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-SooJin...Despierta, linda...¡SooJin!-la voz de JungKook se escuchaba a lo lejos y fue el motor impulsor para que los ojos de la chica se abrieran.

Sin embargo, su vista estaba nublada por todas las lágrimas que seguían brotando de sus orbes incluso cuando estos estaban cerrados.

-No llores, Soo-intentó calmar el chico, acariciando sus mejillas-. Ya estás a salvo.

La muchacha se apoyó, inconscientemente, en los brazos ajenos, los cuales la ayudaron a sentarse sobre la improvisada cama de paja e intentó hablar.

-Yo...¿Qué me pasó?

-La masa esa te atravesó-informó JungKook, con calma-. Pero las hadas te ayudaron-y a pesar de la situación, le sonrió.

-¿Y el bicho feo ese?-pregunto con su aún ronca voz.

-¿No recuerdas? Con el Annum logramos que desapareciera...por suerte. Y nos dejó varias esferas de luz-comunicó con emoción-. Si hacemos cuentas, tenemos unas cuarenta. El hada nos dijo que debíamos entregarle entre ochenta y cien, así que supongo que vamos bien.

La muchacha asintió, intentando recibir y conectar toda la información en su subconsciente.

-¿Por qué llorabas?-aquella repentina pregunta por parte de su compañero la hizo suspirar con pesar-. Incluso cuando estabas dormida sollozabas.

-Estaba metida en mis recuerdos...Mi infancia...adolescencia...y hasta el día que salí de casa y mis padres me rechazaron como su hija-volvió a suspirar.

JungKook no sabía qué decir. Él también sufría cuando los recuerdos azotaban su mente incluso estando despierto.

-Pronto se hará de noche-se decidió a hablar-. Estuve hablando con las hadas y los duendes, y están de acuerdo en que sigamos recorriendo el laberinto-SooJin frunció su ceño-. No podemos quedarnos en este pueblo para siempre. Debemos llegar al final y buscar la manera de volver a casa. Además, así eliminamos cualquier bestia que esté más adelante y niguno de los lugares que dejamos atrás sería atacado de nuevo.

-Hum...tienes razón-asintió SooJin con una media sonrisa.

-Entonces...¿Te sientes lista para la fiesta?-alzó y bajó ambas cejas, logrando hacer reír a su contraria-. Mira que las hadas, los duendes y las flores se han esforzado mucho para darnos una buena despedida.

Y, por supuesto, no hubo que usar más palabras con SooJin, puesto que ella ya estaba de pie.

-¿Vienes o te vas a quedar ahí sentado como tonto?-sonrió burlona, ganando una risotada por parte de su contrario.

La fiesta estuvo muy animada. El vino de los duendes era muy dulce y bueno, pero en grandes cantidades, como las que habían ingerido JungKook y SooJin, podía causar cierto estado de ebriedad, aunque ambos estaban bastante sobrios.

Jugaron, cantaron y bailaron junto a sus compañeros míticos en los alrededores de una gran fogata y luego del festín, cuando muchas de las criaturas comenzaron a ceder ante el sueño, JungKook y SooJin decidieron que era hora de partir.

Luego de haber despedido también a los dragones, sabiendo que estos los seguirían y ayudarían desde la distancia, tomaron sus mochilas, y comenzaron a caminar con sus quinqués en mano, abriéndose paso por entre el follaje del bosque y su oscuridad.

No mucho tiempo después, llegaron a la estación de tren de la que sus amigos del pueblo que recién abandonaban les habían platicado. Aquel tren, a diferencia del otro que tomaron, era manejado por un duende.

La locomotora se detuvo frente a ellos, y enseguida se adentraron al vagón, saludaron al duende y este les dió pase libre para que escogieran una habitación. Después de todo, sólo eran ellos tres dentro del tren.

∂яєαм;; ʝʝҡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora