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Christopher.

Estaba en una reunión, el móvil no paraba de vibrarme en el pantalón. Mierda, odiaba las reuniones, podría ser algo importante. Alomejor Ludo estaba mal y necesitaba hablarme.

Unos minutos después, la reunión es interrumpida por la aparición de uno de los trabajadores.

-Nolan, le reclaman.- Dice cerrando la puerta al terminar de decirme eso.

Yo enarco una ceja ¿Quién me reclamaba? Me disculpo cuando me levantaba.

Salgo junto al empleado que me llevaba hacia una chica, pero no una chica cualquiera, era Ludo. ¿Qué narices hacia aquí? El hombre nos dejó solos, Ludo estaba dudando, parecía que venía corriendo. La verdad es que estaba sexy toda sudada y con esa camisa de tiras.

Le miro a la cara, pero ésta no me mostraba buenas señales. Me acerco a ella para darle un beso en los labios pero me para.

-¿Que ocurre? ¿Que haces aquí?

Ella mira a todos lados indicándome si podíamos ir a un sitio más privado.
Llevo mi mano hacia lo bajo de su espalda y la guío hacia mi despacho en donde podiamos hablar tranquilos.

Cuando llegamos, cierro la puerta y al girarme la veo con lágrimas en los ojos al borde del llanto.

-Ludo ¿Que está pasando?- Al decirle esto empezó a llorar, agachó su pequeña cabeza mirando a su móvil, yo enarco más la ceja, no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo.

Me acerco hacia ella para abrazarla para darle tranquilidad. Cuando me separo de ella, cojo su barbilla con mis dedos y le levanto la cabeza para que me mirase.

-¿Que ocurre?- Le digo dulcemente.

Ella sorbe por la nariz y coge aire antes de hablar.

-Lluis...- Nada más con decir si nombre me puse tiesa. -Se lo ha contado a nuestros padres.

Mi corazón se detuvo un instante. ¿Por qué cojones lo habrá hecho? Maldito hijo de puta. Ludo no paraba de llorar, yo recobro de nuevo el aliento y reacciono.

-Ludo, escúchame, todo saldrá bien ¿De acuerdo? Se lo explicaremos a nuestros padres. Diremos que ha sido un malentendido.- Intento calmarla, pero sé que mis palabras le han dolido, a mi también me duele tener que ocultarlo, pero me parece lo mejor ahora mismo.

Quería gritar que Ludo era mi novia pero todo el mundo ya sabe que somos hermanastros, y está mal visto que estemos saliendo. Joder, me dolía demasiado está situación. La quiero, joder, la amo demasiado como para estar ocultando todo esto.

-Te quiero.- Solo pude decir eso, a Ludo le pilló desprevenida.

Su respuesta fue abrazarme con fuerza con sus pequeños y finos brazos, yo la rodeé con los míos protegiéndola.

-Todo saldrá bien, te lo prometo.

Le besé su pequeña cabeza mientras lloraba en mi pecho.  No quería verla llorar, sino sonreír. Quería ver esa sonrisa que llenaba de luz y alegría todos los lugares a los que iba. Quería ver la sonrisa que hizo que mi corazón volviera a latir, la sonrisa que me hizo creer de nuevo en el amor y la misma sonrisa que me enamoró desde el minuto uno. Desde la vez que nos encontramos en la cocina. La primera vez que discutimos, la primera vez que nos reconciliamos y la primera vez que nos besamos. Todo eso me hizo que me enamorase de ella, y cada día me enamoro más y más de ella.

Le enjugue las lágrimas y le di un pequeño beso en su frente para que estuviese más tranquila.
Se marchó algo más relajada, pero yo aún estaba nervioso. Mire mi móvil y vi todos los mensajes, tanto de Ludo como los de mi padre. « Joder, maldigo Lluís » pensé.

Volví a mi despacho para llamar a papá y así meterle la mentira de que fue un malentendido, pero no funcionó.

Le di un pequeño puñetazo a la mesa cabreado por la situación. Debía arreglar todo esto cuanto antes, Lluís era un cabronazo cuando quería y podía. Encima tenía motivos.

El día pasó lento, solo podía pensar en cómo estaba Ludo y en cómo podía asesinar al cabron de Lluís. Cuando se hizo la hora de irme, corrí hacia mí coche. La verdad no entendía porque no podía irme antes, al fin y al cabo era el hijo del jefe y prácticamente yo también era el jefe.

Llegué a mi coche y pisé a fondo el acelerador, quería llegar a casa cuanto antes, quería ver a Ludo, quería abrazarla, quería besarla y quería hacerla mía en todos los sentidos. Quería que se olvidara de todo lo de hoy, del cabronazo de Lluís y de los mensajes de enfado de su madre.

No tarde más de quince minutos en llegar, subí a toda velocidad y entre en casa. Vi que Joe y Sophia no estaba, agradecí mucho eso, corrí a la habitación y ahí estaba, sentada de nuevo en el pequeño sillón mirando a la nada. Giró su pequeña cabeza hacia mí dirección, tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar.
Dejé caer mi chaqueta y maletín y camine hacia ella para tomar su cara en mis manos y besarla, besarla hasta dejarla sin aliento.

Nuestras le guas se entrelazaban como si de un baile se tratara, llevó sus manos hacia mis muñecas. Me separé de ella y la miré fijamente a sus ojos, esos ojos que me volvían loco.

Su respiración era entrecortada, veía deseo en ella, pero también tristeza, y era lo que ganaba en su interior. Me rompía verla así, quería eliminar todos los malos sentimientos que tenía en ella en ese instante.

-Te quiero. Te prometo que nunca me separará de ti, nada ni nadie. Saldremos de esta situación como hemos salido de otras. Confía en mí.- Apoyé mi frente sobre la suya y cerramos los ojos.

Ella empezó a acariciar mi muñeca como respuesta. Le besé en la frente y la volví a mirar. Joder, era preciosa.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, eso me hizo sonreír a mi también.

-Así quiero verte, sonriendo siempre.

Nos fundimos en otro beso tierno y dulce.

Entonces, me volvió a besar. (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora