Capítulo 51

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Después de una larga semana de clases, el sábado fui a un supermercado con Scott, ambos nos fuimos en autobús para llegar, hacía tiempo que no salía en compañía para hacer compras, y tenía mucho tiempo sin salir acompañado de Scott, aunque esta vez yo era el acompañante de él, quien era el que iba a hacer compras esta vez.

Nos encontrábamos en el pasillo de objetos y artículos de limpieza, Scott debía asear su hogar, él llevaba el carrito de compras con dos cereales, un litro de leche, tres bombillas y muchas cosas más. La última vez que vine a un supermercado, que casualmente fue éste, conocí a la madre de Charlotte, espero que no pase algo similar conmigo otra vez mientras estoy con Scott, o que me la encuentre y ella decida conocerlo.

(Peligro total)

Dawns me pidió noticias sobre mí, cuando llegamos al super le conté un poco de lo nuevo, no había mucho que contarle aparte de que conocí a William y sobre el guiño que me gané de Rosales. Cuando se lo dije aquel día se molestó. La doctora le gusta molestarlo y me aprovecha a mí para darle los mensajes, y a mí me gusta ver a Scott enojado cuando lo molesto con ella.

—Así que, conociste a un cojo con un bastón que se apellida "Shakespeare" con Tourette. Déjame preguntarte algo: ¿es narciso? —Scott buscaba un producto de limpieza en el pasillo en el que estábamos, no estaba tan lleno de personas, solamente éramos Scott y yo y cuatro personas más.

—Para nada. No está cojo, sólo tiene una pierna más corta que la otra —defendí —, Rosales lo atiende cuando sus tics se disparan.

—Sólo falta que el muchacho convulsione.

—No seas imbécil. ¿Cómo serías tú en esa ocasión? —ataco, Scott al instante me miró y sonrió.

—No lo sé. Pero si supiera que es la diosa Rosales la que me atenderá cuando esté mal, entonces me haría el enfermo o iría a su consultorio para que me atendiera y dejaría que me pusiera sus manos encima. Hasta le diría "tóqueme, doctora, tóqueme que me siento mal y sus majestuosas manos son las que me pueden curar".

En ese momento en el que Scott alardeaba, venía pasando una mujer adulta con su pequeño hijo y escuchó lo último que dijo Scott, ésta le dio una mirada impactada y enojada por lo que ella y su hijo escuchó para luego salir disparada. A Scott no le dio mucha importancia, pero a mí sí, fue algo vergonzoso. Scott señaló al niño con su madre.

—Ése niño será grande algún día y le van a gustar las doctoras. Oye, esa mujer no está mal...

—Lo más curioso es que es invisible —Scott me miró esta vez con confusión luego de meter al carrito un jabón en polvo, un desinfectante y un cloro. Scott soltó unas leves risas sin gracia llenas de confusión.

—Brad, nadie es invisible en una preparatoria. Nadie. Hasta el más enano es visto, y molestado... —Scott lo dijo como si hubiera sido uno de esos que le encantaba arruinar la paciencia en la escuela y que lo hubiera recordado con nostalgia.

—Bueno, a éste nadie le hace caso excepto nosotros. Ya era para que un imbécil le hubiera quitado su bastón y lo hubiera apaleado con él, aunque William fue el primero en decir que golpearía a alguien con su bastón si se atrevían —Scott rió satisfecho.

—Es pata corta pero tiene bolas.

—Cuando lo conocimos parece que nos tuvo confianza al instante como para ponerse en medio del pasillo y gritar que era homosexual como broma —al decir eso Scott detuvo el paso cuando ya íbamos saliendo del pasillo.

—No puede ser. ¿En serio lo hizo? —asentí con la cabeza —Mierda. Si alguien hacía eso en mis tiempos... lo iba a pagar de una mala manera. Cuando estaba en la escuela, había una competencia entre aquellos que les gustaba portarse mal y ser reconocidos por eso, algunos no podían ver a un marica porque instantáneamente iban a molestarlo.

La Excéntrica Relación de un Chico Frío © [Completa✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora