Deseo de Amor

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+18 - El que avisa no traiciona =)

Debió sospecharlo, intuirlo o hasta predecirlo, pero reaccionó cuando ya era demasiado tarde. Pansy murmuraba incoherencias entre sueños, transpiraba e incluso lloraba, así que para cuando ella logró abrir sus ojos, Harry ya estaba de rodillas al lado del cabezal de su cama suplicándole que volviese a respirar.

Quiso echarle la culpa a la comida muggle que le había traído para hacer las paces, pero ninguna excusa parecería ser suficiente para que ella se aferrara a él, con tal desespero que parecía creer que hasta el aire lo mataría, por como lo asfixiaba.

- Estás bien. Estoy contigo. - Susurró Harry, conteniéndola en sus brazos, masajeando su cabellera mientras ella sollozaba con su rostro escondido en su cuello.

Pero, en ese momento, lo que menos le importaba a ella era sobre su propia persona.

Que le hablara del ataque a Draco, de las visitas de su padre al despacho de Harry, de la salida al callejón Diagon y de sus recuerdos, todo en conjunto, la había llevado a presenciar las muertes de Harry, de los Weasley y de Teddy, una y otra, y otra vez. Una pesadilla cuyo fin parecía solo un circulo vicioso en el que por más que intentase no podía cambiar el hecho de tener el cuerpo de Harry a sus pies, ni que tampoco podía escapar de las garras de su padre pues al Harry estar muerto no le quedaba nadie que saliese a buscarla, nadie que la sostuviese de esa forma tan cálida como la de ahora.

El aroma a chocolate, aunque lo aborrecía en cualquiera de sus comidas, proveniente de Harry parecía despertar una calma inmediata cuando llegaba a ella, era su debilidad. Harry estaba vivo, abrazándola y acariciándola como si le perteneciese, y extrañamente eso le parecía correcto, aunque su primer instinto fue alejarlo.

- Lo siento. - Dijo apenada por su brusquedad, pero Harry solo sonrió condescendiente.

- Descuida. ¿Estás mejor?

- ¿Podrías... quedarte un rato más?

Parecía una pregunta tonta pues la cama del otro estaba prácticamente a cuatro pasos, pero el azabache pareció comprenderlo, asintió y antes de que se acomodara en el piso, Pansy se removió para dejarle lugar suficiente para que se recostara a su lado, ambos de lado, de frente al otro, sin siquiera tocarse, salvo por el agarre que él le dio a su mano. Con un sorpresivo beso en su frente, Harry la instó a dormir al cerrar también sus ojos.

Harry podía estar muy cansado, pues recién haber llegado de una misión de una semana, tener el encontronazo con ella por su travesía en el callejón y discutir por ignorar las indicaciones de sus jefes, parecía no importar nada al sentir como el sutil movimiento de su flequillo fuera de su cara podía mantenerlo en vela, o tan sencillamente era porque era Pansy quien lo provocaba.

- Eso hace cosquillas. - Farfulló Harry con su voz cansina, sin abrir los ojos.

- Lo siento. - Murmuró Pansy avergonzada, alejando su mano como si quemara, pero sin quitarle la mirada de encima.

Mentiría si no había estado intentando buscar algún detalle en su rostro que pudiese serle de ayuda si tenía otra vez una pesadilla de esa calaña, para identificarlo con rapidez, pero se había quedado embelesada, salvo por ese mechón de cabello que le había estado escondiendo una pequeña y minúscula cicatriz en su ceja izquierda, antepuesta a la del rayo que parecía casi un borrón en su frente.

Pero ahí estaba eso que necesitaba para saber que estaba bien, el verde de sus ojos observándola, y no pudo evitar ruborizarse, deslumbrando al azabache, pues los haces de luz que otorgaba la Luna llena esa noche recaían sobre ella, otorgándole un brillo especial. Harry pensó que de pronto los ojos de Pansy se veían grises, pero, imitándola, decidió que quería quitarse la duda y remover su cabello para detrás de su oreja, no sin rozar intencionalmente sin querer la piel de su mejilla, descubriéndola tan suave como la de esa mano que siempre le sostenía, con la misma calidez.

Al ResguardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora