Capítulo 31

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Cuenta Tini
Toqué desesperadamente la puerta de su departamento con millones de lágrimas en los ojos. Fue un alivio cuando lo llamé al salir del café y me dijo que regresó al depto luego de pasar por un Auto-Mac. Apenas abrió la puerta lo empujé varias veces por el pecho con todas mis fuerzas y me agarró por las muñecas para detenerme.

Sebas: ¡Pará! ¿Qué haces?

Me solté de mala gana y lo volví a empujar antes de pasarle por al lado. Sobre la mesita de vidrio ubicada en el centro del living estaba en el sillón y la apagué. Sebastian cerró la puerta y se giró hacia mí escupiendo fuego.

Sebas: ¿Qué mierda es lo que te pasa ahora?

Durante todo el camino hacia acá me concentré en mantener la faceta de mujer fuerte, pero claramente no lo logré. No podía calmarme ni dejar de llorar. Me miró preocupado y quiso acercarse, pero me alejé. Tensó la mandíbula y vi como de a poco fue apareciendo la vena de su frente.

Sebas: ¿Por qué carajo estás llorando?

Tini: Cande me dijo que Ricky...

No sabía cómo terminar la frase, porque literalmente no sabía que fue exactamente lo que ella quiso decir, pero sé que era algo muy malo. Respiré profundo varias veces antes de seguir hablando bajo su mirada confundida y enojada.

Sebas: ¿Ricky qué?

Estaba inquieto buscando una respuesta en mis ojos.

Tini: ¿Ricky alguna vez me engañó?

Mi voz salió con un fuerte temblor y lo miré fijo a los ojos. Tenía la expectativa de que Sebastian saltara a reclamarme de donde había sacado esa estupidez, pero en cambio agachó la mirada y cerró los ojos con fuerza. Cubrí mi boca con mis manos sin poder creer lo que su gesto me confirmó.

Me había engañado. La persona a quien amé tanto me había engañado.

Sebastian caminó hasta el sillón y se sentó apoyando sus codos en las rodillas. Se cubrió el rostro con las manos y luego las apartó.

Sebas: ¿Qué te dijo Cande?

Me miró cauteloso.

Tini: ¡No pienso irme de acá hasta que me respondas!

Me acerqué a él sintiendo como el cuerpo entero me temblaba, pero Sebastian se quedó callado y desvió la mirada.

Tini: Por favor Sebastian.

Me restregué las lágrimas de la cara con la mano mientras mi desespero crecía a paso rápido.

Tini: Sebastian...

Sus ojos volvieron a conectarse con los míos. Su rostro estaba muy serio, prácticamente lo había puesto entre la espada y la pared.

Sebas: ¿Qué es lo que queres saber?

Apreté mis manos en puños y mi respiración se aceleró.

Tini: ¿Qué pasó? ¿Qué hizo?

Ya estaba perdiendo la fuerza para volver a gritarle. Sebastian suspiró y volvió a desviar la mirada.

Sebas: Veni, sentate.

Me hablo en un tono suave y sin mirarme a los ojos. Le hice caso sintiendo como el corazón casi se me salía del pecho, pero me senté en el otro extremos de ese lugar donde tantas veces Sebastian y yo nos hicimos uno.

Sebas: Él te amaba muchísimo, eso es lo primero que te voy a decir porque es lo que debes recordar siempre, sin importar nada.

Sus palabras no hicieron más que alterarme.

Después | SebastiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora