✨Episodio XV✨

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Los copos de nieve caían sin propósito alguno sobre las calles que ya estaban adornadas de blanco. Podía verlo desde su ventana, aquellos copos de nieve traviesos que aterrizaban con desdén. Una excelente vista que dejaban ver a los niños jugando con la nieve, los autos pasar e incluso ver alguna que otra ave volando elegantemente en los alrededores con fervor.

Eso en ciencia cierta no lo distraía, la hacía pensar más en ella, porque ella era tan hermosa como la nieve, pero a la vez tan fría. Aunque, últimamente iba viendo la faceta más humana de Rukia Kuchiki, eso le gustaba, le gustaba mucho la faceta humana de la Shinigami. Pero hace casi dos semanas se estrelló fuertemente con la realidad, la verdad de que eran de distintos mundos... Él un Quincy, ella una Shinigami.

— Ya deja de pensar en ella —. Kuchiki debía recuperarse en la sociedad de almas, el mundo donde pertenece. Si no lo hacía no se recuperaría. Para él, esos días sin verla le afectaron mucho, estaba un poco más amargado eso lo notaban los otros, más distante, más solitario. Poco a poco comprendía que el problema no era estar solo, estaba acostumbrado a la soledad. El problema era que ya no quería estar solo...  Tampoco estar con  cualquiera ... Quería estar con ella.

Se escuchó el soplar de la tetera, el agua estaba lista. Se levantó con pereza sin dejar de pensar en nada más que en esos ojos violetas y cabello azabache corto. Si seguía así iba volverse loco, debía comprender que estaba allá por su bien, debía comprender que no era ni por su orgullo Quincy qué no está con él... Era porque en verdad eran diferentes.

— Aunque no puedo simplemente decirle que pare, esto que tengo en el pecho no entiende de palabras y es idiota. —. Sonrió un poco, dejando caer el agua caliente a las hojas secas, dejando que aquella agua se vuelvan de un color amarillento —. ¿Que estará haciendo? — .

Recordó aquel entonces, que tenía que despedirse de ella, después de todo se quedaría y la misión de rescatarla estaba hecha. El viento soplaba el cabello de la azabache quién estaba recostada de un árbol, habían hablado poco a decir verdad, más que nada se comunicaban con la mirada, pero era suficiente para ambos por alguna razón.

— Ahora que estás bien, tendré que regresar. Y tú debes quedarte —. Dijo un poco incomodo mientras rascaba su nuca —. Harás falta allá, pero debes recuperarte. Debés en cuando pasa por allí.

— Claro que sí, seguro que vuelvo —. Su sonrisa sincera, aquella que tanto anhelaba que fueran para él se la regalaba sin esfuerzo, se ruborizó ligeramente —. Muchas gracias por ir a por mí —. Fue efímero pero se grabó en su mente eternamente como si hubieran durado mucho tiempo. Rukia lo abrazo fugazmente, sintiendo por milímetros de segundos, el latir de su corazón, su respirar y su calor. Así tan rápido como empezó, acabó, separándose de él inmediatamente —. Nos vemos .

Ahora no podía quitarle de su mente, era imposible por más que intentó, no podía liberse de aquellos recuerdos que carcomian su mente.

Se recargó de aquella pared, desde allí se veía muy bien la ventana.  Por ende en cuanto vio aquella garganta abrirse, pero carente de energía espiritual. Dejó caer sin querer aquélla taza, rompiéndose en fragmentos grandes sobre el piso limpio.

— No, otra vez no —. Dijo entre dientes, dejando que sus pies se movieran solos. Tomando del armario la primera chaqueta, bufanda y zapatos que vió mientras corría a todo dar.

Bajar las escaleras mientra subía el cierre de su camisa era complicado cuando recién se había colocado los zapatos y seguidamente apretaba aquella bufanda de color azul índigo.

— No siento el rieatsu —. Susurró mientras tropezaba con el último escalón, casi chocando con una señora que hacía las compras. «¡Ten más cuidado, idiota!», logro escucharla pero no dio tiempo de responder. mientras más se acercaba podía verse un grupo de silueta que se distribuía a distintas partes.

— ¡Vaya!, Ustedes gusanos si que son rápidos entrometidos. Me acuerdo que cuando intenté llevarme a esa chica te entrometiste, pero al parecer no aprenden la lección —. Uryu dirigió la mirada a la sonrisa más psicópata de Grimmjow, mientras extendía su mano — Cero —.

Lo esquivo por los pelos mientras pensaba una estrategia que suceda en un tipo tan demente como el arrancar. Su arco apareció, haciendo que expulsará la mayor cantidad de flechas que pudiese. Grimmjow las esquivaba una por una.

— Débil —. Cuando fue a atacarlo logro esquivar su golpe, la vez que con su pie se impulsaba hacia atrás con ayuda del mismo cuerpo de Grimmjow —. Así que sabés moverte.

— Hasta cuando tú seguirás con vida —. Dijo mientras lanzaba más flechas, atacando mientras hacía una circunferencia. Esquivar los ataques múltiples del espada eran más fáciles si iba durante aquella posición.

— Ya me estás aburriendo —. Cuando iba empezar a pelear en serio al igual que Uryu quién no había tomado muy enserio el combate tampoco. Un hielo delgado congeló al espada. Los ojos de Uryu que antes eran opacos, se iluminaron con fervor. Rukia Kuchiki estaba allí.

Tu Me Cambiaste La Vida (Uryu X Rukia) Completada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora