Si, me gusta dibujar, me gusta pintar y no lo hago tan mal, pero nunca en mi vida he comprendido un cuadro. Sobre todo, esos que son un montón de líneas sin sentido. Van Gogh lo aprecio, porque estaba loco y porque pintaba realmente genial y diría que es uno de mis favoritos, pero en la galería en la que estábamos Jungkook y yo no tenía ese tipo de arte. Eran muy pocos cuadros los que podía distinguir una cosa de la otra. Y los otros no los comprendía porque eran una mancha extraña en medio de un lienzo en blanco.
Jungkook tampoco parecía comprenderlos mucho, pero ponía está cara de hombre interesante cada vez que miraba un cuadro nuevo que vería veces estuvo a punto de soltar una carcajada.
Con nuestras manos tomadas y los dedos entrelazados, caminamos hasta otros cuadros y nos detuvimos frente a él enorme y estaba pintado por completo por manchas y más manchas.
—Veo un ave al lado izquierdo —murmuró Jungkook, apuntando disimuladamente con su mano.
—Yo veo un... No veo nada —dije—. No, espera, creo que es un gato
Jungkook negó con la cabeza.
—Los gatos no tiene plumas.
—Pero no es un ave.
—Pues entonces es un murciélago... —concluyó Jungkook sonriendo de lado.
Una mujer a nuestro lado con un aire totalmente sofisticado nos miró con una ceja alzada.
—Es un elefante —dijo y luego dio unos pasos más alejados de nosotros—. Adolescentes estúpidos...
—Ni siquiera estoy con n la adolescencia... —murmuró Jungkook.
Reímos en voz baja y avanzamos por la galería. En demasiadas manchas y todas tenían títulos como "un nuevo comienzo" o "amanecer" y de eso yo no les encontraba nada.
Cuando no puede más con tanta mancha, apreté la mano de Jungkook, lo miré con súplica y dije.
—Larguémonos de aquí, no entiendo nada de esto.
Jungkook asintió, negando con la cabeza divertido y me apretó la mano de vuelta. Al salir, la tarde ya estaba terminada. Corría viento y el cielo estaba cubierto por densas nubes. Acomode mí baenie para que cubriera un poco más mi frente y me coloque unos guantes de lana. Aún era invierno y hace bastante frío, además. Caminamos unas cuadras más hasta que Jungkook se detuvo frente a una tienda de antigüedades. Parecía que iban a cerrar pronto, pero él insistió en que entraramos.
La verdad es que me gustan las cosas antiguas. Me gusta pensar en que alguien importante del siglo pasado las tuvo en sus manos y las uso. Una de las cosas que más me gustan son las cajas musicales. Tienen su toque romántico, ya sabes. Quizás una chica guardaba las cartas que se intercambiaba con su amor prohibido, o quizás guardaba las joyas que usaba después de un baile en ellas. En la tienda había muchas, u yo me volví loca mirándolas.
Había una que me llamo más la atención. No me parecía muy antigua, como del siglo XIX, pero quizás si era de principios del siglo XX. Era pequeño y de madera clara y en la tapa tenía una placa de un metal plateado grabado. Al levantarla, una pequeña bailarina se alzó y comenzó a tirar lentamente, con el sonido de una canción que se me hacía ligeramente conocida. Me quedé maravillada viendo a la bailarina girar, pero aún más por el estado de la caja.
—Es de la segunda guerra mundial —dijo un hombre. Sus cabellos eran blancos y llevaba unos anteojos al aire sobre su nariz— la canción es bastante rara, siempre sale una de Chopin, pero esta es de Franz List. Liebesträume, se llama.
Mire a Jungkook, que estaba a mí lado y me sonrió levemente, mientras pasaba su mano por mí cintura. El hombre nos miró unos segundos, y luego miro a la caja otros más. La canción se acabó y la bailarina dejo de girar, pero yo aún tenía la caja abierta. La cerré lentamente, y sonriendo la deja en la estantería.
—Sueños de amor —dijo de la nada el hombre, sobresaltándome—. Es la más conocida de las tres partes. Se refiere al amor... Incondicional —agregó, dándonos otra mirada.
—Es una canción muy linda —le sonríe.
El hombre me devolvió la sonrisa y movió su cabeza con señalándome algo.
—Sigue mirando. Tal vez encuentres algo que te guste.
Había muchas cosas demasiado hermosas y costosas como para comprarme algo, pero disfrute viéndolas. Los muebles antiguos, los espejos dañados por el tiempo y cosas pequeñas como broches, me hacían pensar en todas las cosas que pudiesen contra si fuese posible. Me dieron deseos de pintar y dibujar, y varias veces estuve a punto de sacar una libreta de mí bolso y dibujar, pero no lo hice porque eso sería remanente extraño para Jungkook y para el vendedor en cuestión.
Cuando vimos toda la tienda, ambos volvimos a salir y Jungkook dijo que sería bueno volver a la universidad. Estaba comenzando a hacer frío y las nubes comenzaban a juntarse demasiado. Un par de metros más allá de la tienda estaban la Herley estacionada. Él me tendió uno de los cascos. Pero antes de colocarse el suyo, dijo:
—Espérame aquí, creo que deje algo en la tienda.
No comprendí que era lo que había dejado en la tienda, puesto que no había sacado su billetera y tampoco nos quitamos nuestros abrigos. Asentí, extrañada, y vi como Jungkook daba largos pasos hasta la tienda y entraba apresurado.
Me quedé unos minutos allí, preguntándome porque estaba tardando tanto en salir, y deseando no atrapar un resfriado.
Una pareja paso a mí lado y un chico con un perro, y Jungkook aún no aparecía. Cuando decidí que dices minutos era demasiado tiempo, Jungkook volvió a salir de la tienda, con un paquete extraño en su brazo.
—Lo siento, no lo podíamos encontrar —murmuró, besando mi frente, al mirarme unos segundos.
Luego de montar la motocicleta y que Jungkook acelerará un par de veces, ya he descubierto lo hace solo para hacer que los demás vean su belleza con ruedas, avanzamos rápidamente por las calles del pueblo hasta llegar a la universidad. Había una fiesta en los pastos de la entrada y estaba un poco salvaje, pero se las arregló para pasar por entre los bailarines y llegamos al edificio en un abrir y cerrar de ojos.
—Eider —me llamo Jungkook, cuando estaba acomodando mí ropa. Alcé la vista y me encontré con que estaba un poco sonrojado, por lo que decidí acercarme un poco más, para darle de algún modo confianza—. Eso es... Quiero darte esto...
Me tendió el paquete que antes había tenido bajo su brazo y yo lo tome, preguntándome qué diablos era. Al abrirlo, me encontré con la caja musical que había visto en la tienda. Lo mire de nuevo, sin saber que decir. Jungkook me había dado una caja musical y la canción hablaba sobre él le incondicional. Eso era probablemente para un ataque cardíaco o para un mar de lágrimas, pero yo me quedé muda y casi sin respiración.
—Se que puede ser un poco apresurado y que quizás no quieras aún, pero creo que, si no va a ser hoy, será mañana, pasado o dentro de toda mi vida. Eider, te quiero demasiado y... ¿Puedo... Puedo ser tu novio?
Estoy bastante segura de que sabes la respuesta a eso. Aunque después le di un golpe en el hombro por ser un real idiota cuando volvimos del receso de las fiestas de fin de año.
