¿aceptas?

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Me contemplo en el espejo una y otra vez, esta no soy yo... o sí lo soy. La verdad no sé quien soy.

Cuando creí saberlo, la realidad me golpeo fuerte.

— espero que estés lista, los Dawson esperan abajo — dice con tono demandante la peor abuela del mundo.

— ¿y si no bajo? — la reto.

— te vas a Londres para siempre, y ni creas que te daré dinero, no te daré mas que el pasaje de ida. Y posiblemente un abrazo.

— no quiero un maldito abrazo tuyo — la miro por el espejo con desdén, ella solo se muestra soberbia a todo lo que digo —. Eso somos Gabriel y yo para ti. Negocios — la escucho reír —. No te importamos en lo mas mínimo — me levanto y la enfrento.

Se acomoda su chal y me ve sardónica.

— te espero abajo — dice

Da la vuelta y sale de mi habitación, dejándome con la seguridad de que lo que he dicho es verdad, no entiendo por qué Gabriel permite esto.

Seco las lágrimas que salieron de mis ojos, haciéndome lucir totalmente patética ante Verónica Halls, la gran señora, la reina de agroindustrias Pierce, agencias que papá heredó del abuelo, y que se supone Gabriel debería manejar, pero no, la que dice ser mi abuela, se ha dedicado a controlar todo, incluida la vida de Gabriel y la mía.

Me observo una última vez en el espejo, libre de piercing y de maquillaje oscuro.

Ahora parezco una muñequita Barbie de plástico, vestida de la forma como solía hacerlo cuando mis padres vivían, pero tampoco así, soy yo.

Solo fui verdaderamente yo cuando estuve con...

¡No! ¡Esta prohibido pensar en él!

Dejo salir un suspiro de derrota .

Bajo al salón sosteniendo mi vestido de tubo blanco, largo hasta el suelo 

Veo hacia abajo, viendo como todos los invitados de la abuela me detallan con la mirada. Un joven de cabello color castaño y ojos verdes se acerca y me ofrece su mano.

Su descripción es igual a...

No, no me permitiré pensar en él, no ahora.

— ¿así que tu eres Ava? — pregunta sonriente.

— ¿Erick? ¿Cierto? — pregunto ajena.

— Erick Dawson, un gusto — sonríe, pero no le correspondo la sonrisa — tú tampoco quieres ésto, ¿cierto? — dice 

Sus palabras me toman por sorpresa.

Caminamos sin soltar nuestras manos.

— no, pero no tengo opción — me sincero.

Por alguna razón no suelta mi mano todavía.

— ¿por qué te casas conmigo entonces? — abro la boca para contestar, pero los flashes de unas cámaras me distraen.

Llegamos a la entrada del salón de fiestas en la mansión, sin darme cuenta el castaño me trajo aquí.

— ¿qué hacemos aquí? — me detengo viéndolo de frente.

Sonríe y niega

— eres un poco distraída, ¿cierto?

— ¿qué significa ésto? — pregunto un poco molesta.

No hay necesidad que él me conteste, ya que la decoración del lugar me dice todo.

— es nuestra boda — completa él.

— ¿boda? Pensé que solo era la fiesta de compromiso? — niega

¡Quiero gritar del coraje, de nuevo esa señora se salió con la suya!

Una señora de cabello rubio, ojos castaños, se acerca a él y le ofrece su brazo, me mira y me da una sonrisa amable. Erick toma toma su brazo y comienzan a caminar hacia el altar improvisado al otro lado del salón, Gabriel se acerca y me ofrece su brazo, lo veo con reproche y él se muestra triste.

— ¿vamos?.

A regañadientes acepto.

— ¿por qué haces ésto? — digo al tomarlo del brazo.

— lo siento — se detiene y me abraza.

— ¿por ponerte del lado de ella? — me alejo y señaló con la vista a esa que dice ser mi abuela, asiente, seguimos caminando al ritmo de la marcha nupcial. — eramos cómplices Gabriel,¿qué nos pasó? — pregunto al borde del llanto.

Las personas me miran con ternura, creo que se imaginan que mis lágrimas son de emoción, esas que las novias siempre dejan salir al ser el mejor dia de su vida.

Pero ese  no es mi caso.

La persona que amo, es un patán, y es mi hermano, medio hermano.

Y las personas en las que debería confiar, me fallaron.

Sin contar lo mucho que quisiera tener a mis padres a mi lado ahora, y no puedo.

Si ellos estuvieran esto no estaría pasando.

Llegamos y tomo de nuevo la mano de " mi prometido".

— estamos aquí reunidos para celebrar la unión de estos dos jóvenes....

La ceremonia sigue su curso, mientras dejo salir mis lágrimas en silencio, erick me ve de vez en cuando de reojo, aveces me dirige una sonrisa comprensible.

— Erick Augusto Dawson... ¿aceptas a Ava Elena Pierce como tu legítima esposa, para amarla y respetarla, en la salud y enfermedad, riqueza y pobreza, hasta que la muerte los separé? — erick me voltea a ver y me presiona un poco la mano, dándome apoyo, me sonríe y responde 

— acepto.

— ¿y tú Ava Elena Pierce, aceptas a Erick Augusto Dawson, como tu legítimo esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y enfermedad, riqueza y pobreza, hasta que la muerte los separe?.

Y como si no fuera a mí qué me está preguntando, me quedo callada.

— ¿Ava?

Miro al sacerdote y con mi entrecejo fruncido, pregunto: — ¿perdón, que? — digo ida

— ¿aceptas?.

Hasta nunca Elijah Stone.

Al final este es el destino que nos tocó.

— yo... acepto.

Gracias por leer ❤️❤️

En la casa del lago [Concluida ✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora