Seis.

1.3K 75 5
                                        

 Narrador externo:

El silencio gobernaba en la habitación de hotel, todo estaba a oscuras, los tres en sus correspondidas camas, pero en particular, había uno de ellos que no había logrado reconciliar el sueño. Anna todavía no podía dormir, desde que habían vuelto de la cacería tenía la angustia golpeando en su garganta, no lograba entender porque estaba de esa manera, habían salido vivos de eso, ¿no? Era todo lo que en verdad debía importar, después de todo pudo haber sido mucho peor. Sin que ella pudiera controlarlo o hacer algo al respecto un sollozo se escapó de entre sus labios, rompiendo un llanto que no pudo opacar.

Se tapó la boca, apretando su mano contra sus labios. Basta, se dijo a sí misma, pero no hizo la diferencia, las lágrimas continuaban cayendo por sus ojos, mojando la almohada ajena. Se aferró a las sabanas, tratando de parar el dolor y el vació dentro de ella. Estaba dolida, preocupada y vacía, pero no había una razón clara para ello.

Volteó rápidamente al sentir una presencia a sus espaldas. Dean se recostó en la cama, abrazando a Anna contra su pecho, ella no se opuso, se abrazó lo más fuerte que pudo, soltando toda la angustia.

Las lágrimas no dejaron de caer, pero el dolor y el vació estaban empezando a desaparecer, ¿porque se sentía segura y salva en los brazos de Dean? No lo sabía, tampoco quería hacerlo, simplemente se quedó en su lugar hasta que las lágrimas cesaron. Anna le miro, con la cara manchada de algunas lágrimas rebeldes que dejaban un camino de agua por sus mejillas. Dean pasó su dedo por encima de ellas, haciéndolas desaparecer como si nunca hubieran estado allí.

—Siento si te desperté.

—No lo hiciste, tranquila. — Las palabras del cazador sonaron dulces y consoladoras, buscando la mejoración en la persona de Anna.

No preguntó porque lloraba, por lo que Anna se sintió totalmente agradecida, no sabría que decirle y tampoco tendría la cara para contarle que estar en sus brazos la sanó.

— ¿Quieres qué me vaya para qué puedas dormir?

—No, no te vayas. — No se arrepentía de decir eso, necesitaba estar junto a él.

La nueva cazadora aferró sus brazos al cuerpo de Dean, corriendo la mirada y cerrando los ojos mientras se recostaba sobre el pecho de Dean. El aroma de él le inundo las fosas nasales, rico.

Ella no tardó en caer dormida profundamente, Dean la observo, esta hermosa, aún dormida… hasta con la cara llena de lágrimas lo era, le gustaba, pero no iba a admitirlo en voz alta, no aún.

Sin embargo, Dean no pegó un ojo en toda la noche, pues sintió que tenía que tenía que protegerla. Como si fuera su deber.

Narra Anna:

Mis ojos se abrieron suavemente, me costaba poder terminar de abrirlos del todo ya que todavía una parte de mí seguía dormida. Nada que un café no pudiera arreglar. Pero los recuerdos de anoche no tardaron en llegar, terminé de abrir mis ojos totalmente, alertada, pero no había nadie allí. Una almohada había cambiado el lugar de Dean en la cama, ¿habría sido un sueño? No, se sintió muy real como para serlo, estaba totalmente segura de que todo eso había sido real. El cazador estaba guardando sus cosas dentro del saco, Sam estaba haciendo lo mismo. Suponía que era hora de irnos.

— ¿Qué hora es? — Me llevé una mano a la cabeza, bostezando.

—Las seis de la mañana. — El menor respondió mi pregunta, sonriéndome con cariño. — Comienza a empacar, que compraremos el desayuno y partiremos a casa.

A casa. Lo dijo como si fuera mi casa, pero la verdad era que yo no era más que una intrusa en ese lugar.

—Iré por el desayuno. — Dean se colgó la maleta en el hombro, echándome una mirada seria antes de salir por la puerta.

Me sentí herida por dentro, su mirada había sido fría, sin razón alguna. Le sonreí forzadamente a Sam antes de salir de la cama para poder entrar al baño, lavarme la cara, los dientes y cambiarme el pijama por una ropa más discreta. Fijé la mirada sobre el espejo encima del lavatorio, suspirando mientras miraba mi expresión mediocre, había amanecido de mejores maneras. Di un último suspiro de irritación para después abrir la puerta y salir fuera, tratando de dar lo mejor de mí.

Guardé mis cosas en la bolsa de viaje, para poder estar listos lo más rápido posible y desayunar ya que estaba muriéndome de hambre. Gracias a dios no había llevado muchas cosas conmigo, solamente ropa para el tiempo que habíamos calculado para quedarnos allí, lo necesario.

Una vez que terminé con la maleta la puse en la parte de atrás del Impala, para luego dar la vuelta y meterme dentro del coche, aplastando mi trasero contra el cuero. Apenas me acomodé me pasaron un café de la parte de adelante.

—Gracias. — Sonreí a los dos, mientras que le daba un trago al café, estaba caliente pero no lo suficiente como para quemarme la lengua.

El ronroneo del motor se hizo presente, el viaje a casa había empezado. Y esperaba que no fuera largo, nunca ame demasiado viajar, amaba moverme de un lugar al otro, pero a veces estar tanto tiempo encerrado en un auto molestaba; los pies se te dormían, te dolía la espalda o incluso el trasero.

Era cuestión de costumbre al igual que todo lo demás.

 Hacía un muy buen día, el cielo estaba totalmente despejado y el sol pegaba bastante fuerte. Me encantaban los días soleados, normalmente aprovechaba estos días para salir con alguna que otra amiga cercana que tenía, pero esos tiempos habían acabado por más triste que fuera. Bostecé, cubriéndome la boca para que no me vieran hacerlo, aunque hubiera pasado un tiempo con ellos aún me daba vergüenza algunas cosas, con el pasar del tiempo dejaría de importarme.

Las horas pasaron y solamente me limite a ver por la ventana e a tener pequeñas conversaciones con Sam, con respecto al otro hermano, esté no dijo nada en todo el viaje, solamente se limitaba a cambiar de canción y mirar desde el retrovisor —quizá para verme a mí— para poder ver si había otro coche detrás nuestro.

Llegamos al destino y bajamos del auto, tomando nuestras respectivas bolsas de ropa, llevándola cada uno a su cuarto. Mi ropa estaba limpia ya que me había encargado de lavarla antes de volver, por lo que la guarde directamente dentro de mi closet.

Después de guardar todo en su lugar salí de mi habitación, camine hasta donde se encontraban los dos hermanos cuando mi teléfono sonó, no tenía idea de quién podría ser.

— ¿Hola? ¿Quién habla? — Pregunté, frunciendo el ceño.

—Hola, Anna. Habla la enfermera Rose. — La preocupación se encendió, era la enfermera de mi madre.

—¿Paso algo?

—Siendo franca no sé cómo decirte esto… desde hace unos días trato de comunicarme contigo para decirte que tu madre desapareció.

La angustia tomo forma de nudo en mi garganta.

— ¿Cómo qué desapareció? Se supone que ustedes le cuidaban, sola no pudo haberse ido. — Me dije a mí misma que me calmará. Los dos hermanos me observaban preocupados.

—Lo siento tanto. Aún no sabemos qué paso, solamente está desaparecida, nos gustaría que vengas cuando antes.

—Vale, trataré de ir lo antes posible.

Y corté la llamada, poniendo una mano sobre mi boca. Los Winchesters se levantaron de sus asientos, tratando de acercarse.

—Mi madre desapareció.

Fue lo único que pude decir antes de sentir las lágrimas caer de mis ojos.

---------------------------------

No pude soportar las ganas de escribir, así que les traje este mínimo capitulo ): Lo estoy haciendo desde una computadora con poca carga, por lo cual escribí los más rápido y corto posible, espero que sea suficiente hasta el momento, es como un regalo de fin de año (?). Esperó que lo hayan pasado bien con sus familias, feliz año nuevo lindas <3 Y... hasta unas semana no subo capitulo nuevo, al menos no hasta que vuelva de vacaciones )): Adióooos.

Supernatural | pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora