Cuenta Tini
Mi mamá, Mariana, muy fiel a la religión católica, esperó a que me terminara de recuperar de los golpes, y de prácticamente todo, para organizar una misa en nombre de Caro y Ricky. Mamá y Lizardo, el psicólogo, me preguntaron si ya estaba emocionalmente lista para recibir la ola de emociones que se me vendrían encima, pero la verdad es que nadie está preparado para eso.Miré con desagrado a los fotógrafos que disimulaban muy mal eso de esconderse en el patio de la iglesia, que está al lado de la misma. Mi mamá trabaja en los medios hace varios años y el mundo mediático se conmocionó al enterarse de lo que pasó, pero me daba bronca que no respeten un momento como este.
La iglesia estaba repleta en este soleado domingo por la mañana. Sentía la mirada de muchos a mis espaldas ya que era la primera vez que salía de casa desde el accidente. También estaban muchos de mis compañeros de la facultad y del colegio. Me hablaban, me abrazaban, me daban ánimos y yo solo asentía sin separarme mucho de mis papás.
Me sentía como un cachorro indefenso al que todo el mundo le tiene lástima por la tragedia que le ocurrió. Los papás de Ricky, que son como unos segundos padres para mí, estaban con un semblante triste y verlos me parió el corazón en mil pedazos. Mis papás me contaron que cuando estaba inconsciente ellos fueron a visitarme al hospital varías veces, pero después del funeral se fueron por un tiempo a Venezuela. Los Montaner eran de allá, pero se mudaron a Buenos Aires hace 5 años.
Me los imaginé el día del funeral, en el cual no estuve presente porque mi vida colgaba de un hilo, y eso fue lo que me bastó para soltar todas las lágrimas que me estaba aguantando. Claramente tampoco estuve en el funeral de mi hermana. Todo esto me seguía pareciendo un chiste horrible.
El cura de la iglesia hablaba y no podía concentrarme en lo que decía, a pesar de que me encontraba en primera fila al lado de mis papás.
Lo único que hacía era preguntarme ¿Por qué a mi no? Yo también iba en ese auto, yo también estaba con ellos ¿Por qué? ¿Qué hago sentada acá?
Seguía agobiada y asfixiada. Miré a mis padres y me agarró un dolor horrible al ver sus rostros sin ese brillo que los caracterizaba. Solo pasaron un poco más de dos meses, pero siento como si lleváramos la mitad de nuestra vida hundidos en la tristeza. Me levanté y caminé por el largo pasillo de la iglesia hasta la salida de la misma, sintiendo una vez más la mirada de todos a mis espaldas. Desde afuera se podía escuchar el eco de la voz del padre resonando en el lugar y me abracé a mí misma cuando el viento sopló fuerte.
Cerré los ojos tomando un gran bocado de aire y al exhalar me quebré nuevamente en llanto.
Un taxi estacionó en la calle de enfrente y desde lejos pude ver cuando se bajó alguien que vestía ropa oscura. Cruzó la calle corriendo, cuando estuvo más cerca lo reconocí y lo miré con tristeza. Él parecía sorprendido de verme. Se empezó a acercarse hasta pararse enfrente mío y su perfume de siempre me dio escalofríos. Su mano se enredó en mi pelo, me pegó sutilmente a su cuerpo, lo abracé por la cintura y me beso la frente al mismo tiempo que su otra mano hacía un paulatino recorrido por mi espalda.
Me tembló el cuerpo entero.
Pasé lentamente mi cachete por su remera con el fin de hacer desaparecer las lagrimas que corrían por mi cara. Al levantar mi rostro, mis ojos se encontraron con los suyos totalmente cristalizados al igual que los míos y se relamió los labios mientras yo examinaba su rostro demacrado por la tristeza.
No recordaba cuando fue la última vez que lo vi, pero volver a vernos en estas circunstancias era algo que ninguno de los dos se hubiese imaginado.
Tini: ¿Dónde estabas? -Pregunté con un hilo de voz.
Sebas: ¿Dónde estaba? Estoy acá como hace dos meses, me tomé el primer vuelo apenas me enteré ¿Dónde estabas vos?
Me soltó y me separé.
Tini: Sabes muy bien dónde estaba Sebastian. Estaba en mi casa con psicólogos y fisioterapeutas controlándome día y noche, pasándola bomba eh.
Lanzó una carcajada con cierto tono ácido.
Sebas: Pero cuando te dieron el alta podrías haber ido a visitar a sus padres, darles un abrazo y decirles que lo sentías, llamarlos... ¿tenes idea de cómo están ellos?
El resentimiento con el que hacía sus preguntas me sorprendió. Acto seguido a eso se mordió el labio y negó con la cabeza como si estuviese desaprobando mi manera de llevar mi duelo.
Sebas: Lamento mucho lo de tu hermana, en serio, pero ella no fue la única.
Tragó fuerte y me miró furioso soltando un llanto que ya no podía controlar.
Respiré profundo antes de hablar porque no podía creer que esta persona me esté juzgando en el medio de una misa en la memoria de mi fallecida hermana, y de mi novio.
Tini: Ya sé que no fue la única. Necesitaba hacer reposo y terapia, no podía salir de casa.
¿Cómo tiene la valentía de hablarme así después de todo lo que me pasó?
Sebas: No, perdón pero esas son excusas, no te costaba nada ir unos minutos al cementerio. Lo enterraron acá y no en Venezuela como Marlene y Ricardo querían ¿sabías? ¡Al menos podrías haber pasado por su casa! Lo hicieron todos, menos vos Martina. Después de lo que todo el mundo hizo por vos y por tu familia...
Su grito con la voz quebrada fue acompañado de una mirada fulminante, y de repente lo entendí todo: él me echaba la culpa a mí del accidente que tuvimos.
Quisiera decir que podía soportar su injusto ataque contra mí, pero cada una de sus palabras se sentían como cuchillos clavándose en las distintas partes de mi cuerpo.
Negué con la cabeza.
Tini: No voy a discutir esto con vos Sebastian, no hoy, no ahora, no acá.
Sus facciones duras se relajaron y nos miramos fijamente por unos segundos. Me pasó por un costado con la intención de entrar a la iglesia, pero sentí a mis espaldas cuando se detuvo.
Sebas: Le dije que no fuera...
Me giré cuando lo escuché hablar y sus ojos marrones volvieron a penetrar los míos.
Sebas: La noche anterior le dije que no fuera, que la ruta estaba muy rota, pero no le importó. Él solo quería complacerte a vos.
Tini: ¡Córtala de una vez Sebastian! Yo fui la que perdió a su hermana y al amor de su vida de un segundo a otro, si lo que intentas es lastimarme con tus palabras entonces pierdes el tiempo, porque el dolor que siento desde ese día ya no se compara con nada.
Mentí, sus palabras si dolían.
Me llevé las manos al rostro porque quería dejar de llorar en frente de él y me maldije a mí misma por haber salido de esa casa. Intenté mantener lo poco que me quedaba de estabilidad.
Tini: Sé que vos y yo no nos llevamos bien desde que nos conocimos hace más de dos años pero por hoy tratemos de llevar la ceremonia en paz, estoy atravesando cosas fuertes y no se lo deseo ni a la peor persona del mundo.
Sebastian apretó las manos en puño sin sacar la expresión de rabia y dolor en su rostro.
Sebas: Por primera vez en tu vida deja de mirarte el ombligo Martina. No fuiste la única que perdió a alguien ni la única que siente dolor, todas esas personas que están ahí adentro se encuentran igual o peor que vos.
Tini: No perdí solo a alguien, perdí a dos de las personas más importantes de mi vida y de la manera más trágica, pero a Ricky lo amé más que a nada, es y será el amor de mi vida siempre, y vos no tenes ni idea lo que es perder un amor así.
Le sostuve la mirada y sentí el temblor de mi mandíbula. Sus ojos seguían llenos de lágrimas, pero en su cara ya no había odio, había una gran tristeza igual que la mía.
Sebas: ¿Decís que no tengo idea? Ricky era mi mejor amigo, mi hermano, mi familia y mi hogar.
Luego de esas palabras donde expresó su dolor, se dio media vuelta y entró a la iglesia.
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Finalmente no era Sebas el novio de Tinita para el momento del accidente!!! Qué pasará ahora???
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Después | Sebastini
FanficEsta historia es completamente ADAPTADA. Todos los créditos a su autora original.