𝙿𝚘𝚒𝚜𝚘𝚗.

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You're bad for me.

Dabi's special shot/ Spoilers
•Quirkless! Oc.

Es simplemente un arte presenciar la decadencia de un ser humano, cayendo hacia el abismo más profundo.
Y qué peor manera de hacerlo, que depender de alguien de la peor forma posible.

En el peor de los escenarios, de la misma persona que abusaba de ti mentalmente.

—¡Dabi!—la azabache corrió hacia el pelinegro que cerraba la puerta tras él, recibiendo entre sus brazos a la joven que le daba la bienvenida.

Sonrió ligeramente, acariciando la cabeza de Hanabi.

—Bienvenido a casa.

Las orbes zafiro pasearon por el rostro de  de su pequeña amante, apreciando el calor corporal que le brindaba en aquellas noches de invierno.

—Te extrañé.

El más alto sonrió regalándole un beso en la frente, cargándola en brazos para  llevarla hasta uno de los sillones para poder reposar en, pasando sus ojos por las muñecas y tobillos de su amada.

—Mira, las heridas ya están cicatrizando.

Una dulce sonrisa se asomó en su rostro, alzando sus manos, pues el mismo culpable de aquellas heridas, había sido él hace mucho. Tampoco se imaginó caer tanto por alguien que simplemente era una prisionera, denigrada y maltratada.

[🍯]

—¿De qué te sirvió secuestrarla?

Shigaraki se sentó mientras recostaba uno de sus codos en la barra de madera. Mientras que con la misma mano, rascaba su cuello con suavidad, mirando de reojo el cuerpo semidesnudo y sucio de la chica. Encogido, tembloroso ante los ojos que estaban posados en su ser.

—Siempre hay una ventaja que se puede aprovechar.

Acarició la cabeza de la más baja, quien se sobresaltó ante ello.
Y en sus orbes doradas se podía notar el miedo que emanaban.

—¿Y en qué nos ayuda en eso?

—Me ha brindado muy buena información, y no saben con quién ha estado relacionada...

Los que ocupaban esa sala se acercaron a la pareja que había llegado, tratando de encontrarle sentido a lo que decía el pelinegro.

—Hawks.

Aquel seudónimo del héroe que ocupaba uno de los primeros lugares, retumbó entre La Liga de Villanos, interesados en escuchar lo que aquella chica tenía por decir.

—Tranquilos, yo ya sé todo lo necesario.

—¿La vas a matar? —Himiko balanceó sus piernas con diversión. —¿La puedo tener yo?

—Silencio, perra loca. La única razón por la que está aquí, es porque es... —Dabi la miró, notando cómo se estremecía ante cada caricia que era dada en su cabellera. —Demasiado astuta para querer escapar. Es lo único que admiro de ella.

—P-Por favor... —masculló la azabache.— Déjame ir, prometo no declarar nada ante nadie, solo déjame....

Cubrió su cara con ambas manos, escuchando la risa socarrona del oji azul que era su propio rehén.

𝐊𝐞𝐢𝐠𝐨 𝐓𝐚𝐤𝐚𝐦𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora