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Capítulo largo: 2026 palabras.

A pesar de su victoria, en cuanto transcurrió un tiempo, SooJin y JungKook volvieron a pelearse, aplicándose ambos la famosa ley del hielo.

Y es que el chico siempre la cagaba con sus comentarios carentes de siquiera un ápice de afecto.

Cuando llegaron al pueblito mencionado por el duende, vieron a muchos más de su especie junto a hadas, florecillas y algunos animalitos. Era un lindo poblado, lleno de colores y brillos que delataban lo feliz que era ese pueblo.

Sin embargo, esa felicidad sólo era visible en una pequeña zona de la pequeña ciudad, dado que el pánico y la tristeza abundaban en los alrededores.

Y no era para menos, si el poblado estaba siendo atacado.

Los duendes con armas pequeñas y frágiles, ya fueran lanzas o arcos, intentaban disparar a su malvado objetivo, las hadas intentaban usar sus poderes naturales para darle brazos y piernas a algunos árboles y que así también atacaran, y por su parte, los animalitos (ardillas, conejos, etc) y flores (cuya evolución les había permitido tener piernas y brazos) simplemente huían como la mayor parte de los habitantes del lugar.

Cuando SooJin y JungKook lograron localizar a su enemigo, la chica no dudó en cubrirle los ojos a su acompañante, mas este apartó la protección de sus orbes de un manotazo.

-Quita, que ya la ví-bufó-. Es una mala copia de Medusa, así que supongo que si no la miramos a los ojos, todo bien.

-¡Oh! Perdón entonces por querer protegerlo, señor todopoderoso-soltó con sarcasmo y furia-. Para tu información, ella está mirándote como si fuera una puta coneja en celo y en poco menos de un minuto la tendrás aquí. Suerte sobreviviendo-y sin más, se alejó.

En efecto, JungKook apenas la vió alejarse, sintió la presencia a pocos centímetros suyo de aquel ser cuyas serpientes comenzaban a juguetear por encima de su cuello, hombros y cabello.

Él mantenía su cabeza girada. Se negaba a voltear a ver a su contraria y no tenía idea de cómo salir de allí sin la mordedura venenosa de una de las serpientes.

-SooJin...-susurró, llamando a la chica, pero esta estaba lo suficientemente lejos de él como para ayudarla. Estaba ayudando a los duendes, hadas, flores y animalillos a esconderse y a cargar a aquellos que se habían convertido en piedra.

El chico dió un paso hacia atrás, pero una serpiente se enroscó en su cuello, apretándolo al punto de casi dejarlo sin respirar.

-¿A dónde ibas, cariño?-le dijo una coqueta Medusa, acercando su rostro al del muchacho, pasando la lengua por su mejilla.

JungKook cerró sus ojos e intentó tomar la cuchilla en su espalda, pero la mordida de una de las serpientes lo hizo retractarse.

Estaba jodido, y lo sabía.

Aquella mujer monstruo de cabelleras violetas, largas hasta los talones y en forma de serpientes, no portaba mucha ropa, cosa que utilizaba para intentar engatusar a JungKook, pero al chico no le causaba ni cosquillas y eso la molestaba a tal grado que el agarre de una de sus serpientes en el cuello de su presa fue apretado mucho más.

-¿¡Por qué no me miras, uh!?¡Mira de una maldita vez!¡Soy Medusa!¡A mí todos los hombres me miran!

Pero el chico, aunque lo zarandeaban de lado a lado, sólo podía llorar.

Él sólo quería salir de aquel lugar para encontrarse con su hermana. Esa hada se lo había prometido.

-¡Hey, tú!¡La de las extensiones!-la tensión en el ambiente se hizo presente junto a la voz de SooJin, llamando claramente a Medusa, cosa que no le gustó para nada a la misma-. Deberías ser menos puta por una vez en tu vida, mujer. Si el chico no quiere, no quiere. No seas tan arrastrada. Mira que ese trabajo ya lo tienen tus serpientes de quinta.

∂яєαм;; ʝʝҡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora