Epílogo.

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Me quejo porque estoy en la última fila del avión y hay mucha gente delante esperando a bajar. Estoy inquieto y apurado. Tengo ganas de gritar que hay una bomba para que todos salgan corriendo y apresurar todo tipo de trámite, pero la última vez que lo hice me tuvieron retenido durante dos horas, y no solo recibí críticas de la seguridad de la aerolínea, sino que también de mi acompañante que me amenazó con no volver a viajar juntos nunca más. Me reí hasta que me di cuenta que lo decía en serio. Agradezco el buen servicio a la azafata que nos despide al descender y esquivo la mayoría de los cuerpos para llegar primero a buscar mi equipaje. Parece que mi bolso lo guardaron último o viajó en otro avión porque nunca lo veo aparecer por la cinta. Chequeo la hora en mi celular, envidio a cada uno de los que recuperan sus valijas y tironeo de las tiras del mío apenas lo veo salir por la boca de la cinta mecánica. Tengo ganas de decirle al muchacho que intenta defender el contenido de su mochila que será en vano seguir hablando porque igual se lo van a tomar como no declarado, y cuando vuelvo a sacar el celular me avisan que no lo haga. Respiro cuando logro salir y separarme de todo el gentío, y mientras bajo las escaleras mecánicas, busco el número de Matías para volver a llamarlo.

–¿Cómo andas, Juancho? –me saluda– ¿Ya volviste?

–Estoy saliendo de aeroparque. Se atrasó el vuelo y estoy renegando con un montón de gente.

–¿Necesitas que te pase a buscar?

–No, ahora me pido un taxi –y entrecierro los ojos cuando cruzo las puertas corredizas y me impacta el sol en la cara. Los taxis hacen fila para subir a quienes les estiran las manos– escuchame, necesito que me hagas un favor.

–¿En algún momento de nuestra vida voy a dejar de escuchar esas palabras?

–¿Estás en Tribunales?

–Sí.

–Retrasame el juicio.

–Vos querés que te maten, negro –y me hace reír su tono– empieza en una hora y todas las partes ya están acá.

–Estoy planeando una sorpresa –le cuento y me pierdo un poco viendo como una mujer que viajó conmigo en el asiento de al lado, está sentada en el piso recibiendo un abrazo de su hijo pequeño que le rodea todo el cuello y sonríe emocionado– no es muy difícil. Solo hablá con la jueza y retrasalo media hora o cuarenta minutos.

–¡¿Cuarenta minutos?!

–Es el tiempo que estimo en llegar –extiendo un brazo para llamar un taxi y éste frena a pocos metros. Troto, previo a corroborar que nadie detrás de mí esté agazapado esperando a robármelo– no seas flojo, dale. Te has hecho cargo de cosas peores.

–No es importante que vos estés acá, no entiendo para qué tanto lío.

–Porque ya te dije que es una sorpresa. No le digas a nadie que hablaste conmigo y pedile a Victorio que también tarde en presentarse como abogado defensor.

–Vico ya está acá.

–Que se esconda en el baño –subo al auto y lo escucho bufar– dale, hermano. Me debés dinero –y suelta una carcajada.

–Como se nota que sos abogado, pelotudo –y sonrío victorioso– en cuarenta minutos te quiero acá. Ni más, ni menos.

–Prometido –y corto la comunicación– a Tribunales, por favor –le indico al chofer, y guardo el celular en un bolsillo del bolso.

Me hubiera encantado tardar cuarenta minutos, pero el tráfico en hora pico no ayuda a que pueda llegar puntual. Tardo más de una hora y los últimos quince minutos fueron catastróficos para Matías que ya no sabía que mentira exponer para retrasar el juicio. A él es al primero que veo cuando bajo del taxi en la puerta de Tribunales. De brazos cruzados, vestido para la ocasión laboral y muy serio, antes de saludarme me da un golpe en la cabeza que me hace reír. Le delego mi bolso, entro al trote y voy directamente a la sala donde está arreglado el juicio. Hay mucho bullicio e incomodidad. La gente sentada que oficia de público está inconforme por el tiempo que le hicieron malgastar y yo cruzo por el pasillo central hasta la banca opositora acomodándome el cuello de la camisa. El cliente me mira incomprendido cuando me siento a su lado e igual lo saludo como si nos conociéramos de toda la vida.

ASIGNATURA PENDIENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora