Capítulo 30

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—No lo puedo creer —Charlotte colocó todos los dedos de sus manos en su frente, estaba atónita por verme en su casa.

(En su gran casa)

Yo me recosté contra la puerta del copiloto del Mercedes. Se supone que los domingos son días de paz, no días extraños en los que pasen cosas que no quieres que pase.

—¿Cómo terminaste aquí? —cuestionó Charlotte caminando hacia mí risueña. Me despegué de la puerta para explicarle a Charlotte lo que pasó. Fruncí el ceño antes de contestar.

—No sabes por lo que pasé. Fui al supermercado a comprar mi desayuno, mi almuerzo y cena y me encontré con una mujer similar a ti. Estuve tan curioso que me acerqué a ella y la ayudé en elegir entre un jugo de naranja y uno manzana y después me robó mi cesta con todo y lo pagó, luego me trajo aquí sin decirme nada. Y todo resultó ser que era tu mamá que me conoció por obra y gracia del espíritu santo.

Charlotte se rió a pesar de haberme escuchado enojado.

—Te pido disculpas por eso, tal vez… la veas como una loca, pero no lo es. Mi madre tiene el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, así que no te molestes cuando no se comporte, puede llegar a ser atrevida y muy apresurada.

(Ya sé por qué Charlotte es tan... ella)

Aflojé mi mirada.

—¿Es así todo el tiempo? —me relajé un poco, ahora que sé que actuaba así por un problema, no debo seguir diciendo demás. Ella se puso un poco serena y su postura se puso recta.

—Sí, pero se puede calmar fácilmente. Dale café y se calmará por un rato, dale sopa de pollo y estará tranquila por unas horas —se acercó a mí para susurrarme algo último —. Dale alcohol del fuerte y el bueno y dormirá veinticuatro horas completas y luego se levantará como si nada con las pilas recargadas.

Gente así de activa debe ser agresiva a la hora de consumir alcohol. Es una mujer normal, y yo la llamé loca.

—Tu padre debió esforzarse mucho con tu madre —Paúl debió echarle un ojo miles de veces, quién sabe qué locura pudo cometer Catza en sus tiempos.

Charlotte golpeó mi hombro derecho, golpea fuerte.

—Tampoco está loca. Y sí, mi padre la amaba de verdad y nunca la dejó. Aún no puedo creer que hayas venido a mi casa sin mi invitación y sin mi permiso.

Me encogí de hombros.

—Pues tuve la invitación de tu madre. Parece que ella me hará el desayuno —eso le cayó mal a la rubia, ahora resulta ser que le agrado a Paúl y Catza me ama. Apenas me conoció hoy de una manera alborotada y ya me va hacer un desayuno.

—Agradece que mamá te hará un delicioso desayuno, en mi casa.

—¿Tan horrible te trato cuando vas a mi casa? —tampoco era un marginado, no es mi culpa que Catza me haya traído. Dejé a Charlotte con la boca abierta luciendo indignada. Ahora que la veo, llevaba puesto una franela verde sin mangas dejando al aire parte de su busto, un short blanco ancho y unas chancletas.

—No importa. Pasa, te mostraré mi palacio —alzó sus brazos a los costados haciéndole reverencia a su casa lujosa.

Entré en la casa y Charlotte me mostró todo de pies a cabeza, al entrar te encontrabas con una gran sala con muchos muebles y alfombras, había un sofá familiar con un televisor pantalla plana pegado a la pared delantera, además de muchos jarrones y retratos de fotos en las paredes, el comedor estaba a la izquierda de la sala; yendo hacia delante una vez adentro quedaba la cocina de la casa, era una cocina cerrada, a la derecha quedaban unas escaleras para subir al segundo piso, entre la cocina y las escaleras quedaba un pequeño espacio donde había una puerta iluminada por un foco amarillo, ese debía ser el baño. Las paredes estaban pintadas de verde y azul, era muy bonita y olía a flores.

La Excéntrica Relación de un Chico Frío © [Completa✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora