𝙷𝚘𝚝 𝚍𝚊𝚢.

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I want cold kisses.

El calor azotaba a laciudad de Tokyo con fuerza, mientras todos compran agua para saciar la sed de la inminente temperatura que afectaba sus cuerpos.

Gracias a su día de descanso, se ponía frente la ventilador, recostada en el suelo, el gran ventanal estaba abierto.
Todo el sofoco que sentía era demasiado, tanto que las paletas de colores heladas que había comido, no eran suficientes.

Rodó por el suelo con pereza, escuchando cómo el artefacto que emanaba aire se movía de un lado a otro. Sus cortos cabellos estaban sujetados en dos mini colitas a la altura de su nuca.

Aún hay helado en el congelador...

Pensó, alzando su cabeza hacia la misma, pero luego negó, pues no quería enfermarse luego. Estar enfermo en época de verano es lo peor.
Bostezó, apagando la televisión y dándole la espalda al ventilador, cerrando sus ojos para poder dormir.

No pudo, porque el sonido del aleteo y botas en el piso resonó, alertando a la chica que se despertó de inmediato y se puso a la defensiva como un gato agresivo.

—¿Keigo?

Vió al mismo en el piso sentado y con las alas hacia abajo, con gotas de agua resbalando por su rostro y cabellera, incluso sus pobladas cejas estaban hacia abajo.

—¿A ti qué te pasó?

Se acercó al alado qué miraba fijamente hacia el piso, ni siquiera alzaba el rostro cuando lo llamó al llegar, como si de n trance se tratara.

Se empezó a preocupar cuando se agachó hasta él y no le respondía.

—Keigo, cariño. ¿Qué pasa?

Ahora sí logró llamar su atención, captando los dorados orbes del joven, quién seguía sin decir alguna palabra.

No, todo estaba bien.

Él había hecho algo.

—¿Ahora qué hiciste?— Hanabi entrecerró sus ojos, y la mirada, que se agrandó del rubio, lo delató por completo.— Keigo Takami. —se puso de pie con ambas manos sosteniendo firmemente si cintura. —¿Qué fue lo que hiciste?

Hawks abrió su boca para hablar, por fin.

—Yo...—volvió a entrar en su trance, sí, definitivamente había hecho algo.

Yoshida hizo un ademán para que prosiguiera con sus palabras.

—¿Si te acuerdas de la fuente que está a unas calles de aquí?

Takami parecía un niño pequeño mientras hacía círculos en el piso con uno de sus dedos, mirando hacia abajo.

Yoshida trató de procesar lo que el rubio le decía, mirando hacia otro lugar para descifrar lo que dijo. No parecía avergonzado, era como si alguien lo hubiera regañado.

—Dime que no...

La chica que estaba de pie volvió a mirarlo, él solo asintió sin mirarla a los ojos aún.

𝐊𝐞𝐢𝐠𝐨 𝐓𝐚𝐤𝐚𝐦𝐢→𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora