CAPÍTULO 09

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—Chloé, nos tenemos que duchar —le recordé apremiándola para que me dejara en paz— No nos va a dar tiempo de estar allí a las diez y media.

Y quiero ver la película de Los Vengadores, no me apetece llegar tarde.

—Sí, lo que tú digas —dijo sin moverse ni un ápice—. Deja de ser tan hermética conmigo. Yo te lo cuento todo. Te he contado cada uno de los líos que he tenido. Y creo que no te iría mal algún consejillo sobre ligar con chicos. —Sonrió y se cruzó de brazos—. Sigues siendo virgen, ¿verdad?

No era algo que pregonara a los cuatro vientos, pero, al parecer, todo el mundo lo daba por hecho.

—¿Y qué si lo soy? —repliqué mirándola, esperando a que se fuera para empezar a desnudarme.

—Lo eres —asumió fingiendo sorpresa y estupefacción—. Tienes esa barrera inocente.

—¿Qué? ¿Hablas del....?

—¿Del himen? No —se rió—. Me refiero a ese halo virginal que no tienen las golfas como yo.

—¿Y por qué me miras así si ya lo das por seguro?

—Perdóname —se disculpó—. Creo que eres la única virgen que conozco. Bueno, tú y Maggie.

—¿Maggie es tu vecina del apartamento de al lado?

—Sí... es ridículo, totalmente ridículo....

—Por Dios, Chloé. —Abrí el cajón y cogí ropa interior—. Tiene cinco años.

—Lo sé. Tú eres una especie de Maggie con tetas.

—No sé si quiero seguir hablando de esto contigo. No tienes ningún tacto.

—No te hagas la estrecha conmigo, anda —protestó como una niña pequeña—. Soy una tumba.

—Es que... —dije finalmente, perdiendo la paciencia— no todas somos tan promiscuas ni estamos deseando levantarnos las faldas como tú — argumenté, enfadada. Me dio igual si me miraba o no, así que empecé a quitarme los shorts y el calzado.

Siempre fui muy vergonzosa con mi propio cuerpo. En el instituto me costaba mostrarme ante las demás y era de las primeras en ducharse rapidísimo. En casa, en cambio, Gema se encargó de romper esa barrera entre nosotras de un plumazo. Un día, cuando tenía doce años, entró mientras me enjabonaba.

Me dijo algo parecido a: «Uy, te he visto las tetitas», y desde entonces tomó por costumbre entrar en el baño siempre que le diera la gana. Al final, me acostumbré a que se hiciera la pedicura mientras yo me duchaba, y las dos lo tomamos como si fuera una rutina

— No te vas a ir, ¿verdad? —le volví a preguntar—. Porque me voy a desnudar —la avisé, con los pulgares entre las tiras de las braguitas.

—Pues hazlo, pequeña hobbit —dijo con voz de guarrona—. No tienes nada que yo no tenga. Además, alguien tiene que ver ese cuerpo. —Se echó a reír de su propio chiste. Cuando vio que me incomodaba, decidió cambiar su actitud y se acercó a mí —. A ver, Marinette. —Me agarró de las muñecas y tiró de mí hasta que ambas nos quedamos sentadas en el colchón—. No es nada de lo que tengas que avergonzarte. Yo tengo veinte años. Soy mayor que tú. Tengo más experiencia.

—Dos años, vaya cosa.

—Créeme que se nota y mucho —aseveró—. Tienes dieciocho años. ¿Cuándo quieres que sea tu primera vez? —Me retiró el flequillo de los ojos. Y ese gesto maternal me hizo chirriar los dientes. Se quedó pensativa —. Yo perdí mi virginidad a los quince, así que no me tengas demasiado en cuenta...

/ 01 / PROFUNDO DESAFÍO -(+18 ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora