6 -Persecusión fallida

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Mientras él se puso a buscar pistas que indicarán dónde podía llegar a estar la eriza, le pidio a Rouge que la llamara y ella le dijo que lo haría mañana pues dudaba que le atendiera en aquel momento.

Fue a cada lugar que la murciélago le había indicado, era obvio que todos estarían cerrados pero no perdió la oportunidad.

Se sentó en su techo y de nuevo espero a que el sol saliera, se sentía como un maldito cachorro esperando a su dueño. Resopló molesto, decidió que si bien iba a esperar, podía hacer un par de investigaciones mientras tanto. Se transportó hasta su hogar y se llevó su notebook, volvió de nuevo al techo de la eriza rosa y comenzó a hacer búsquedas en internet sobre que rayos eran los destinados.

Lo que encontró no lo ayudo mucho ya que eran páginas más bien espirituales y sobre abogados para problemas en caso de encontrarlo demasiado tarde. Había incluso páginas sobre posiciones sexuales, cosa que ni siquiera se molestó en abrir, fotografías en redes sociales de personas buscando a su destino y otras que si lo habían encontrado, veinte páginas de citas que prometian encontrar a su destinado...nada útil. 

Gruño, necesitaba que alguien lo orientara un poco sobre qué rayos buscar ¿Amor quizá? Se suponía que los destinados se amaban en cuanto se veían ¿No? ¿O era más una atracción romántica? Recordó cómo se había sentido antes de descubrir que Rose era su destinada, algún tipo de impulso animal y un aroma francamente delicioso era todo lo que podía recordar de esa noche.

El amanecer llegó, él se levantó y comenzó a recorrer la ciudad a pie, debía de encontrarla de alguna manera. Visitó de nuevo cada lugar donde solía ir, pero no encontró rastros recientes de ella, pero sí descubrió un poco más sobre Amy.

Al parecer, había dejado una pequeña huella a donde quiera que iba, pudo adivinar fácilmente en qué lugar se sentaba en aquel jardín chao y cuando preguntó por ella en la librería y cafetería las administradoras se vieron felices y le contaron cómo era buena clienta y muy recurrente. También obtuvo una lista de comidas que pedía frecuentemente y su lista de préstamos en la biblioteca. 

Descubrió que estaba leyendo sobre arqueología, origami, jardinería e incluso como criar a un chao, sonrió pensando que seguramente estaría feliz si conociera a Ren. También que solía pedir más que nada postres y cosas dulces, lo que no era una sorpresa, aunque teniendo su propia pastelería ¿Para que pedir comida de alguien más?

Paso casi todo el día y no encontró nada, ni una pista de a donde pudo haberse escondido, incluso encontró el hogar de aquella coneja y su madre pero al espiarlas, no encontró rastro de la rosada, entonces Rouge lo llamo

─La llamé como me pediste, no sé veía muy bien

 Le comento ella y él sintió de nuevo ese malestar en el pecho.

─¿Te dijo a dónde fue?

Preguntó y ella negó con la cabeza

─No. Pero pude ver que había un paisaje conocido detrás de ella, fue a la playa, pero no sé exactamente en que parte esta 

Le explicó y eso fue suficiente para él. Corto y razonó un poco.

No pudo haber ido demasiado lejos teniendo en cuenta que debería de volver al día siguiente para trabajar y por la hora que era ya debería estar en camino si quería llegar a dormir a su hogar.

Con la esmeralda en mano se transportó a la playa más cercana, la busco con la mirada pero no la encontró, comenzó a correr buscándola con la mirada, no había prácticamente mobianos, alguna que otra dando paseos pero no veía en ningún lado a la eriza...se detuvo.

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora