𝙿𝚊𝚛𝚎𝚗𝚝𝚜.

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We have pollitos.

Tras el embarazo de la heroína Feline, ella tuvo que retirarse de su trabajo por algún tiempo, así podría llevar una vida gestante, tranquila y fuera de peligro para los, no uno, si no dos bebés, que venían en camino.

Hawks estaba nervioso. No había un manual o guía de cómo ser padre. Y si lo había, lo necesitaba con urgencia, pues dentro de pocas semanas, sería el gran día dónde su mujer traería al mundo sus retoños.
Pensó en preguntarle a Endeavor, pero dado a que, era odiado por sus hijos, lo mejor fue no hacerlo e investigar entre libros por su cuenta.

—Llegué a casa...

Hawks se quitó sus botas y con unas plumas bermellón, hizo que llevarán aquella bolsa de papel hasta la encimera de la cocina, dejándola ahí para regresar a sus alas.

—¡Bienvenido! —se escuchó desde el baño.

Colgó su chaqueta en el perchero que había en la entrada y estiró ligeramente sus alas, haciendo que todas sus plumas se dispersaran en cada lugar de la casa y si espalda quedase libre.

Los pasos de su esposa fueron lentos hasta él, y lo primero que hizo fue darle un beso y pasar la palma de su mano por la gran barriga de su amada.

—Hols niños, ya llegó papi... —sonrió poniéndose de cuclillas, apegando su oído para escuchar o sentir algún movimiento.

—Espera cariño, quiero sentarme...

Keigo se levantó y tomó de sus manos, ayudándola a llegar hasta uno de los sillones para que descansara, llevando algunas plumas alrededor de ella para que le hicieran compañía.

Hanabi sonrió enternecida.

—Compré algunos dulces y fresas frescas en el súper, sé cuánto te gustan.

Besó con dulzura la mejilla de su mujer, acariciando su vientre, la miró para que ella hablara.

—Muchas gracias Keigo. —dijo dando un beso en la nariz del rubio.

Sintió una corriente eléctrica recorrer toda su espalda, feliz ante aquel acto de su esposa, empezó a repartir pequeños besitos en las mejillas de Hanabi, quien movía su cola con cierta alegría.

—Voy a lavar lo que compré y las traeré.

El rubio se puso de pie, caminando hasta las bolsas para hacer lo que había dicho. Las orbes sol de su esposa se posaron en él y ella sonrió.

[🍯]

Un grito agudo y de dolor se escuchó en la entrada del hospital, asustando a todos en el establecimiento por oír la voz desgarradora.

—Disculpen a mi marido.

Hanabi caminó lento mientras tenía una mueca de dolor, con una mano en su espalda baja y otra en su vientre, la sangre se desliza a por sus piernas hasta llegar a la blanca loza.

Keigo se desmayó al ver la sangre caer, y unas enfermeras fueron a ayudarlo mientras otro par de acercaba con silla de ruedas a la heroína, llevándola a la sala de parto.
Ella trataba de no gritar mucho, controlarse ante las contracciones, pero eran demasiado dolorosas y cada vez más fuertes.

Retomó aire mientras una mujer le limpiaba el sudor con una toalla húmeda, y el impertinente de su pareja entró.

—¡Estoy aquí preciosa!

Fue corriendo hasta ella, tomando un mano de ella, se arrepintió al instante de hacerlo.
Hanabi gritó mientras pujaba, y no solo era uno, si no dos bebés.

𝐊𝐞𝐢𝐠𝐨 𝐓𝐚𝐤𝐚𝐦𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora