18. Un día con Kentaro

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No sabía cómo llegó a esto, pero simplemente estaba ahí, sentada en un autobús lleno de gente sudorosa, acompañada de Kentaro. Insistió en llevar al menos la nevera de la bebida, pero el chico se negó, mostrando sus musculosos brazos al cargar con todas las cosas con una camisa sin mangas. Admiró la vista, sí, pero se sintió mal porque el rubio tuvo que cargar con todo hasta la orilla.

Sí, no pregunten cómo pero ambos salieron juntos a la playa. Aunque más bien fue porque [Nombre] comentó que iba a ir a la playa, extrañamente nadie podía acompañarla menos Kyotani, entonces el equipo mandó a su perro guardián para proteger a su gerente.

Nada más llegar pusieron sus toallas en una zona un poco más apartada, para poder tener más tranquilidad. El chico colocó la sombrilla y sin nada que hacer observó cómo la joven se tumbaba leyendo un libro. Él no tenía nada que hacer, tampoco le importaba quedarse ahí sin hacer nada, parecía un cachorro al lado de su dueña, esperando sentado para bañarse o hacer algo divertido. [Nombre] cerró el libro luego de algún tiempo, al sentir la penetrante mirada de su acompañante.

─¿Quieres bañarte? No tenías por qué esperarme.

─Da igual.

─Entonces vamos, voy a cambiarme a los baños públicos, enseguida vuelvo.

Agarró su bolsa, se cambió rápidamente y aprovechó para echarse la crema solar, cuando llegó, Kentaro ya estaba en bañador, y juraría que empezó a hacer más calor al estar cerca de él. Movió la cabeza, borrando los pensamientos mientras se deshacía de la única prenda que llevaba, quedando completamente en bikini.

─¿Vamos?

Asintió evitando sonrojarse al ver a la chica, siguiéndola como un cachorro hasta el mar. Mientras que Kentaro entró de golpe, sin siquiera tiritar un poco, la joven se tomó su tiempo, pasando un poco de frío ante la temperatura del agua. Nadaban tranquilamente durante un rato, empezaron una pequeña guerra de agua pero [Nombre] se rindió porque no quería terminar ahogada ese día. Por eso propuso mejor construir un pequeño castillo de arena.

Kentaro estaba amontonando la arena con ambas manos, sin quitar sus ojos de la figura femenina, que llevaba un vaso para poder moldear la arena junto con agua. Estaban intentando hacer algo bonito, pero él era muy brusco cuando trataba de moldear, lo que le causó gracia a la joven. En un momento un balón de vóley rodó hasta los pies de la chica, que agarró el objeto y vio cómo unos chicos la llamaban para devolver su pelota. Con una sonrisa amable caminó hacia ellos para entregarla.

─¡Muchas gracias!

Iba a negar, restándole importancia hasta que sintió como unos brazos rodeaban su cintura, atrayéndola al cuerpo del teñido. Parpadeó sorprendida al ver como su compañero mandaba miradas de muerte a los otros, que estaban temblando de miedo. Cuando la arrastró de vuelta a la sombrilla, miró al chico con una ceja levantada.

─¿Eso que ha sido?

Frunció el ceño con los mofletes colorados, girando la cabeza y escondiéndose en su toalla, fingiendo querer descansar.

─N-nada.







─N-nada

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Pasó bastante tiempo, como estuvo metida en su lectura no se dio cuenta de que Kentaro se había quedado dormido al sol hasta que la sombrilla casi se cae. Se preocupó por él, ya que que se te queme la piel es doloroso aparte de dañino. Se sorprendió al ver la espalda del contrario, estaba totalmente igual, como si el sol no pudiera afectarle en lo más mínimo, aun así le hecho la crema por si acaso, despertándole en el proceso.

Ver a Kyotani bostezar mientras se frotaba los ojos fue una de las cosas más maravillosas que le pasó en mucho tiempo, y solo ella pudo contemplar el lado más manso de aquel chico. Casi se la para el corazón, pero se recuperó rápido.

─¿Qué pasa? 

Tenía la voz adormilada y suave, al contrario de como es normalmente, grave y rasposa. Otro infarto para la chica, que negó rápidamente señalando el bote de crema. Suspiró una vez que termino de ayudar a su compañero, sentándose a observar como la marea iba y venía, vio a unos cuantos muchachos con palos, intentando cazar pequeños peces, se quedó asombrada cuando uno atrapó un pez bastante grande. Esto, que no pasó por desapercibido para el teñido, hizo que su ceño se frunciera.

Se levantó sin decir nada, caminando hacia el mar, gruñendo a los chicos que cazaban mientras su gerente observaba atentamente sus acciones, estuvo un rato quieto, mirando las cristalinas aguas, hasta que de un momento a otro se movió rápidamente atrapando un pez mayor al del otro niño. Ahora sí le había dado un infarto a [Nombre] al ver como Kentaro sonreía alzando el animal en sus manos. Incluso se sonrojó al ver la deslumbrante dentadura del chico, combinada con los últimos rayos del sol, fundiéndose en el infinito del horizonte.

Se la quemó un fusible, se recompuso después de varios minutos, donde prácticamente había oscurecido por completo. Con la imagen de aquella sonrisa grabada en su cabeza se dispuso a recoger todo para regresar a casa, otra vez, Kentaro cargó todo porque no permitiría que ella llevara nada.

Al sentirse mal por él decidió parar en un pequeño puesto de helados, invitando al chico por las molestias de tener que acompañarla y hacer el esfuerzo de llevar todo lo pesado. También se ofreció a acompañarlo a casa, lo cual muy a regañadientes aceptó.

Cuando estaban en la puerta del chico [Nombre] aprovechó el momento para abrazarlo, dándole infinitas gracias por aguantarla por un día entero. Kyotani solo negó, gruñendo con la cara extremadamente roja, se despidió y cuando cerró la puerta se deslizó sobre esta, quedando sentado. Se llevó la mano al corazón, sintiendo como palpitaba fuertemente contra su pecho.

Esta vez a él le dio un infarto. Quería que lo abrazase de nuevo.

𝗜𝗱𝗶𝗼𝘁𝘀┃Aoba JōsaiWhere stories live. Discover now