No creo que sea muy necesario hablar sobré lo que ocurrió después de ese día, puesto que todo se convierte en algo mucho más acaramelado y dulce y no quiero atormentarte tanto con esto. Lo que, sí puedo, es que Jungkook no ha cambiado en nada. Sigue siendo el chico silencioso y agradable con el que me encontré mientras hacíamos el mural y yo sigo siendo la misma chica risueña y habladora de siempre. Eso sí, a veces cambiamos un poco los papales, una vez al mes tal vez.
Hace un par de días, yo estaba totalmente intranquila. Jungkook había estado un poco más distante y ansioso por estar lejos de mí, como si ya no quisiera estar conmigo, pero a la vez no queriendo terminar porque sería demasiado fuerte. O quizás porque era demasiado cobarde. Yo no lo sabía y ya me estaba volviendo loca por su distanciamiento.
Ese día recibí un mensaje de texto bastante simple de Jungkook.
—Te espero en las gradas a la hora de la comida.
Yo entre en pánico. Jungkook iba a terminar conmigo y yo no estaba siquiera preparada mentalmente para el golpe. Estuve el resto de la clase moviendo mi pierna y mirando la hora cada dos segundos, rogando porque avanzara luego el tiempo y terminar la agonía rápidamente. Los chicos me preguntaron que ocurría conmigo, pero yo les dije que no me ocurría nada, puesto que si les decía que había recibido un mensaje un poco sospechoso de Jungkook ellos irían tras él y lo atarían hasta sacarle la verdad.
Así que me quede allí esperando a que el profesor dijera "la clase ha acabado". Fue una real tortura. La media hora que faltaba la sentí como una hora quizás más, y mi pierna, que saltaba en su sitio, de seguro ya estaba musculosa.
El profesor no había ni terminado de decir que la clase había acabado ya, cuando yo estaba corriendo hacia la puerta, mientras guardaba mis cosas en la mochila. Esquive al montón de estudiantes que salían también de sus salones y cuando estuve afuera, aminoré mi paso de un trote.
Cuando llegué al campo de fútbol, vi a Jungkook sentado en las rápidamente sobre el cuaderno de dibujo en su regazo. A un paso aún más lento, atravesé el campo y subí las escaleras, hasta llegar a Jungkook. Me quede unos segundos parada mirándolo dibujar, hasta que él levanto su mirada y me miró, sonriendo de lado.
—Hola —susurro, mientras tomaba mi mano y me acercaba a él.
Me senté a su lado y miré que estaba dibujando. Había una silueta de uno de los jugadores del equipo de fútbol pateando la pelota, pero no tenía rostro.
—¿Quién es? —pregunte.
—Nadie —contesto— es un trabajo para expresión corporal.
Asentí con un "ah" y giré mi rostro para mirar más allá del campo de fútbol y de la universidad. Nos quedamos varios minutos en silencio. En mi mente, mi voz, interna comenzó a chillar; Jungkook iba a terminar conmigo y tenía miedo de decírmelo. Rogué en silencio para que lo hiciera de una vez, pero el seguía callado, mirando a la nada, también, y a sus pies.
—Bien, probablemente no sea la mejor chica del país. Hablo demasiado y a veces hago cosas estúpidas, y estoy bastante segura de que aun piensas que soy una perra por haberte ignorado al principio, pero juro que puedo cambiar. Por favor, no termines con...
—¿De que estas hablando, Eider? —medio rió Jungkook.
—Vas a terminar conmigo... —susurré.
Jungkook resoplo una risa, mientras negaba con la cabeza.
—No voy a hacer eso. Quiero darte algo.
Parpadee, sintiéndome completamente extrañada y relajada a la vez.