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Christopher.

Todo vuelve a la normalidad, Ludo vuelve a estar conmigo. Echaba de menos su aroma, su tacto, su todo. Anhelaba sus besos, la dulzura con la que me acaricia, echaba de menos el color azul grisáceo de sus ojos. Verla en el sofá viendo Friends me puso feliz, ¿Que digo? Más que eso. Quería besarla, estrujarle la cara y besarla entera, pero estaba Joe delante. Me quedé unos minutos en el marco de la puerta admirando la belleza de Ludo, ella estaba tan pendiente a la serie que ni se enteró de que estaba mirándola. Joder, aún no me creo que sea mía... ¿Es mía? Esa pregunta lleva rondando me por la cabeza desde que llegué aquí. Una parte de mí sabe que no lo es hasta que deje a Lluís pero la otra parte sabe que si lo es porque yo la hago feliz en todos los sentidos, soy yo quien la vuelve loca, en el buen sentido.

Cada vez que la veo se me dibuja una sonrisa tonta en la cara. Y verla reír con el capítulo me pone más feliz, soy muy afortunado de tenerla conmigo.
Maldigo el día en que me vine a Nueva York, debería estar con ella en casa haciéndole saber a todo el mundo que es solamente mía, si estuviera con ella en casa de mi padre no hubiese empezado con Lluís. Me estoy engañando a mi mismo, no estaría con Lluís si no hubiese pasado aquella tonta pelea en la fiesta, ese día fue horrible para ella, la sature, pero esta vez haré todo lo posible para no hacerla enfadar, quiero que esté conmigo siempre, ella es la indicada, es el amor de mi vida.

Me siento al lado de ella mientras le pasó el brazo por encima de los hombros, ella apoya su delicada cabeza en mi hombro, yo empiezo a acariciarle el hombro con el dedo pulgar. No le prestó nada de atención a la serie, solo tengo ojos para Ludo. Sonrío con cada risa que suelta por los chistes malos que hay en la serie. Nunca entenderé su humor tan raro, pero me encanta.

Tocan al timbre, todos miramos a la puerta, yo miro a Joe que me mira también, quito mi brazo de encima de Ludo, cosa que me molesta porque son segundos perdidos de estar sin tocarla, y me inclino para hablar con Joe.

-¿Quién va a abrir al repartidor?- Dice él.

Yo río y le contesto.

-La última vez fui yo, asique te toca a tí.

-Seras mentiroso, fui yo que recuerdo que hasta abrí la puerta y servi la mesa.

Se excusa él.

-Pero pagué yo la cena la última vez.

Le dejo callado pero no tarda en contestar.

-Nos lo jugamos a piedra, papel o tijeras.- Propone al fin.

Yo me quedo mirándole pensativo hasta que acepto, Ludo ríe mientras pone los ojos en blanco por nuestras niñatadas.

-Por favor, parecéis niños de diez años.

Nosotros la ignoramos mientras jugamos al piedra, papel o tijeras. Finalmente, Joe pierde, maldice mientras yo celebró mi victoria.
Se levanta y va hacia la puerta para abrir al repartidor que nos trae las pizzas.

-¿Y esto es todos los días?- Pregunta Ludo sonriendo.

Me río y vuelvo a pasar mi brazo por sus hombros.

-De vez en cuando, muchas veces acabamos a piñas. Y claramente, gano yo.

Joe al escuchar esto se queja mientras cierra la puerta.

-No le mientas, casi siempre pierdes y acabas en el suelo llorando porque te hago daño.

Yo me levanto riéndome para excusarme de su mentira.

-Pero serás mentiroso, si eres tú quien acaba en el suelo siempre.

Escucho como Ludo se ríe por nuestra discusión. Me encanta verla tan feliz.


Al día siguiente me despierto, miro hacia mi lado derecho y la veo a ella, durmiendo a mi lado abrazada a mi brazo. No era un sueño. Sonrío y la abrazo, ella se retuerce un poco pero sigue durmiendo. Me encanta su aroma, es dulce, tiene un brazo por fuera de la sábana, yo inconscientemente, empiezo a acariciarle el brazo con la punta de mis dedos. Su piel es tan suave que parece que estuviese tocando pétalos de rosas. Veo que un mechón de pelo le estorba en la cara, con delicadeza se lo quito.
Ludo se da la vuelta dormida pero abre los ojos. Es preciosa. Me sonríe nada más mirarme, tontamente, sonrío como ella.

-Buenos días.- Dice con la voz algo ronca.

-Buenos días.- Le respondo tambien.

Me inclino para darle un dulce beso en sus labios. Esos labios los cuales estoy enganchado, sus labios, su cuerpo, su todo me tiene enganchado. Ludo para mí es como una droga difícil de dejar, es mi droga, es el aire que necesito para poder respirar. Sin ella estaría perdido, ni me imagino donde estaría ahora mismo, si en la cárcel o drogandome por ahí. Pero ella, ella me ha salvado, ella ha sido mi luz en mi oscuridad. Esa oscuridad en la que he vívida tanto tiempo, en donde perdí toda esperanza de salir, hasta que llegó ella y me sacó con su luz. Joder, con ella me sale mi lado cursi.
Le acarició la mejilla con delicadeza, ella acomoda su cabeza en mi pecho desnudo y con la yema de sus dedos hace pequeños círculos en él. Le doy un pequeño beso en la cabeza.

-¿Que tal has dormido?- Le pregunto después de un largo silencio. Ella levanta su cabeza para mirarme.

-Genial, porque he dormido contigo.

Le doy otro beso en los labios.

Nos levantamos y vamos hacia la cocina después de vestirnos. Joe está tomándose un café mientras habla por teléfono.

-Buenos días.- Dice Ludo sonriente.

Joe da los buenos días con la cabeza mientras bebe café y tiene en una oreja el teléfono.

Ludo y yo nos hacemos un café y vamos al salón. Allí ponemos la televisión y nos ponemos a ver Padre de familia.
Ludo bromea diciendo que Stewie soy yo por lo ordinario que soy.

Terminamos de desayunar y dejamos las cosas en la cocina.

-Vistete, quiero llevarte a dar una vuelta.- Le digo, ella mira la hora y levanta la cabeza con una ceja enarcada.

-¿No comemos aquí?

Yo me río y la miro.

-Yo invito a comer.

Mientras nos vestimos, discutimos por ver quién paga la comida, claramente, salgo ganando yo. Ojalá estar siempre así, es lo mejor de mi vida.

Entonces, me volvió a besar. (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora