Capítulo 2: Tarde, otra vez.

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K e y l a

Apenas salí del los pasadizos, cerré el espejo para que nadie pudiera descubrirlo, me quite la ropa que tenía y la puse en la cesta de la ropa sucia.

Me cambié rápido, nada extravagante ni formal después de todo solo voy a comer con mi padre. Salí corriendo de mi habitación saltando en un solo pie intentado ponerme el maldito zapato que no quiere entrar en mi pie.

Por fin.

Baje con una sonrisa victoriosa las escaleras, hasta que me tropecé con los cordones de los zapatos que se me olvidó atar y caí de cara.

—Princesa, ¿Se encuentra bien?

—¿Le duele algo?

—¿Cuántos dedos ve aquí?

Esas fueron algunas de las muchas preguntas que me hicieron los cocineros, y sirvientes, mientras me ayudaban a levantarme.

A veces suelo ser algo torpe.

¿A veces o siempre?

Mejor ni opines.

Me hicieron sentarme en una de las muchas sillas que hay en el gran comedor para 24 personas; desafortunadamente la mayoría del tiempo todas las sillas están vacías, ya que casi siempre como sola.

Mi padre solo cena conmigo, generalmente suelo desayunar y almorzar sola, y no es porque él no quiera acompañarme si no que siempre está afuera o en su oficina arreglando asuntos de la manada, o eso es lo que siempre me dice.

—Llamaré a un doctor ahora mismo. —dijo mi Nana haciendo ademán de ir a buscar a algún doctor.

—No es necesario, estoy bien nana. Solo me tropecé, no es para tanto; no soy de cristal.

—Tal vez eso no sea para tanto pero, llegar tarde a la cena otra vez, sí lo es. —reprendio mi padre viéndome seriamente con esa mirada que dice: "¿ahora qué excusa vas a poner?".

—¡AY! —grité de "dolor" exageradamente (también soy una persona demasiado exagerada cuando me lo propongo.) —¿Saben qué? creo que me di un golpe muy fuerte en la cabeza, me siento un poco mareada, todo da vueltas. —dramátice mientras me tiraba en el suelo de forma exagerada. —Tengo mucho frío y calor, hay luz y oscuridad, me voy, me voy muy lejos, me estoy muriendo. —exclamé tosiendo falsamente. —Voy hacia la luz; adiós mundo cruel, adiós. —dije cerrando mis ojos y haciéndome la muerta.

—Deja de actuar Keyla, levántate del piso y explícame por qué llegaste tarde a la cena, otra vez. —ordenó lo suficientemente serio para hacer que me levantara del suelo de un solo salto, sacudiéndome la ropa.

—Estaba leyendo un libro que saqué de la biblioteca. —argumenté en mi defensa restándole importancia a mi pequeña mentira, si me pongo nerviosa mi corazón empezará a latir rapido y como todos aquí son licántropos tienen el oído muy agudo y pueden escuchar mi corazón acelerarse y delatar mi mentira. —No es para tanto, solo fueron unos minutos tarde. —comenté sentándome en la cabecera de la mesa, mi padre esta sentado en la otra.

—Una princesa, no debe llegar tarde. —y aquí vamos de nuevo "una princesa no come con la boca abierta", "una princesa no alza la voz", "una princesa no le deja la cabeza calva a su institutriz mientras duerme", "una princesa no hace esto, no hace aquello, bla, bla, bla...". Yo siempre he pensado que una princesa nunca llega tarde, lo demás siempre llegan antes. Mi padre es un hombre muy estricto. —¿Qué acaso, es que madam Georgia no te ha enseñado a ser puntual?

La Princesa De Las Tinieblas. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora