Revelaciones

69 13 0
                                    

3 años después...

— ¿entonces no llegarás ahora?.

— no, lo siento, pero dale mis saludos a Sebastián, y un enorme abrazo — escucho un sonido fuerte en la sala, por lo que dejo las partituras de lado y me levanto a ver, lo que Sebastian botó ahora.

— de acuerdo, y tu dale mi saludos a Erick — asiente y cuelga la llamada.

Voy hasta donde está el peque y veo cual ha sido su nueva travesura y...

¡¿Mi trofeo?! ¡No!

¡Ok! Tranquila Ava, solo tiene dos años, es un bebé, y no.sabe.lo que hace.

Lo tomo en brazos y lo siento sobre mi regazo, mientras toco el piano, sé qué así se relaja y se duerme rápidamente.

El teléfono vuelve a sonar, imagino que de nuevo son ellos, Gabriel y Erick, que hablan cada cinco minutos para saber si la casa no ha agarrado fuego, mientras está a mi cuidado.

— seguro es tu papá, tu tío no le quiso pasar el teléfono y seguro quiere hablar contigo — le digo simulando una voz chillona al pequeño castaño, le doy un beso y me levanto con él en brazos para tomar el telefono y contestar.

— hola...

— señora Dawson, ¡es su abuela...!

____________________________________________________________________________________________

Llego lo mas rápido que puedo a la mansión, le encargo a Darla el cuidado de Sebastian y corro escaleras arriba.

Entro al cuarto sin tocar y veo a la abuela totalmente pálida.

— ¿Lucía? ¿Eres tu? — camino entre asentimientos hasta su cama.

La abuela sufre de Alzheimer, fue diagnosticada luego de la boda.

Debido a su enfermedad ella no me recuerda, y ya solo ve las siluetas de las personas o las confunde con personajes de su pasado. Para seguirle la corriente, Gabriel le dijo que yo era mamá, así que cuando vengo me comporto como mamá.

— soy yo — asevero.  Ella sonríe débilmente.

— ¿y mi hijo? ¿A dónde está Bryan?

— está de viaje.

Siempre confunde a Gabriel con papá.

— perdón, señora — darla entra con Sebastian al cuarto — está llorando mucho, creo que tiene sueño, pero no deja que yo lo duerma — asiento comprensible y tomo a mi hijo en brazos.

La abuela comienza a negar y a llorar, intento calmarla, pero entre ella y Sebastian llorando, hasta yo quiero llorar ahora.

— ¡perdoname, Lucía! ¡perdoname! — exclama entre lágrimas

— Sshhh, tranquila — le regreso el niño a Darla, " ya salgo" le digo solo moviendo mis labios, para lo tome.

Carga de nuevo a Sebas y lo lleva fuera.

Una vez más, sin mucho ánimo, pues la abuela nunca fue muy buena conmigo, regreso mi atención a ella.

— ¿por qué? — pregunto, tal vez si me dice, deja de llorar.

— ¡ese niño no es tu hijo! Es de esa mujerzuela — dice entre sollozos.

— lo es, yo lo parí — mejor rio para no ofenderme, después de todo ella está enferma.

Todo lo que dice es por su enfermedad.

— eso no es cierto, tu bebé murió... — deja de llorar y me ve con culpa — nosotros... los cambiamos.

En la casa del lago [Concluida ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora