Diez.

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Era la cama más incómoda en la que había dormido, bueno, un sillón no consistía como una cama. Arrojé las mantas que me tapaban, sentándome sobre el sillón, viendo a los dos muchachos dormir plácidamente en sus camas. Todo empezó cuando encontramos un motel y nos dijeron que quedaban dos camas disponibles solamente, tuvimos que hacer papel o piedra para ver quién dormía en el sofá, para mí mala suerte termine perdiendo yo, así que allí estaba, despierta a las tres de la mañana sin poder pegar un ojo. Tome la chaqueta de Dean que estaba tirada en el suelo y me abrigue con ella, saliendo cuidadosamente de la habitación para sentarme en una de las bancas de afuera. Acomodando mi trasero contra la madera. No pude evitar acercar el cuello de la chaqueta y oler, amaba el perfume que pocas veces Dean se colocaba, podía parecer un hombre cuidadoso de su imagen pero a veces con respecto al olor… mejor ni decirlo.

La brisa golpeaba suavemente mi cabellera, haciéndola volverse un lío pero sin darle importancia, me daba igual, podía arreglarlo a la mañana. Sentí una presencia sentada al mí costado, volteándome rápidamente y quedando cerca de la cara de Castiel, soltando un grito ahogado, el ángel se limitó a observarme desde su lugar.

—Castiel, ya lo has hablado con Dean, espacio personal. — carraspee, viendo cómo se apartaba.

—Lo siento.

Asentí, acomodándome en el asiento, sin decir ni una palabra más. Me quedé observando a la nada, podría llegar a ser algo incómodo pero no me molestaba la situación, conocía a Castiel, había llegado a tomarle cariño.

— ¿No puedes dormir? — preguntó, obligándome a mirarlo.

—No. De todas formas estoy acostumbrada.

—No te noto bien, Anna. ¿Ocurre algo? — el ángel frunció el ceño, mirándome con preocupación.

Solté una risa amarga.

—Ocurren muchas cosas como para enumerarlas. Mi madre, mi nueva vida y luego está… —me tome unos minutos para decirlo—. Dean.

—Pensé que su pelea había terminado. — respondió confuso.

— ¿Cómo sabes qué me pelee con él? Tú no estabas.

—Oh, los escucho y observo en ocasiones. — lo dijo con normalidad y me limité a atragantarme con mi propia saliva.

—Bueno… todo está bien con Dean ahora mismo, pero no logró comprender algunas cosas.

El ángel no me dejo terminar.

—No logras comprender tus sentimientos hacía él. Lo harás pronto. — finalizo, suspirando con cansancio. Me miro con tristeza, como si supiera algo pero no tuviera el permiso de decirlo y cuando noto que sabía eso hablo otra vez: —. Debería irme.

—Espera… — no pude terminar, porque ya había desaparecido. Bufe frustrada, si él lo sabía y el demonio que habían matado ayer también, ¿quién más lo haría? No era sano hacer amistades o amores cuando trabajas de esto, porque apenas se entenderán de lo importante que son ellos te los quitan de las manos.

Observe unos minutos más a la nada hasta que me cansé, abrigándome más y entrando, pero un ruido a mis espaldas me hizo parar en seco, cerrando nuevamente la puerta en silencio. Puse mi mano sobre el cuchillo mata-demonios que siempre guardaba, nunca me quedaba sin nada con que defenderme cuando estaba sola.

Tres demonios se encontraban detrás de mí y no dudaron en atacar, agarré al primero, enterrando el cuchillo sobre su estómago, sacando a este luego para poder acabar con los otros. El rubio se abalanzó sobre mí, forcejeando, tirando el cuchillo a un lado y dejándome totalmente indefensa, Para mi suerte logre empujarlo con el pie lejos de mí, dándome la oportunidad de tomar el cuchillo y apuntar, clavándoselo en el medio de la frente, corrí hacía él y lo tomé, acabando con el tercero y último.

Supernatural | pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora