Primer día

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¿Enamorarme? ¿De éste? ¡Ja! Si claro, con lo inexpresivo que es, sería imposible.

— te puedes quedar tranquilo, ni en mis pesadillas— aclaro reincorporandome

— eso espero— se da la vuelta, recoge la maleta y las lleva a la que imaginó, será mi habitación.

Entró y detallo el lugar, no está mal, pero prefiero mi habitación real.

— Desempaque, hay mucho que hacer, el sol se empieza a poner, dese prisa.— lanza las maletas al suelo.

¿A qué se refiere con mucho que hacer?

— ¡no las avientes animal! — grito, pero él ni se inmuta, sale del cuarto, dejándome totalmente aturdida,

¿Es acaso un robot o que?

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Término de desempacar y salgo del cuarto, llevo dos horas aquí y ya me aburrí, el extraño personaje no ha aparecido, quizá no está.

Camino lento, sin emitir algún ruido, no lo veo por ninguna parte, y mucho menos se escucha algún sonido.

¿Se fue?

¡¡¡Al fin sola!!!

Comienzo a recorrer la casa, toda hecha de madera, con cuadros de paisajes y animales salvajes en las paredes, es pequeña, demasiado para mi gusto, pero ya que no sé como regresar a la ciudad, no tengo mi móvil conmigo porque Gabriel me lo quitó y no cuento con medio de transporte, lo único que me queda es éste lugar.

Con lo molesta que estaba la abuela, con suerte no me mando a dormir bajo un puente.

Termino de recorrer el lugar, tiene un baño aparte del que está en mi cuarto, una diminuta sala con un sofá y una mesita al lado, por último la cocina, en la parte de atrás sólo hay dos columpios, y al frente un pequeño muelle directo al lago.

— espero que haya conocido bien la casa, le servirá en un futuro— dice el sujeto, apareciendo tras de mi y sobresaltandome del susto.

— ¿qué haces aquí?— pregunto molesta girando para verlo.

— vivo aquí— responde

¿Aquí? Gabriel no dijo nada de eso.

— no...no me...

— no pienso hacerle nada, deje de balbucear— 

Pasa a mi lado, dirigiéndose a la cocina

— espero que no tenga nada mejor que hacer, porque hay mucho trabajo que realizar— toma agua

— si tengo algo mejor que hacer, estar lejos de ti y tu mal genio — me cruzo de brazos enfadada.

— en ese caso...— deja el vaso limpio en el estante, camina hacia mi y me toma del brazo llevándome con él

— que haces, sueltame!— llegamos al patio y me suelta — trabajará sola, ¿ve esos troncos de ahí?, hay que preparar leña, la noche aquí es fría — me alcanza un hacha — suerte — dice dando la vuelta.

— ¡espera! — me ignora — ¡esta bien! ¡Lo siento! — digo alto, se detiene y voltea — ayudame — me observa como esperando algo — por favor — término.

Inexpresivo como siempre, se acerca nuevamente, tomando el hacha de mis manos. 

Me señala una más pequeña, la tomo intentando imitar lo que él está haciendo, pero fallando espantosamente.

— así no es — se acerca — la está agarrando mal — sin siquiera imaginarlo me rodea por detrás con sus brazos, tomando el hacha por encima de mis manos.

Mi respiración se agita por su cercanía, a mis diecisiete años, es la primera vez que un chico se acerca tanto a mí, para todos soy la rara.

— así — volteo a verlo por sobre mis hombros, intentando mantenerme firme, dirige su mirada a la mia, y  por un momento el tiempo se detiene, pero él acaba con eso, separandose rápidamente.

¡No me importa! Al cabo que ni quería tenerlo cerca!

De repente un extraño frío me invade entera.

Estos serán seis meses en extremo largos.

NOTA:

Gracias por leer ❤️

En la casa del lago [Concluida ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora