material y estado. Esperamos y nadie salía. Luego volvió hacer lo mismo, pero no había respuesta. Noté que por debajo de la puerta comenzaba a salir una nube espesa de humo blanco, le dí un codazo a Bert indicándole sus pies.

– ¡Mierda hermano! ¡El señor Sombra se está quemando! – gritó el histérico.

Arduamente intentó forzar la manilla de la puerta pero nada, nada resultaba y la verdad, yo me hubiese ido corriendo de ahí, pero el mundo no podía perder a alguien como Matt: perfectamente sexy.

Decidí calmar al histérico con un par de cachetadas, caminé unos cuantos metros lejos de la puerta, me impulsé para tomar fuerza y corrí como pude: choque con la puerta haciendo que mi hombro sonara bastante mal.

La puerta de mierda ni siquiera se movió o crujió.

– Mierda Gerard, eres mi héroe – dijo Bert con ironía.

La puerta se abrió y vimos a una mujer delgada, con bastantes arrugas en su piel, una falda de jeans y una chaqueta a medio abrochar; mostrando sus pechos mal bronceados, su cabello era de un rojo estilo Ronald Mcdonald's. Estaba con un cigarrillo de dudosa procedencia en su mano y masticando un chicle que seguramente ya estaba sin sabor y endureciendose.

– ¿Quién mierda son ustedes? – nos miró de pies a cabeza.

– ¿Está Matt? – pregunté, Bert no podía dejar de mirarle los pechos, golpeé su hombro con el mío.

– ¿Son policías? – negamos, ella se encogió de hombros –. Bien ¡Sombra! – gritó la mujer –. Pasen.

En cuanto pasamos nos dimos cuenta que el departamento no se estaba quemando, era un submarino de marihuana. Todas las ventanas estaban cerradas, el humo era denso e incluso dolían los ojos, todo estaba nublado ahí dentro. Luego de pasar la mujer miró de esquina a esquina el pasillo del edificio y cerró la puerta, pude escuchar al menos cinco seguros.

Entre el humo pude divisar un torno desnudo, lleno de tatuajes y unos pectorales inflamadisimos: era el Señor Sombra.

– ¡Mis nerds favoritos! – lo escuchamos gritar –. Disculpen el desorden, estoy en un nuevo emprendimiento – nos abrazó a ambos.

– No te emociones tanto con el abrazo, Gerard salió del closet y no dudo que le dé vergüenza si se le para – dijo el idiota de mi amigo –. Se le paró en medio culto cristiano.

– ¡Eso es jodidamente genial! – me abrazó más fuerte –. Siempre supe que eras gay, no era normal como mirabas mis brazos y ¿Sabes? Me alegro que seas un semental – sonrió – ¿Se te levantó con mi abrazo?

– Mierda ¿Cuándo será que tenga amigos normales? – suspiré.

– ¡Eso fue un sí! Britney, trae unas cervezas para celebrar la parada.

¿Saben qué era lo peor de tener un amigo cómo Bert? ¡Tener dos iguales!

La mujer caminó hasta la cocina y trajo consigo un doc pack de cervezas baratas,  Matt las recibió, nos entregó una a cada uno y sonrió.

– ¿Qué emprendimiento tienes? – preguntó Bert.

– Verás mi querido Bertie, mis conocimiento de botánica son poderosisimos, y aunque no me quisieras aceptar en la Universidad de Jersey, pues decidí seguir aprendiendo de ese arte – bebió de su cerveza.

– ¿Estuviste leyendo? – pregunté.

– No, tutoriales en Youtube y consejos de Poison Ivy en algunos cómics – sonrió –. Soy micro traficante de marihuana medicinal.

– ¿Micro traficante de marihuana medicinal? – preguntamos en conjunto con Bert.

– Eso es genial – dijo Bert.

Definitivamente tengo amigos idiotas.

[...]

El Señor Sombra nos estuvo hablando de sus aspiraciones como micro traficante y el cómo había creado una sepa tan buena  que era indica y sativa y alucinógena, y no sé de esas mierda, pero todo me parecía un extraño e imposible, pero el estaba seguro que era un gran emprendedor y que pronto sería un gran traficante.

¿Qué en Jersey no es legal el consumo de marihuana? Definitivamente los músculos se estaban comiendo sus neuronas.

Bert le contó el porqué estábamos ahí, Matt no dudó en bromear sobre Frank sin siquiera conocerlo pero muy dispuesto a todo aceptó ayudarme. Su primera meta era llevarme al gimnasio, enseñarme el arte del cuidado del cuerpo y tener una dieta balanceada. Luego Bert salió con sus planes diabólicos.

–... Sí, este chico va todos los jueves a la misma hora, pensaba en hablar con un chico que siempre le.roba los cómics a Gerard y Gerard jamás puede atraparlo, para que así le robé a Frank y se deje atrapar por Gerard...

Mierda, eso sonaba bien, demasiado bien para venir de Bert.

– ¡Bertie! Tu cerebro es sensacional – dijo Matt emocionado.

– Lo sé – sonrió –, sólo me queda hablar con el chico sin que se quiera escapar, el problema es que ahora estoy de vacaciones.

– Te despidieron – aseguré.

– ¡Son vacaciones! – suspiró –, perdón que me exalte Señor Sombra, pero me saca los choros del canasto, como dice mi tía Julia.

– ¿De dónde sacas tantas idioteces? – pregunté extrañado.

Lo bueno de toda esta aventura eran tres cosas: Matt nos ayudaría, quedar ser un drogadicto pasivo por la contaminación del submarino que había hecho y la última pero la más importante: ver sin polera al Señor Sombra.

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Perdón si no cumple con las espectativas, no tengo tiempo de nada 🥺🖤

The Living Shit Out Of Me [×Frerard×]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora