Al Resguardo

Cuidando Sus Espaldas

Otras semanas pasaron, mucho más rápido de lo que Pansy nunca había percibido pues estaba tan distraída que ni llegaba a notarlo, pero en el buen sentido, porque, para cuando quiso darse cuenta, se encontraba riendo, cubierta de pintura, muy lejos de que le importase que su cabello ahora fuese de color verde, ni que el de Teddy fuese morado o que el de los gemelos fuese blanco, aunque sí quedó demostrado que no le gustaba el rubio en Harry, aunque su risa la contradijese.

No había habido nada mejor que disfrutar de ver como los gemelos pelirrojos molestaban a Harry con cada una de sus bromas, y el azabache se las dejaba pasar solo por escuchar la risa de Pansy por ser cómplice de estos.

Lo importante era que los señores Weasley tenían nuevas habitaciones, aisladas de la madriguera, donde estarían más tranquilos mientras el caos se vivía en la construcción más destartalada con la llegada de Charlie Weasley, su prometida, Leilani Calhoun, y los dos hijos de ésta con su anterior matrimonio, Demian y Annie.

Más allá de ver las nuevas caras, Pansy lo tomó con calma, manteniendo la misma distancia que ellos le daban, pero siendo siempre acompañada por Teddy, quien la llevaba de un lado a otro o la entretenía al ayudarle con la tarea del colegio, enseñándole lo poco que podía pues el atorrante siempre lograba escabullirse para jugar.

Cuando quiso darse cuenta de todo lo que hacía, ya era parte de su rutina despertarse temprano y ayudar al enano a vestir su uniforme para que estuviese listo al momento en el que Harry terminaba su ducha matutina, y esperarlos junto a Molly para su desayuno. Incluso en la noche era la encargada de leer el cuento elegido por Teddy, aunque sospechaba que solo lo hacía para evitar la ducha que Harry lo obligaba a dar.

Harry se sentía receloso de su ahijado y de ella a la vez, pues ahora era él quien se sentía ignorado, peor aun cuando Hermione decidió que era un buen momento para vacacionar con sus padres por la proximidad de las fiestas. Unas fiestas que lo tenían haciendo locuras, como la de estar parado frente a la puerta de una pequeña cabaña maltrecha y vieja, en medio del bosque, en un pueblo muggle, en medio de la nada, y con el crudo invierno calando por sus entrañas.

Había estado cinco minutos parado allí, tratando de tomar el coraje de no equivocarse pues el resultado afectaría no solo a él sino que a su ahijado, pero un puño se asomó por detrás y se le adelantó y golpeó la madera frente a él.

- Saldrá bien. Lo investigué lo más que pude. – Comentó la voz a su espalda, y no necesitó voltear para saber que su hermano pelirrojo estaba de nuevo cubriendo su espalda.

Ronald Weasley se había tomado unos minutos para viajar a Londres y estar a su lado para confrontar a Lyall Lupin, el supuesto abuelo de Teddy, y así poder descubrir sus intenciones. Más tarde iba Harry a interrogar al pelirrojo para saber cómo es que sabía sobre Lyall, pues no había querido avisarle, por un lado por todo el drama con Hermione y su nuevo trabajo, y por otro porque creyó que era mejor aclarar el asunto por su cuenta. A Hermione directamente no le había hecho mención de que Remus Lupin aún tenía un padre vivo, debido a que con su embarazo estaba mucho más sensible y no la quería a su lado para exponerla al peligro.

- Veo que viene acompañado, señor Potter. – Exclamó el hombre tras abrir la puerta, con una sonrisa amistosa.

- Espero que no le moleste, pero no es la primera vez que intentan fingir ser pariente mío o de mi ahijado. – Respondió Harry con confianza al entrar cuando les dejó paso libre.

- Además, soy el tío favorito del atorrante. Mi nombre es Ronald Weasley. – Extendió la mano el pelirrojo muy tranquilo, dándole la confianza a Harry para que bajara la guardia sin culpas.

El hombre era genuino, castaño, delgado y alto como Harry recordaba a su difunto profesor de defensa, e incluso con el mismo carácter tranquilo y sumiso, pero dispuesto a tomar su lugar como el abuelo que debía ser para su nieto.