Faltaban algunos días para halloween y, como todos los años, Sebastian había sido invitado a una gran fiesta organizada por uno de sus colegas.
Por supuesto, su conejita iría con él.
Esta vez Sebastian no sabía que disfraz ponerse. El año pasado se había disfrazado de vampiro y no quería repetir su traje.
Luego, recordó el disfraz que tenía su conejita y se encendió su bombilla. Eran tan obvio, se tenía que disfrazar de lobo.
Pero ahora, ¿Como sería su disfraz de lobo? Nunca se había disfrazado de eso, no sabía que elegir.
Fuera un milagro o una coincidencia, no importaba, su conejita acababa de llegar de la universidad, tenía una paleta en la boca y un look casual pero cómodo además de su mochila. Sebastian salió de su habitación y se quedó parado en la baranda del segundo piso, contemplaba como su conejita miraba su celular.
- _- Llamo Sebastian con su imponente voz. _ subió su cabeza al instante, encontrándose con la mirada de su Daddy, el cual estaba observándola desde arriba. Él le hizo señas para que subiera y regreso a la habitación.
...
- Oh Daddy.. Este disfraz es muy bonito.. Tomamos una buena decisión.. - _ sonreía mientras qué Sebastian se miraba al espejo.
Había escogido un buen disfraz. Un pantalón marrón oscuro y unos zapatos del mismo color, junto a unos guantes sin dedos que tenían pelo sintético pegado, sobre sus hombros y antebrazos también había de ese pelo y no tenía camisa, dejando al descubierto su torso esculpido por los mismísimos dioses. Una cola y orejas de lobo fueron el toque final, se veía realmente bien.
Los disfraces de ambos combinaban, la conejita Caperucita y el lobo feroz.
Solo faltaba ir a la fiesta, la cual sería el 31 de costumbre, el día de Halloween.
Ropa de _
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