Al cabo de un par de semanas después de aquella charla, me di cuenta de que Jungkook me estaba invitando. Si lo veía en el pasillo, él no me sonreía, de hecho, no me miraba. En la clase de artes, Jungkook se sentaba en el mismo lugar, pero me ignoraba. Era como alguien más en toda la universidad.
No lograba comprender como era posible que el me enviara una carta que me hacía encogerme por las mariposas en el estómago, pero ni me miraba cuando estábamos en la universidad. Varias veces me llegue a preguntar si de verdad yo le gustaba o simplemente había sido un capricho tonto, pero luego llegue a la conclusión de que, si seguía con esa línea de pensamiento, me iba a poner más depresiva de lo que ya estaba.
Uno de esos días, decidí ir a una fiesta que había y que celebraban los futuros profesores, que buen ejemplo de ellos, en una casa de uno de ellos. No sé si lo conocía, pero simplemente, cuando Yoongi y Jimin llegaron a mi habitación anunciando una fiesta, yo me vestí y salí.
Al llegar al lugar, rápidamente me vi envuelta por un poco de humo, música fuerte, olor a marihuana y cerveza, y un montón de ente. Alguien me tendió un vaso con lo que yo suponía que tenía alcohol y me lo tome de dos largos tragos.
Como en todas las fiestas, los chicos se fueron por su camino y yo por el mío, dándonos espacio para hacer lo que más queríamos.
Después de cerca de cinco de esos vasos, unos treinta minutos bailando con tipos que querían hacer de vampiros conmigo, y otro par de vasos pequeños con vodka puro, estaba lo suficientemente ebria como para hacer las tonterías y recordarlas. Y una de ellas es de la que más me arrepiento, incluso ahora.
Estaba bailando con un tipo pálido, alto y de voz suave y masculina. Mi conciencia me decía que no era El Señor Oscuro, pero mi vista estaba ralentizada y nublada por el licor, así que decidí que sería bueno dar un paso más en la relación no existente entre nosotros. Pase mis manos lentamente por su pecho, hasta llegar a su nuca y lo acerque a mí. El tipo no olía ni de cerco como Jungkook lo hace, y el murmullo semi sensual que hizo en mi oído no sonó como su voz, pero no importo, simplemente me levante un poco con la ayuda de la punta de mis pies y lo bese. Sus labios no eran como los de Jungkook, no lo eran en absoluto, así que rápidamente me separe.
Entre el mareo de lo que había hecho y el licor que corría por mi sistema, me giré un poco ambos lados, mirando un lugar donde ocultarme, y entonces lo vi, al real Jungkook, me estaba mirando fijamente, con una expresión fría en su rostro y la mandíbula apretada. Lo miré atentamente y me di cuenta de que tenía una rosa roja en su mano. En un movimiento brusco, él la tiro al piso y se alejó de allí.
—Dios, Eider, eres una idiota —suspiro Jimin a mi lado.
—Realmente idiota —concordó Yoongi, a mi lado.
—Bien, lo sé, pero estaba ebria, y créanme cuando les digo que pensaba que era el —Yoongi me dio con su codo en las costillas.
—Eso no es una excusa. Jungkook me había dicho que quería ir a verte a esa fiesta, pero tú vienes y la cagas —gruño.
Los tres nos quedamos recostados en mi cama, mirando el techo y pensando en cómo arreglar la mierda que había hecho dos noches antes. Yo simplemente no lo sabía. Había querido acercarme a él y simplemente decirle las cosas, pero incluso para mi sonaba muy falso todo lo que había ocurrido.
—Bien —Yoongi se sentó y volteo a verme a mí y Jimin—. Escucha, tenemos que encontrar la manera de que él se dé cuenta de que estas interesadas en él, pero que te da miedo hacer el primer movimiento por temor al rechazo.
—Creo que eso es lo que ocurre, Yoongi... —lo interrumpió Jimin.
—No importa, Jungkook no lo sabe —luego volvió a guardar silencio hasta que su rostro se ilumino—. Tengo la mejor idea que se me ocurrió en años.
Lo malo es que tan pronto dijo aquello, se levantó de la cama y casi salió corriendo de la habitación, dejándome sola con Jimin. Solo hasta que el salió detrás de Yoongi, preguntando que ocurría.
Nunca supe que es lo que se les ocurrió.
Ese mismo día, cuando iba por la cena a la cafetería, me encontré con Jungkook y Taehyung caminando en dirección contraria a la mía. Taehyung, quien me vio primero, corrió hasta mí y me abrazo fuertemente, como si estuviese realmente feliz de verme.
—Oh, Eider, justo te estaba buscando —exclamo, emocionado.
—¿Para qué? —hace una mueca de extrañeza.
—Quería saber si querías salir conmigo en una cita —dijo, fingiendo nerviosismo—. Siempre y cuando a Jungkook no le moleste —agrego, mirando a su amigo—. No te molesta, ¿cierto?
Jungkook apretó los labios en una línea y negó con la cabeza. Sentí que mi rostro se contraía en una mezcla de tristeza y enojo. Mire alternamente sus rostros y luego me quede unos minutos de más mirando a Jungkook, intentando leer más allá de su expresión seria.
—Está bien —dije, conteniendo las lágrimas—. Voy a salir contigo.
Taehyung dio un brinco extraño y me abrazo fuerte, dándome todos los detalles de la cita. Estoy segura de que me hubiese sugerido el color de ropa que tenía que elegir para que quedáramos ambos bien si no fuera porque Jungkook lo tomo del brazo y lo arrastro lejos de mí, sin siquiera mirarme.
Taehyung es un chico realmente agradable, pero hay algo en el que no me llamaba la atención como lo hacía Jungkook. Pero si las cosas iban a ir así, el maldito e insensible señor oscuro tendría que quedarse sentado viendo como yo salía con su amigo. Después de todo, él no ponía ningún reparo en que saliéramos juntos.
Maldito imbécil.