Mine [MinJoong] ATEEZ

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—Si se puede saber, ¿de qué murió la víctima, señor oficial?

—Un paro cardíaco, su corazón se forzó a un ritmo demasiado agitado y luego descendió hasta morir a los segundos-

—Exacto, ¿y yo qué se supone que tengo que ver ahí? Y, sin nombrar el tema de que tengo coartada, según me enteré, el hospital tuvo una falta eléctrica, y yo como aspirante a enfermero leí por ahí que un choque de electricidad a las máquinas en mal estado pueden ser mortales para algunos pacientes.

El oficial estaba frustrado, sabía que lo que el chico de cabello azul decía era totalmente cierto, y es que habían revisado su llave tarjeta para ver si había salido ayer de los dormitorios del campus y claramente salía que HongJoong no había salido del edificio sino hasta hoy por la mañana a sus clases junto a su novio.

—Oye, el tipo me caía mal, no te lo voy a negar porque no creo que a nadie le agrade una persona que trató de desfigurarle el rostro con ácido, pero tampoco le haría un daño así. No soy un monstruo, soy un ser humano que siente, y ahora mismo siento pena por él, ¿okey? Nadie se merece morir solo.

Unos minutos más tarde, fue liberado de la sala de interrogación número dos al no tener nada en su contra.

Igual nunca tendrán nada en mi contra.

La droga que le había inyectado a JongDae funcionó bastante bien, se disolvió de buena forma con el suero y por ello no salía en la autopsia - además de que la droga estaba diseñada para tener componentes similares a los de un suero cualquiera -, dándole así un aspecto de muerte ocasionada por el mismo hospital. Era un maldito genio.

Solo tuvo que esperar unos cortos minutos más y luego MinGi salió de la sala de interrogación número uno con un semblante neutral en su rostro, el cual cambió rápidamente al ver a HongJoong.

—Ahí estás, chaparrito — Pasó una mano por su cintura —, larguemonos de aquí.

—Espera, Gigi — MinGi le prestó toda su atención y HongJoong sonrió —, aprovechando la ocasión y que estamos aquí, ¿no crees que deberíamos acabar con esto de una buena vez?

El rubio sonrió, entendiendo a qué se refería, y asintió mientras mantenía esa misma sonrisa altanera.

—Claro que sí, chaparrito. Ahora sí te dejaran en paz.