Dos.

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Me senté en la parte de atrás de aquel bello Impala del 67’, notaba en los ojos de Dean que estaba muy orgulloso de poseer aquel objeto. La verdad era que aun estaba tratando de asumir la verdad, era como cuando tienes una bola de comida gigante y por más que trates tragar no puedes, exactamente eso pasaba, no podía digerir la verdad, no tenía comprendido que era lo que mis ojos habían visto, y tampoco quería decirlo en voz alta, quizá todo había sido parte de mí imaginación y asustada a los dos hermanos, o quizá todo fue verdad y no quería afrontarlo.

— ¿Qué fue lo que paso allí? — Después de un silencio largo había hablado primero, quería saber.

Noté como Dean y Sam se miraban, no estaban seguros de si contarme, pero había visto suficiente, estuvé metida en el momento y lugar menos preferible y ahora estaba a todo derecho de saber.

—Sí puedes esperar a que lleguemos te lo contaremos. — Sentenció Dean, mirando hacia delante.

Parecía justo, podía aguantar la ansiedad un tiempo más. Temía que sería lo que le dirían, no esperaba buenas noticias, no había nada de bueno en esto. Los minutos pasaron hasta que finalmente pararon en lo que parecía ser un lugar con mucha historia, era algo viejo por fuera pero bastante grande, recién cuando entramos me di cuenta de que se trataba de un búnker, era muy grande para que dos personas vivieran allí, pero así era, no se encontraba nadie más en el lugar, eran los únicos. Me senté como si estuviera en su casa, no pudé evitarlo, sentía el cuerpo cansado sin razón alguna. Mis salvadores siguieron mí ejemplo, sentándose en frente mío. 

—Bien. Te debemos una explicación. — Menciono Sam, mirando a Dean para que siguiera.

—Bueno, nosotros somos los Winchester, y tenemos un trabajo algo peculiar. — Chasqueó la lengua. — Somos cazadores. Cazamos cosas que no son parte de la naturaleza, cosas como la que viste hoy. Eso, que nosotros matamos, eran demonios, ya sabes, seres del infierno. Estoy seguro de que has oído hablar de ellos lo poco que las demás personas, pero son reales. 

—Igual que otros seres sobre-naturales, vampiros, hombres lobos, ángeles.... — Siguió el otro.

—Ustedes… ¿son cómo yo? Me refiero... ¿son humanos?

Dean río, provocando un leve cosquilleo en mí estómago. 

—Sí, los cazadores siempre son humanos, al menos la mayoría de las veces.

Luego de esas últimas palabras me limité a guardar silencio, tratando de aceptar que lo que decían podía ser verdad, lo había comprobado cuando me atacaron. Solté una risa amarga.

—Eso quiere decir que toda mi vida fue una mentira. Una ilusión… me siento estafada. — Dijé con cierto enojo en la voz.

—Escucha Anna, estuviste en el lugar y el momento menos adecuado, lo que significa que no todo queda aquí, puede que corras peligro al haber estado con nosotros. — Sam se oía sincero, no estaba mintiendo, se notaba en los ojos toda la sinceridad.

— ¿A qué te refieres? — Mi voz por unos segundos amago a romperse. 

—Me refiero a que puedes estar en peligro, quizá sea falsa alarma, pero quizá no. Debemos tomar la precaución o luego lo vamos a lamentar. 

—Mejor prevenir que lamentar. — Canturreo Dean, golpeando el dedo índice contra la mesa de madera.

¿Qué tenía que hacer ahora? Sentía como si toda mí vida había sido una mentira, la gente decía que los mounstros no existían, pero allí estaban los hermanos Winchester, peleando contra cosas sobre-naturales. La idea de correr peligro había hecho que mí estómago se retorciera, cuando pensé que estaba a salvo resulto ser que seguía en peligro, ¿qué sería de mí madre si me pasará algo? ¿Y sí ponía a mí madre en peligro al estar en el lugar y momento equivocado? Esos pensamientos fueron suficientes para que me tapara la boca, tratando de no devolver todo el desayuno de esa mañana.

Supernatural | pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora