Nueve.

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Cazar se terminó haciendo algo normal. Pasaron las semanas y cada vez teníamos más y más trabajos, incluso me hice mucho mejor cazadora, tenía más habilidad con todo, sabía muchas cosas, aunque esto de seguro era porque me la pasaba leyendo libros, tratando de averiguar cosas, me estaba convirtiendo en la versión mujer de Sammy. No sabíamos nada de mí madre aún, era como yo había dicho, se había desvanecido sin dejar nada más que azufre a su paso, dándome la peor idea y el sueño que aún no podía olvidar no ayudaba en nada, comenzaba a pensar que a lo mejor el demonio no mintió y no fue un sueño.

Mi relación con Sam mejoró miles de veces más, siempre pasaba todo mi tiempo con él, hablando de la cosa que tenía menos importancia. Con Dean era diferente, desde aquella vez, desde que discutimos no volvió digerirme la palabra, siempre estaba hablando con su hermano mientras me echaba miradas, no lo entendía, en cada casa, cuando estaba a punto de hacer que me mataran el entraba en acción y me terminaba, para después volver a actuar como si le diera igual lo que me pasará, no entendía porque se comportaba de esa manera. Era doloroso estar tan cerca pero a la vez tan lejos de él, nunca pensé que llegará a odiarme tanto, en sí, no sabía si era odio. En resumen no tenía idea de que le pasaba, me encantaría saberlo.

Actualmente nos encontrábamos en un caso, estábamos seguros de que se trataba de posesiones demoniacas. En el pasar de los meses tres esposas fieles y amadas por la gente de su alrededor asesinaron a su familia a sangre fría, para después quitarse la vida sin dar explicación alguna. Cuando fuimos a investigar pudimos ver que era una masacre totalmente cometida por un demonio. Estábamos en el Impala, mirando por la ventanilla a espera de que la próxima mujer que debería ser poseída llegará a su casa, para poder reternerla. Desde que mi madre había desaparecido agarrábamos cualquier demonio al alcancé y le sacábamos toda la información posible, pero todos terminaban resistiéndose y diciendo lo mismo “todo a su tiempo, pequeños, todo a su tiempo”.

—Oigan, alguien se está moviendo.

Luego de la advertencia de Dean miramos todos hacía el punto que señalaba, tratando de hacer fuerza con la mirada logre ver a una mujer con ropa que encajaba con su edad, tenía toda la pinta de que era una mujer amada, y fiel.

—Vamos.

Di la orden para salir del coche, agarrando a la mujer de espaldas, echándole agua bendita y viendo cómo se quejaba de esta, eso fue suficiente prueba para mí y le tape la cara, dejando que los chicos la agarraran de las manos, metiéndola dentro del maletero. Volvimos dentro del Chevy, yendo hacía el motel dónde nos encontrábamos.

 

Habíamos llegado al motel dónde nos encontrábamos, teniendo a una trampa de demonios en el suelo, con el demonio en el medio, quién estaba sentada en una silla y totalmente asegurada de que no fuera a irse de ningún lado. Me paré delante de ella, sacándole la bolsa que le tapaba la cabeza. El demonio torno sus ojos negros, sonriendo con diversión. Ya me estaba comenzando a tocar las bolas con esa sonrisita irónica.

—Supongo que no tenemos que presentarnos. — dijo Dean parándose al lado mío, al igual que Sam.

—Los Winchesters, siempre tan guapos y encantadores. Y por otro lado la pequeña Anna. Que ternurillas.

—Bien, no venimos a hablar de nosotros, ni de lo guapo que nos vemos, eso ya lo sabemos; venimos a hablar de la madre de Anna, ¿sabes dónde está? — Dean amenazó con humor, deslizando el cuchillo de Ruby por el cuello del demonio, haciendo un pequeño tajo.

—Si supiera no tendría por qué decírselos a vosotros. Tampoco querría.

Me acerqué amenazante, sonriendo:

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