Capítulo 4: La voz.

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K e y l a

Pasé casi todo el día con madam Georgia, consolándola, diciéndole palabras alentadoras, que todo estaría bien, hubo un momento que hasta lloré con ella, no quería dejarla sola, pero ya había acabado la "hora de clases".

No me imagino por lo que está pasando, debe ser muy duro perder alguien que amas con todo el corazón, a alguien por quien darías la vida, por alguien que harías lo fuera con tal de verla sonreír, de solo imaginarlo me pongo triste y me dan ganas de llorar, soy demasiado sensible con este tipo de cosas.

Cuando abrí la puerta de mi habitación me encontré con Aurora acostada en mi cama mirando el techo, primero me asusté, pero cuando vi que era ella me relajé rápidamente.

-Holaaa. -la saludé con una sonrisa tratando de ocultar mi tristeza, no quería que me viera así de débil.

-Tienes 10 segundos para decirme qué es lo que tienes antes de que salga de esta habitación y mate a alguien. -dijo en un tono serio sin dejar de mirar el techo. Pero, cómo fue que...

-¿Cómo supiste que...? -no terminé de formar la oración cuando me interrumpió y ya me estaba respondiendo.

-La forma en la que tratas de evitar mi mirada, tus ojos al igual que tú nariz rojos de tanto llorar, tu voz que se escucha rota y apagada, y tus obvias ganas de llorar, así que será mejor que empieces hablar ya que te quedan 6 segundos... 5... 4... -respondió todo rápidamente que a duras penas me dio tiempo se procesarlo todo.

-No es nada, en serio, solo es que soy un poco sensible no hay nada porqué preocuparse. -dije tratando de tranquilizarla.

-Con eso no me basta, Meredith, será mejor que me digas la razón exacta por lo que estas así.

-Está bien te lo diré, pero relájate. Es sobre madam Georgia... -le conté todo, sobre su hija desaparecida, cuando la vi llorar, su desesperación por encontrarla, su gran tristeza por no poder tenerla junto a ella, y sin querer me puse a llorar de solo recordar la tristeza en los ojos de madam Georgia. -Debiste verla, Aurora, no me quiero imaginar lo que es sentirse así, no poder tener a la persona que más amas, por la quien darías la vida, por la que harías lo que fuera con tal de verla feliz, ella me contó todo. La felicidad y el amor que sintió cuando nació y abrió por primera vez sus ojos, el orgullo que sintió cuando dio sus primeros pasos, sus primeras palabras, me dijo TODO Aurora, ellas no merecen sufrir esto, nadie lo merece.

Y tal como yo hice anteriormente con madam Georgia, Aurora me abrazó diciéndome que estarían bien, que nada malo pasaría, que muy pronto se encontrarían y estarían felices de nuevo como si nada hubiera pasado.

-Todo va a estar bien, Key, pronto encontrarán a su hija y volverán a estar juntas, ellas van a estar bien, lo prometo.

Después de un rato llorando en los brazos de mi guardiana y amiga me quedé dormida en mi cama, pensando en madam Georgia y Camil, y en alguna manera de ayudarlas.

(•••)

Me desperté dos horas más tarde con mucha hambre ya que me perdí el almuerzo, cuando me levanté no vi a Aurora por ninguna parte, pero no me preocupé, sé que no debía estar muy lejos, sé que está cerca cuidándome desde alguna parte.

Ahora estaba en la cocina buscando algo con qué calmar mi hambre y poder aguantar hasta la cena, ya que no quería molestar a ningún sirviente para que me prepará algo de comer, encontré una manzana y me la empecé a comer, con eso podía aguantar.

Mientras comía mi nutritiva manzana, me puse a pensar en todo lo que ha pasado en los últimos dos días. La conversación misteriosa de mi padre con el rey de los vampiros, la aparición de Aurora y todo lo que me dijo con su llegada, las desapariciones en la manada que mencionó Nana y que me confirmo la desaparición de la hija de madam Georgia, los sueños y recuerdos extraños que vienen a mi cabeza de la nada, ¡ah! Y no puedo olvidar mencionar el extraño y mágico libro que apareció de la nada y me dejó mi madre de la cual nunca había sabido nada.

La Princesa De Las Tinieblas. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora