Sufrir era lo único que se conocía cuando estabas dentro del mundo donde los demonios y las cosas sobrenaturales gobernaban. Tristemente así era la situación que yo estaba tratando de hacer a un lado, pero era tarde y estaba al tanto de eso, una parte de mí no aceptaba el hecho de que estaba perdida y que nadie podría hacer nada al respecto. Había estado teniendo mucha suerte este último tiempo, ya que pasará lo que pasará siempre me salvaba, pero pagaba caro por eso, a veces mis dos amigos que me quedaban pagaban caro por mi culpa. Luego de que Dean sostuviera la daga decidió no decirle nada a su hermano, yo prometí no hacerlo tampoco pero a cambio de que el no volviera a tener entre sus manos.
Ese tipo de pensamientos cruzaba en su cabeza mientras estaba sentada sobre un sillón blanco, con un café entre las manos y con mi cuerpo dentro del traje de trabajo. Estábamos investigando sobre un posible nido de vampiros, preguntándole a la hija de la victima de cuarenta años, ya que esta había visto todo, contando cómo fue lo que sucedió, aparentemente alguien con suma velocidad se tiro encima de él y le mordió el cuello a su padre hasta dejarlo sin una gota de sangre. Trabaja en este momento con Dean, ya que Sam se encargó de ir a investigar si había alguien sospechoso en el pueblo, tratando de encontrar donde se encontraban todos los integrantes del nido.
— ¿No te hicieron nada a ti? ¿Dijeron algo o tenían alguna característica poco común? — Preguntó mi acompañante.
—No lo sé, era de noche apenas pude ver. Siento no poder ayudarlos con algo más.
—No pasa nada, gracias por la información y el café. — Sonreí, levantándome del sofá al ver que no tenía más información necesaria para nosotros.
Nos despedimos con la mano y salimos de aquella casa. Traté de acostumbrar mí vista al sol que me pegaba justo en la cara mientras bajaba las escaleras a paso lento, casi dando saltitos. Pase saliva y esperé al frente de la casa a que Dean comenzará a caminar.
—Vamos, dilo. — Habló, sorprendiéndome.
— ¿Qué cosa? — Fruncí el ceño.
—Lo que desde que te levantaste quieres preguntarme. No soy tonto.
Me mordí el labio inferior, sabiendo que era lo que había querido preguntarle. Quería saber si estaba bien, después de todo lo que le había ocurrido no creía que estuviera en sus perfectas condiciones. Conocía lo que era sentirse perdido, necesitar algo tanto que eras capaz de irte al borde de la locura y caer en el abismo.
— ¿Estás bien? — Solté finalmente, en un suspiro.
Dean estaba a punto de contestar a mi pregunta, pero su teléfono comenzó a sonar, interrumpiendo mi momento para poder saber cómo se encontraba. Atendió y dijo miles de palabras rápidas que no llegué a entender con claridad, tampoco podía porque mi cabeza no hacía más que darle vueltas al tema.
—Es Sam, dice que ya está en el motel, será mejor que vayamos para allá.
Y sin que pudiera quejarme o volver a preguntar algo, camino para el auto.
Dos horas después.
Abrí los ojos y me removí entre las sábanas. No recordaba cuando me había quedado dormida, me había despertado por el sonido de mi móvil, había recibido una llamada de un número desconocido, el cual había decidido ignorar por el simple hecho de no tener ni la menor gana de hablar con alguien. Refregué mis manos contra mi cara, sentándome en la cama y mirando a mí alrededor. Estaba sola, ninguna señal de los hermanos, simplemente silencio puro. Aproveché para meterme en el baño y darme una ducha calmada sin que nadie me apurara. El agua paso por mi cuerpo de manera lenta, haciendo que todos los músculos de mi cuerpo se relajaran bajo las caricias, no podía dejar de pensar en todas las cosas que habían ocurrido últimamente, pero trate de negarme a seguir pensando en eso y dejé que todo pensamiento malo se fuera de mi mente.

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Supernatural | pausada
Fanfiction¿Nunca has sentido que te ahogas? ¿Qué te hundes cada vez más? Pero, derepente llega esa persona, que es capaz de sacarte del avismo, que es capaz de romper todas las barreras para llegar a ti.