—Pero, Marinette, ¿no crees que es injusto participar en ese concurso cuando no tienes un proyecto serio que presentar? Tal vez los otros tengan más razones de peso que ustedes para estar ahí —repuso mi padre un tanto malhumorado.
—Mira, papá —le expliqué con calma. Me estaba maquillando de nuevo, frente al espejo de mi habitación. Si Gema me hubiera visto, habría pensado que había sufrido un aneurisma o algo parecido por mi nueva afición a los cosméticos—. A Luka no se le puede controlar. Si no puede el gobierno, ¿cómo vamos a poder nosotras? Él ha decidido jugar a esto, y Chloé y yo nos lo pasamos bien a su lado. ¿Qué hay de malo? —
Con mi padre había obviado el hecho de todas esas cosas gordas que nos estaban pasando: me había emborrachado, un idiota me había drogado para aprovecharse de mí, y me había dado un beso de tornillo con mi salvador, al que al principio odiaba, y al que, sin embargo, ya no me podía quitar de la cabeza. Ah, y Chloé y Luka habían pasado la noche en comisaría.
Minúsculos e insignificantes detalles.
—Tú te has esforzado mucho en lograr tus objetivos, nena —dijo mi padre—. ¿Qué pasaría si alguien te fastidiara solo por pasar un buen rato?
—Estamos participando sirviéndonos de las mismas armas que los demás, papá. No hacemos daño a nadie —me justifiqué—. Todos estos chicos tienen un ego descomunal, además de su futuro solucionado. Que ganen el premio o no solo les inflará el amor propio. Nosotros lo queremos ganar también. Nos estamos portando bien.
—¿Seguro, Marinette?
—Sí, papá.
—Pregúntale a tu hija si tiene condones —oí que le decía Gema.
El comentario me hizo reír a la vez que me dejó perpleja.
—¡Es broma, Marinette! —gritó Gema soltando una carcajada—. ¡Disfruta, cariño! ¡Tu padre se ha quedado pálido! ¡Voy a por una pastilla para la tensión! —añadió para continuar con la broma.
—Marinette, no hagas caso de la cabeza loca de mi mujer...
—¿Sabes?, todavía me pregunto qué hace una mujer tan moderna con un anticuado moralista como tú.
—Amarme. Y respetarme —contestó fingidamente.
Yo sonreí al oír el cariño real de sus palabras hacia Gema. También había amor, aunque sabía perfectamente que no era el tipo de amor que sintió por mi madre.
El amor kelpie solo se experimentaba una vez. Y era horrible al mismo tiempo que grandioso. Y me moría de miedo con solo pensar que alguna vez se me pudiera ir la cabeza queriendo de ese modo, y amar, sentir y vivir por y para otra persona. Era demasiado independiente para eso...
Mi padre estuvo a punto de morir de pena después de que perdiéramos a mi madre. Por eso, siempre defenderé, querré y cuidaré a Gema. Porque yo no era pilar suficiente para sostenerlo. La necesitaba a ella, su energía y su alegría, para que también se hiciera cargo de él cuando yo no estuviera.
La semana siguiente iba a estar en Estados Unidos, y nos separaría un océano azul y enorme.
—Marinette...
—Sí, ¿papá?
—¿Estás durmiendo bien?
Dejé el pintalabios a medio camino de mi boca y estudié las profundidades de mis ojos árticos. La noche anterior no había dormido nada mal. Aunque tenía que tomarme las hierbas para no alternar mi descanso con las pesadillas.
—Ya sabes cómo va esto, papá. Algunas noches mejor que otras. —
Siempre sería sincera con él al respecto. Juntos lo habíamos pasado muy mal con este tema.
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/ 01 / PROFUNDO DESAFÍO -(+18 ADAPTACIÓN)
AcakAlgunas personas sacan lo peor de ti; otras, lo mejor. Y luego hay otro tipo de personas: las que lo sacan todo y te hacen sentir tan viva que las seguirías hasta el infierno solo para continuar sintiendo ese subidón. Marinette es una estudiante m...