Cada día en la escuela podía ser emocionante o exasperante, cada día algo podía pasar siendo bueno o malo, algo que deseabas ver anteriormente o algo que te arruinaría la paciencia y el día, es como un equilibrio entre lo bueno y lo malo que podría ocurrir día a día, y siempre es inesperado, pero he estado lo suficiente aquí como para decir que pasan más cosas malas que acaban con la paciencia de alguien que las cosas buenas.
Alguna cosa buena aquí sería saber que el profesor de física, Benson, faltó hoy a la escuela. Es algo emocionante. Si no falta, siempre es algo malo, y más cuando hace un examen sorpresa en plena clase sin haber terminado de explicar del todo lo que se vio.
Había llegado un poco tarde a la escuela que de costumbre. Estaba en mi casillero dejando y sacando algunos cuadernos, no faltaba mucho para que la campana sonara para indicarnos que debíamos entrar a la primera clase, hasta que de repente la Diosa Rosales llegó a mí de la nada y se apoyó de unos casilleros a mi izquierda con los brazos cruzados junto con su bata puesta y blusa formal púrpura debajo de ella, estaba mirando lejos pero se veía intranquila, impaciente, parecía esperar que dijera algo o diera la iniciativa de hablarle.
—¿Buenos días...? —hablé, ella no tardó en responder enseguida.
—Ella se disculpó conmigo… —anunció por lo bajo y de una manera fría.
Esperé unos instantes, me costó escucharla y asumir qué dijo.
—¿Cómo dice?
—Alexandra llegó a mi consultorio temprano y se disculpó conmigo —ya veo, parece que le tomó por sorpresa —. Me costó creerle al principio pero se veía tan sincera y adorable...
(¿Qué mierda...?)
Cerré mi casillero y la vi al instante.
—¿Ha dormido bien, doctora?
—Sé que soné extraña diciendo que Alexandra se veía “adorable”, pero eso no es un efecto por insomnio o por no haber dormido bien últimamente. Y sí, he dormido de maravilla —no sé si fue sarcasmo o la verdad, ella ni siquiera me miraba a los ojos, incluso se ruborizó un poco al decir que Alexandra sonó adorable.
—Cayó en sus encantos...
—No, no. Claro que no, pero no está mal recibir una disculpa… —en ese momento la campana sonó —Hasta luego, Bradley. No te metas en problemas —la vi marcharse, hasta luce sensual caminando con su bata puesta y todo, ella siempre lleva una falda ajustada o un pantalón oscuro formal ajustado también.
—No prometo nada —musito bajo y me dirigí al salón. No había visto a Charlotte desde que llegué, ella tampoco parece haber intentado buscarme, aunque siempre me encuentra, es puntual con su llegada y nunca falta a clases.
Hay veces que no deseas estar o entrar en una clase, crees que será algo eterno, que te aburrirá como siempre y deseas no estar ahí escuchando tanta palabrería, y lo único que te salva es que el tiempo pasa rápido y ya termina la clase y puedes respirar, eso hasta que recuerdas que tienes más clases por delante y es básicamente lo mismo: explican, planifican y prueban. Hubieron algunas veces que no entraba a clases, todas en el año pasado, simplemente me aburría o no quería entrar, y me iba al patio de la escuela, pero siempre me encontraban y me regañaban para luego mandarme al salón.
Ahora no lo hago, estoy controlado ya que es mi último año escolar y debo destacar en las clases y calificaciones, aunque no estaría mal hacer unas últimas cositas aquí, como dije antes: me gustaría dejar mi huella aquí como lo hizo Scott, pero él lo hizo de una manera que sobrepasa mis límites, además de que no me siento capaz de realizar las mismas cosas que él hizo. Pensándolo bien, creo que ya dejé mi huella, sí, desde que llegué e hice lo que me hizo popular con una mala fama que no me molesta para nada.
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La Excéntrica Relación de un Chico Frío © [Completa✔️]
Teen FictionBradley Jones piensa que una vida feliz no depende sola y únicamente de amistad y amor, y de otros factores; no todo es color de rosas o azul como un cielo despejado de nubes. Jones solamente se centra en graduarse en el último año de preparatoria c...