Escena 12

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Boun POV
En la mañana hice mi rutina y me vestí, me puse un pantalón corto y un suéter, ambos de color negro, tomé las llaves del auto y otras cosas. Me fui al apartamento de Prem. Teníamos una cita en el parque de diversiones. Él me esperaba en la entrada del edificio, llevaba puesto el mismo conjunto que yo pero en blanco. Subió al auto y le di un pequeño beso. En el parque me hizo subirme con él a lo más peligroso que viera. Al mediodía le entró el hambre, a pesar de que había comido todo tipo de golosinas. Después de almorzar le compré un helado.
-Deberías aprender a comer, pareces un niño- Dije mientras observaba helado en sus labios. Lo besé para limpiarlo.
-Hia, no hagas eso. Hay gente viéndonos.
-Déjalo ver. Eres mi novio y no hay niños cerca.
-Pero no hay hacer los gestos amorosos en exceso.
-Fue solo un beso Prem.
-Está bien, vamos.- Estábamos caminando tranquilos cuando dijo. -Quiero montar ese. - señala a donde hay muchas personas gritando.
-¿Por qué tiene que ser ese? Las personas están asustadas, dando vueltas y van de cabeza la mayor parte del tiempo.
-Le temes a la adrenalina? ¿Quién es el niño?
-No me asusta, pero ¿no puedes ser como las personas normales y montar cosas menos peligrosas? Se te va a salir el almuerzo.
-Hia.... vamos- rogando con un puchero. -quiero ese.
-Está bien. Luego no te quejes de dolor.- Y como si supiera que iba a pasar. Al instante de bajarnos, Prem comenzó a quejarse de que su estómago daba vueltas. Cosa que aproveché para quitarle de la cabeza sus locos planes y sentarnos o caminar.
Cuando llegó la noche subimos a la noria.
-¿Estás feliz de venir?
-Sí P´. Quería ver las luces desde lo alto de la noria.
-Un día te llevaré a ver la aurora. Haremos todo lo que te gusta.- Dije dando un beso largo, el que había estado conteniendo todo el día. Nos detuvo el sonido de su incansable estómago.
-¿Tienes hambre?
-Sí, mucho- Dijo riendo.
-Lo imaginé.- Antes de llegar a casa fuimos a un restaurante. Esta noche dormimos en mi departamento. Prem se quedó dormido minutos después de caer en la cama, yo me dediqué a verlo dormir hasta que tambié cedí.
En la mañana salí a comprar el desayuno, puesto que soy malo en la cocina y Prem estaba durmiendo aún. Cuando regresé él estaba viendo una película, listo en la sala esperando por su comida.
-¿Por qué solo vemos películas?- Dije mientras me sentaba a su lado en el sofá.
-Porque tú me despiertas siempre en la mejor parte de mi profundo sueño y me levanto perezoso.
-¿Eso significa que sueñas conmigo?
-Imbécil. Si no te invito yo, nunca tendremos citas normales.
-Oh, ¿esa es tú declaración?
-En tus sueños.
-No lo creo. En mis sueños besaría cada parte de tu cuerpo. -Me paso la lengua por los labios, pues sé que a él se le suben los colores al rostro.
-Maldito pervertido. ¿No tienes otro tema?... No respondas, mejor cierra la boca. -me regaña serio.
-Cuando me pidas que la abra te haré cosas que ni te imaginas.
-Ya ganaste. Mira tú solo la película mientras yo regreso a dormir.- Se levanta y camina en dirección al cuarto.
-¿Y qué hago con tu desayuno?
-No quiero.
-¿Y los Lays que compré...?- En seguida regresó y se detuvo frente a mí. Era buena idea comprarle los malditos Lays en las mañanas.
-Haré lo que me pidas si me das los Lays.- Dijo sonriendo con los ojos llenos de brillo de felicidad mientras miraba el sobre amarillo.
-Igual no pensaba dártelos gratis. Siéntate aquí- señalé para que se sentara sobre mí.
-¡Eso es trampa!
-Ven Pao, veamos la película juntos.
-Tú.... - Protestó pero igual accedió y se sentó en mi regazo con los Lays mientras dejaba que hiciera mis "cosas". Pronto Prem comenzó a exitarse y a besarme, esta vez era él quien se movía en busca de contacto y mimos. No tardó en dejar su aperitivo y enfocarse en el postre. El plan de ir al centro comercial o ver la película dejó de ser prioridad. Pronto perdimos la ropa en el suelo y el control ante el deseo. No demoré en estar dentro de él, su entrepierna tenía clara señal de excitación y la mía no quedaba atrás. Nos besábamos frenéticamente mientras el sofá rechinaba por sus movimientos de cadera que me hacían dar embestidas más rápidas y profundas. Prem no dejaba de gemir mi nombre mientras hacía nuevas marcas media lunas en mi espalda. Lo besé para ahogar los gritos y maldiciones que salían de la boca carnosa y povocativa de mi chico y, bajé a besar su cuello y a deleitarme con mordiscos en sus pezones. Una y otra vez, entre cada orgasmo, retomábamos la pélicula por donde estuviese, aunque ya no entendía de qué se trataba. No salimos de casa después de eso, Prem podía dar pasos solo para llegar a la cama y reanudar su sueño después de desayunar, hasta que se despertara por más.

Una RespuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora