Capítulo 3: ¿Quién eres?

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K e y l a

En cuanto llegué a la mesa para cenar, mi padre no se encontraba.

Genial, la primera vez que llego temprano para cenar y él no esta.

Eso te pasa por responsable.

Aunque pensándolo mejor... Tal vez, pueda irme y seguir leyen...

—Princesa, su padre debe llegar en un segundo, dijo que estaba ocupado resolviendo algunos asuntos de la manada. —dijo Carmen. Es una de las criadas, me agrada mucho, es muy simpática.

—Gracias por informarme, Carmen.

Fuí hacía el comedor y me senté, espere un rato a que mi padre llegara. Cuando llegó nos pusimos a comer, no hablamos mucho durante la cena, todavía seguía un poco molesta por lo de ayer. Cuando termine de comer, le deseé las buenas noches y subí a mi habitación.

En cuando llegué, fuí a mi armario y me puse la cazadora que me dio nana.

Me adentré en los pasadizos y en cuestión de segundos llegué al jardín, y me adentré en lo más profundo del bosque. Cuando iba caminando hacía mi árbol favorito, sentí un escalofrío.

Algo me dice que no estoy aquí sola.

—¿Quién está ahí? —pregunté a la nada, no podía ver bien y la oscuridad de la noche no ayudaba mucho. —No te tengo miedo. —si como no, eso no me lo creo ni yo misma. —Así que sal de donde quiera que estés o... verás. —amenacé con inseguridad.

—¿O veré qué? —preguntó con gracia una chica que salió de la oscuridad con una capucha que no me dejaba ver su rostro, pero... esa voz se me hacia muy familiar; como si... ya la hubiera escuchado, pero hace mucho tiempo.

—¿Quién eres, y cómo entraste al palacio? —le pregunté a la defensiva. Estaba un poco asustada, y la mejor manera de no aparentarlo que conozco es verme amenazante.

—¿En serio no me reconoces? —preguntó en un tono que no sabía distinguir si era tristeza o molestia, a lo que simplemente negué con inseguridad porque su simple presencia me atemorizaba. —De verás quería pensar que lo harías, pero era obvio que no. Realmente no puedo creer que te hayas olvidado de mí, aunque con el hechizo que te pusieron de pequeña debiste olvidar muchas cosas ¿No es así, Keyla? —me preguntó quitándose la capucha y dejándome ver su rostro, era una chica como de unos 19, era muy hermosa, un poco más alta que yo y tenía el cabello de un hermoso azul eléctrico. Pero, ¿De qué hechizo está hablando ella?

—¿Qué hechizo? ¿Tú quién eres y de qué estás hablando? —pregunté a la defensiva retrocediendo y agarrando una rama de un árbol. —Será mejor que te alejes, tengo un arma y no tengo miedo de usarla.

—Deja de decir tonterías Key, será mejor que no me hagas molestar a menos que quieras que te convierte en sapo. —dijo en un tono amenazante como el de una mamá regañando a su hijo, espera un segundo ¿Será que es una bruja? —Y no, no soy una bruja y tampoco leo la mente. Sé lo que pensabas porque te conozco, ahora baja eso y escúchame, no estoy aquí para ser amenazada con una rama. ¿Está bien?

—De acuerdo... —acepte tirando el "arma" a algún lugar, aún con un poco de desconfianza. Mi curiosidad era más grande que mi sentido de supervivencia. —Ahora dime; ¿Quién eres? ¿Por que dices conocerme? ¿Y de qué hechizo estás hablas?

—Te lo explicaré todo. Pero necesito que guardes silencio y escuches con mucha atención. —asentí en respuesta aún sintiéndome insegura con ella. —Muy bien. Mi nombre es Aurora, soy un hada y tu...

La Princesa De Las Tinieblas. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora