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Christopher.

No entendía como el hijo de puta de Tony estaba en libertad. Llamé a papá para que me pudiese explicar todo pero fue inútil.

Él no podía hacer ya nada, intentó todo lo posible por dejarlo en la cárcel durante más años pero no pudo, Nora se lo había pedido.

Llamé a los mejores abogados que habían para poder meterlo de por vida en prisión, me daba igual cuánto dinero me gastaba pero quería a ese tío lejos de Ludo.

El día antes de la fiesta, Ludo se la pasó triste. No paraba de llorar por la ansiedad que le daba pensar en encontrarse a Tony, o si le hacía algo. Yo la intentaba animar haciendo de todo pero nada cambiaba.
Me dolía verla de esa manera, y más me dolía que todo pasará antes de irse.

Ludo se encontraba en el sofá leyendo mientras que yo estaba con el portátil hablando con uno de los mejores abogados que había encontrado hasta el momento. Me iba a costar bastante dinero, pero no me importaba. Aproveché para pedirle a mi padre más seguridad, tanto en la casa como fuera. Le pedí un guardaespaldas para cuando Ludo saliese, contratamos al mejor de todos, a parte de ser el mejor, era amigo de la familia, así sería mejor la confianza y no estaría Ludo incómoda aunque fuese la primera vez que lo vería.

Zanje el contrato con el abogado, cerré el portátil y me sente junto a Ludo, posó sus piernas encima de las mías y mis manos cayeron en ellas acariciándolas.

-¿Ya terminaste?- Me pregunto cerrando su libro.

-Si, cuando llegues a casa tendrás un guardaespaldas hasta que sea seguro ¿De acuerdo?

Ella asintió con la cabeza sin rechistar. Sé que le gustaba tener su libertad pero ahora mismo era lo mejor para ella, no quería que le pasara nada malo. Me moriría si supiera que estaba desprotegida.

Ludo miró su libro con tristeza.

-¿Crees que me encontrará?- Dijo con la voz temblorosa.

Yo pose mi mano en su cara y le seque una lágrima que escapó de sus ojos.

-No cielo, mientras yo esté no te pasará nada.

Le di un pequeño beso en la punta de la nariz. La miré a los ojos y en ellos vi reflejado a una Ludo chiquitita, tenía miedo.

-¿Vemos una película?- Le dije para hacerla olvidar que su hermano estaba libre, al menos por un rato.

A la mañana siguiente, me levanté mucho antes que Ludo para hacerle un desayuno a lo grande, hoy era el último día que pasabamos juntos en Nueva York antes de volver a casa con las dos fieras que tenemos como padres.

Fui a la cocina y empecé a hacerle unas tostadas, mientras estas se hacían, preparé el café, mientras todo se hacía, aproveché para bajar y comprar una rosa en el pequeño puesto que había justo enfrente del edificio. No tardé más de cinco minutos, volví y vi que las tostadas ya estaban al igual del café, cogí una bandeja en donde puse el plato con tostadas y el café. Unté las tostadas en mantequilla, corté unas cuantas fresas y se las puse por encima formando un corazón.

Cogí la bandeja y se la lleve a la habitación, cuando entré ya estaba despierta, estaba mirando su móvil.
Desvío su mirada hacia mí y al verme con la bandeja de le formó una gran sonrisa.

-Buenos días princesa.- Dije acercándome a ella.

-¿Y esto?- Dijo mientras le entregaba con cuidado la bandeja.

-Pues cómo es el último día que estás aquí quise hacerte este desayuno.

-Gracias, pero no hacía falta cariño.- Dijo dándome un beso en los labios.

Entonces, me volvió a besar. (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora