Catorce.

1K 58 5
                                        

La cabeza seguía dándome vueltas y estaba por vomitar todo lo que tenía en mi estomago a causa del horrible olor y la escena que tenía en frente de mis ojos. Era una masacre y no conocía a nadie que fuera capaz de hacer de hacerlo, al menos que fuera un loco con serios problemas, o un demonio. Tenía un gusto agrió en mi boca, quería simplemente escupir la saliva con tan mal sabor o tomar un buen vaso de agua para calmar la sed que llevaba. Mi mirada se clavo en Jackson que se encontraba apoyado contra la pared con suma tranquilidad, como si no hubiera nada que hacer más que esperar a que todo ocurriera solo. Nunca volvería a salir con nadie sin conocerlo bien primero, bueno, quizá nunca volvía a salir con nadie en toda mi vida porque la verdad era que esto me dejaría un grande trauma. Me ardían las muñecas, las cuales estaban muy lastimadas de tanto luchar por soltarme, la carne se rosaba contra la soga y me hacía soltar maldiciones por debajo, dolía mucho. Estaba como enferma y en cuando note que no soportaría una lucha cuerpo a cuerpo deje de tratar de soltarme, era en vano.

— ¿Qué es lo que quieres? — susurré, con la garganta seca.

—Ya lo verás, paciencia. — dijo, sonriendo coqueto —. Haces muchas preguntas, ¿están al tanto de eso?

Y lo estaba, no sabía cuando tiempo había pasado pero cada dos minutos volvía a preguntar algo diferente o una pregunta repetida, no entendía porque estaba yo allí y porque a los cazadores. ¿Por qué no matarme ahora y ahorrarme el sufrimiento? Pensé eso y cerré los ojos, deseando que todo terminara rápido y de una vez por todas. Sin dolor.

(https://www.youtube.com/watch?v=5ZtMHSOq50Q les recomiendo para leer).

Las hojas de los arboles se movían lentamente al compás del viento, haciendo que el coque de estás produjera sonido. Otra vez estaba descalza. No sabía cómo es que había llegado en el medio de una ruta. Llevaba conmigo mi ropa, pero no los zapatos. Camine con cuidado mirando hacía todos lados, esperando no clavarme nada en los pies, escuchando pasos detrás de mí. Mire hacía todos lados y sin importarme ya mis pies descalzos comencé a correr a cualquier dirección, sintiendo como mi cuerpo se llenaba de terror.

Mi pecho subía y bajaba rápido con desesperación, mis piernas cada vez podían menos, era como si en cualquier momento se fueran a quebrar. Observe detrás de mi hombro, sin dejar de correr, observando a un hombre detrás de mí. No podía verle la cara, solamente veía sus ojos verdes, llenos de terror y oscuridad, no eran ojos de una persona.

Seguí corriendo, poniendo todo de mí. “¡Nadie puede salvarte ahora!” gritaba el hombre a mis espaldas con voz furiosa, no parecía cansarse de correr. Tropecé con mis propios pies, golpeándome la cabeza contra la dura calle, un hilo de sangre resbalo de este. Maldije. Trate de pararme pero no pude, todo se iba desmoronando.

“Nadie puede salvarte ahora”.

Di mi cuerpo vuelta para poder ver al hombre parado enfrente mío, teniendo un cuchillo que apenas pude observar, enterrándomelo en el estomago.

Lo último que vi fueron esos ojos, casi vi el rostro pero… desperté.

Me ahogué con mi propia saliva al despertar, tosiendo fuertemente y sintiendo como si fuera a escupir un pulmón entero en cualquier momento. Respiré por mi nariz, tratando de conseguir aire y escuchando una risa delante de mí. El rubio miraba gracioso la situación. Y se acerco a mí, posando una mano sobre mi muslo, acercando su rostro al mío y riéndose más profundamente.

—Comienza el show. — susurró.

Acercó sus labios a mi boca y me beso. Traté de apartarme pero su mano sostenía mi nuca con fuerza, negándose a dejarme apartar con tanta felicidad, grité como pude pero nada se escucho. Una mezcla de lágrimas y sangre se desasía en mi boca mientras me besaba con fuerza. Su mano bajo por mi muslo, acercándose cada vez a mi entrepierna. Grité, lo hice fuerte, las lágrimas caían de mis ojos como la lluvia, no quería morir de esta forma.

Mordí su labio, viendo como este se apartaba, mirándome con el rostro enojado.

—Pequeña perra. — exclamó, antes de golpearme fuertemente la mejilla con su mano.

No me dolió. Los otros dolores peores a este hacían que tapara cualquier dolor que pudiera sentir  a partir de ahora.  Su mano ahora se metió dentro de mi pantalón. Volví a gritar fuerte, tratando de zafarme por más que el cuerpo me doliera como los mil demonios. No pudo continuar, porque de un momento al otro su cabeza estaba tirada en el suelo junto al cuerpo, su mano ya no estaba donde antes.

Alcé la mirada, encontrándome con Dean observándome. La daga estaba en su mano y la marca tenía un brillo en particular que nunca había visto hasta ahora. No sabía si sentirme feliz o triste de encontrarlo allí, ¿por qué tenía miedo? Porque estaba recordando mi sueño, estaba totalmente indefensa y esos ojos verdes, inhumanos me estaban mirando en ese mismo momento.

— ¿Dean? — pregunte cautelosamente.

Él siguió mirándome de la misma manera, apretando su puño, sujetando mejor la marca.

—  ¡Dean! ¡Suéltala!  — y al gritarle con todas mis fuerzas reacciono, tirando la daga.

Sus ojos ahora volvían a ser los de antes, parecían preocupados y tristes, como estuviera a punto de derrumbarse. Desato mis manos y mis pies, apenas me solté me lance sobre él, abrazándolo fuertemente. El hizo lo mismo.

Nadie puede salvarme ahora, mi cabeza pensó. No supe el porqué.

 -----------------

¡¡HOOOOOOOOOOLAS!! Es un capítulo corto, lo sé, pero últimamente estoy muy mal con la inspiración, aparte de no estar en mi mejor momento. Les comento que comenzaré a subir lento nuevos capítulos, espero que entiendan que es por temas personales igual eso no significa que voy a abandonar la novela, sino que va a tardar más el transito. Espero que les guste, las amo, no olviden de comentar y votar<3.

Supernatural | pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora